lunes, agosto 28, 2006

Sobre el aborto, la ley del aborto y las personas

El aborto y quien está por abortar no es lo mismo. Como no es lo mismo el hambre que quien tiene hambre. Lo primero permite el debate colérico, tantas veces, o sesudo, las menos que lo segundo. Lo primero, genérico, nos habla de moral, ideologías, razones, rencores, rabia, esperanza o lo que fuera. Lo segundo, la vivencia real, nos grita de acciones, de necesidades, de respuestas. Si, me dirán, pero una cosa implica la otra. Pues en realidad no, eso es lo cruel. El aborto se discute y se discutirá con ley o sin ley. Lo segundo se sufrirá, con ley o sin ley. No se acallarán los debates, ni tampoco el dolor que implica la decisión.
Debemos ser conscientes que existe la diferencia. Lo primero, como cuestión abstracta, se decide como eso, abstracto, utilizando datos de la realidad. Lo segundo se vivencia en función de una experiencia que es personal, con el trasfondo socio-económico tan real, se permiten salidas fáciles o complicadas. Se realizan millones de abortos clandestinos dicen ciertos datos. Otros datos dicen que se realizan muchos abortos en condiciones de insalubridad total. También se expresa claramente que hay una gran cantidad de muertes que existen por culpa de esos abortos realizados en condiciones atentatorias contra la salud de la mujer, que es quien tiene que sufrirlos en ese momento, y según otros datos, luego, en el tiempo.
Se habla, claramente, de la libertad de decidir de la mujer y de evitar que el fruto de situaciones vejatorias sea un permanente mensaje de su violador o que se soporte como faro permanente embarazos no deseados. Se utilizan en estos casos los datos de las experiencias más difíciles vivenciadas por algunas mujeres. Del otro lado repelen la idea con otros datos y con otros argumentos, que se oponen en número y forma a los primeros. Las respuestas se contradicen en las vivencias. Las preguntas de cada respuesta no encuentran refutaciones en el otro bando. Se amontonan réplicas, objeciones, contradicciones, testimonios, alegatos y más, siguen haciéndose discursos y escritos. No se perdona pasado en esto y se procura venganza por lo sufrido, aunque sean otras circunstancias.
Se dejo el ajedrez sesudo de las ideas discutidas y se paso al deporte torpe de la confrontación violenta. Todo vale para que mi idea primordial sea aceptada y ganadora. El triunfo de la razón sobre la sinrazón. De lo evidente sobre lo contrario, independiente de cual posición uno defienda.
Detrás de ello, la mujer que tiene que hacer un aborto. Llega a ello por error, eso lo sabemos. Nunca quiso estar embarazada y lo está. Quiere decidir sobre su cuerpo, pero necesita ayuda para esa decisión. Quiere recuperar la palabra que, tal vez se la quitaron, cuando fue abusada. Quiere que puedan tirar la marca a fuego que le hicieron y que se mantiene sobre la piel, aún caliente. Ella está ante el aborto sola. Presionada o no, por familiares, amigos, sociedades, organizaciones, personas moralistas de un lado y, también del otro, personas con ánimo de venganza contra otros, etc. etc. Puede tomar la decisión pero depende de otros u otras porque no tiene el dinero para comprar esa dependencia a precio del mercado, donde las convicciones, muchas veces, desaparecen tras el precio pagado.
Una mujer está frente al aborto. Llegó a ello por los errores de la sociedad: la falta de una verdadera educación sexual (que es lo mismo que una información sexual sin educación sexual), diálogo reprimidos, silencio frente al abuso, falta de protección frente a los crímenes sexuales, incentivación de la dominación masculina, desarrollo de una cultura machista, represión de los sentimientos, fomento de los dobles discursos, falta de redes sanitarias, silencio.
La ley del aborto se conseguirá. No diré Loado el Señor, porque sus portavoces dicen que Él esta en contra. Pero el problema no estará resuelto. No importa, nuevas discusiones se seguirán con debates más enardecidos y violentos o, quizás, más civilizados. Así funcionó la humanidad siempre. Sin embargo, seguirán habiendo mujeres solas frente al aborto. Legales pero solas. Todavía nos falta aprender mucho mientras hay seres humanos que sufren nuestras indecisiones para enfrentar la realidad.

Lunes, 28 de Agosto de 2006

Günter Grass: la incoherencia a prueba

“Uno nunca desconfía lo suficiente de los artistas” leo en un periódico. El autor habla de Gunter Grass y de su pasado nazista recién rebelado cuando la historia del artista está consolidada. Ni antes ni después. El debate comienza y están equivocados alternativamente. Lo atacan por haber defendido la izquierda, teniendo un pasado nazista. Lo defienden por su obra supera su moral discutida. El debate se hace sentenciador: “es malo”, “sería bueno”, se suceden con epítetos diversos. El artista escondido tras sus peroratas discursivas para ocultar su pasado nefasto. El nazista que se pretendió lo opuesto, ultimando a los tibios de espíritu. Se hacen hogueras y altares con sus enunciados. En los primero se buscan condenar sus obras como hipócritas y en los segundos entronizar sus opiniones como palabras bíblicas, por lo indiscutible.
Lo curioso, para mí, es que en esto se sigue el mandato ancestral de olvidarnos de lo esencial y que, actualmente, es moneda corriente: la incoherencia terrible a la que el ser humano esta sometido, casi siempre. Los seres humanos vamos por la vida desafiando nuestra propia lógica. Encontramos nuestro pensamiento a través de los laberintos en que vivimos, según la época que nos va tocando en suerte, la geografía que el destino, siempre incierto, nos va ofreciendo y matizando esas cosas por las vivencias que nos caen en suerte, pensando en los movimientos universales, generalmente caóticos que nos obligan, nos regalan y nos sorprenden con vivencias diversas. Nuestra coherencia no existe, existe un camino errático, muchas veces, en los que vamos, paso a paso, avanzando por nuestra vida.
Un artista representa la realidad según su visión. Utiliza las herramientas que su manifestación artística y/o su creatividad le permiten y expresa cosas. Uno se puede identificar con la obra y encontrar en ello la síntesis provocadora o fundamental de un pensamiento acorde con lo que percibe en la obra. Es parte de nuestra realidad, encontrar en la visión una representación de nuestros deseos, miedos, ambiciones, temores, angustias y esperanzas. Un artista puede plasmar en su obra lo que nuestros sentidos desearían ver representados. Así una obra nos impacta, un verso nos emociona, una melodía nos sensibiliza y una prosa, quizás, nos haga sentir que nuestra visión del mundo está representada.
Eso es bueno. Pero no lo es tanto creer que la coherencia que puede estar en la obra suple a los laberintos que la persona suele tener. No es bueno hacer de la obra la síntesis de la vida que debemos defender. Seamos cautos en glorificar a los artistas o a cualquier personaje público más allá de lo que debemos. Al transformar una historia en la representación monolítica de un ideal estamos apostando nuestra coherencia a nuestra naturaleza frágil. En este mundo tan idealizado implica tener que defender esa coherencia a golpe de espada, porque termina siendo más importante, según parece, evitar que nuestro ídolo se haya equivocado, aunque para ello tengamos que sacrificar nuestros ideales. Termina siendo más importante negar los ideales que aceptar que defendimos, durante años, a quien no los defendió.
La humanidad todavía tiene que aprender que las frases que realmente son capaces de darnos la esperanza del futuro son “no sé, enséñame”, “me equivoqué, perdóname”, “en esto, estás equivocado, rectifiquemos” y “él o ella, llamados enemigos siempre, son capaces de hacer lo mejor para mi” y las acciones que deben surgir por ello: la disposición al aprender, el análisis crítico de las actitudes, el respeto a la diversidad y la resistencia completa y total a las etiquetas y generalizaciones.
Lunes, 28 de Agosto de 2006

jueves, agosto 17, 2006

Ley de Educación sexual en Argentina

Finalmente llegó (o casi, pero seamos optimistas de todos modos). Si, finalmente, los legisladores decidieron acompañar la realidad y movilizarse para transformar en ley el mayor proyecto de desarrollo humano que nuestro país tuvo en toda su historia. Luego de tanto tiempo, los gobiernos de nuestra nación tendrán una herramienta que permita implementar, con la fuerza que otorga la ley, el principal cambio hacia una sociedad mucho más equitativa y libre. Estoy hablando de la sanción en la cámara de diputados de la “Ley de educación sexual integral” que, confiamos, el Senado acompañara, por convicción o, en el peor de los casos, por no quedar como quienes se opusieron al momento histórico de sembrar el futuro.
Si sé, para muchos lectores parecerá exagerado definir esta ley en estos términos. Para muchos parecerá recargado este elogio sobre esta situación. Después de todo, podrían decir, no es nada en especial, no va a cambiar mucho. Me permito dudar, por eso pongo las cosas en estos términos. Es verdad que la ley no implica convicciones en los usuarios, no implica cambios sociales vertiginosos, tampoco implica solución a los problemas inmediatos que la sexualidad está mostrando (violencia contra la mujer, embarazos no deseados, abuso sexual, etc.). Sin embargo, es una puerta de esperanza, pues la ley promueve la utilización de una herramienta esencial y clave para contrarrestar estos problemas y es esto, lo que debemos tener en cuenta específicamente.
Pero veamos, un poco más en detalle, lo que pretendo decir entre líneas y, para ello, permítanme decirlos en otras palabras. La educación sexual se hace desde que el ser humano existe. Una educación sexual basada en la represión, en la dominación masculina, en la violencia, con las excepciones del caso, fue hecha desde hace siglos. Es decir, que, independiente de la ley, existe una educación sexual que se está haciendo actualmente por más que no se hable de “información sexual”. Establecer una ley para que esa educación, en la mayoría de las ocasiones informal, se estructure y promueva un compromiso y una postura concreta frente a los problemas de las relaciones humanas, llamadas sexuales en algunos casos, es lo que hace que esta ley sea una innovación.
Repitamos una verdad que debe ser mostrada claramente: la educación sexual no es información sexual. La educación sexual implica el desarrollo de actitudes y aptitudes en las relaciones de género que las personas tenemos y tendremos siempre, con el objetivo de promover, entre otras cosas, libertad, placer, respeto, diversidad. Por eso, una educación sexual integral tiene que partir de tres principios: establecerse a partir de la lectura de género como hecho innegable, propiciar todos los elementos para evitar y contrarrestar cualquier tipo de violencia y apoyarse en el desarrollo de la comunicación para poder expresar sentimiento y para poder aplicar la información, veraz, cierta y adecuada que se debe ofrecer.
El desafío es mucho más grande de lo que algunos imaginan. La ley de educación sexual integral no se reduce al aprendizaje sistemático y único de preservativos, anticonceptivos y MTS de forma teórica o práctica (sin dejar lugar a discusión sobre la importancia que tienen). Esta ley implica hacer el esfuerzo, sostenido, real e intenso, por una educación formal que desarrolle en el ser humano actitudes para gestionar los conflictos, evitar la discriminación, fomentar la diversidad, permitir el placer, realizar la prevención de los abusos sexuales, beneficiar la comunicación, liberar las relaciones de represiones negativas y, sobre todo, promover la felicidad como meta real del ser humano.
La educación sexual no es información sexual. Por ello, este tiene que ser un proyecto mucho más ambicioso sobre el futuro de nuestras sociedades. Porque la educación sexual integral, solo es así cuando genera, principalmente, la erradicación de la violencia de género, la prevención de las enfermedades a través del uso de la información, la gestión de situaciones fisiológicas de forma adecuada y respetuosa y, sobre todo, la posibilidad cierta de protección, desarrollo de la libertad de decidir, de elegir, de sentir, de gozar y de amar.

miércoles, agosto 16, 2006

Celos profesionales

Los celos son emociones que se sienten frente a la percepción de que alguien, que consideramos importante para nosotros, no nos está ofreciendo el espacio, la consideración ni el valor que merecemos. Eso nos produce una sensación de agresividad orientada hacia la otra persona o, hacia quien, en nuestra percepción, no nos reconoce como desearíamos. Una percepción que no está basada en la realidad sino en una construcción equivocada de hechos, merecimientos y otros elementos. Señalemos, por más que nuestra cultura tienda a presentarlos como positivos en ciertos casos, los celos nunca son correctos. Son una limitación que tenemos, fruto de un error de adaptación a situaciones de interrelación con los demás. Los celos, esa emoción de querer algo que no tenemos, son traducidos en lo cotidiano, de alguna forma. Para esa traducción utilizamos los recursos personales que disponemos procurando afectar a quien celamos. Porque en definitiva, esto es lo que no debemos olvidar, los celos, al buscar exteriorizarse, producen daños en uno y en los demás. Remarquemos: los celos nunca son inofensivos y no se restringen a las relaciones amorosas, por más que allí se encuentren las escenas más conocidas e intensas. Los celos se pueden presentar en todas las situaciones de la vida, inclusive obviamente, las de la vida profesional.Entre los recursos que utiliza el celoso siempre está la violencia verbal. Así, se recurre a la difamación del que tiene las ventajas y favores profesionales que, en nuestra percepción, deben ser para nosotros; la obsesión permanente por marcar los errores de esa persona, con una rigidez arbitraria; la utilización pervertida de la comparación, y el análisis conscientemente sesgado de la realidad, son algunas de las formas de violencia que utiliza el celoso. Es verdad, que algunos profesionales al sentir celos de un compañero, haciendo algún tipo de sublimación, pueden intentar mejorar su trabajo. Así, una emoción negativa es transformada en algo positivo. Aclaremos para no equivocarnos en los conceptos: si bien la sublimación es un mecanismo que produce beneficios, la realidad es que la sublimación nace de una dificultad, de un error de lectura de la realidad, de una incapacidad personal, porque los celos son un defecto de adaptación en los procesos de relación entre las personas. Ellos pueden ser explicados por el medio ambiente, por las circunstancias, por los procesos educativos y por las realidades personales. Pero sigue siendo un problema personal que tiene que ser resuelto. No podemos justificarlos bajo ningún punto de vista, aunque se puedan explicar las razones de su aparición.Los celos son una de las limitaciones que tenemos para el desarrollo individual, familiar, profesional y social. Este mundo tan competitivo y altamente expuesto a la imagen ganadora genera caldos de cultivo para que los celosos encuentren motivos para exteriorizar sus dificultades. Pero la solución no la debemos buscar afuera, sino en el análisis personal e individual. Al hacerlo, quizás, podamos avanzar en lo único importante: la procura de la felicidad como un bien individual que sólo existe compartido.
Artículo publicado en "La Gaceta" el 23 de julio de 2006

martes, agosto 15, 2006

Erradicar la violencia: el desarrollo humano real.

 Hablar de algo "actual" significa referirse a una determinada realidad en el momento en que se hace evidente de manera insoslayable. Por ello, hablar de "violencia" tiene esa actualidad por más que ella sea tan antigua como la humanidad misma. La violencia física exhibida en imágenes tiene un impacto social enorme que nos permite hablar de ella, pero debemos remarcar que la violencia es un fenómeno que va más allá de la sola expresión física. Ella posee una variada gama de expresiones: las que nos golpean en las imágenes crudas donde la sangre se vierte, pero también aquella velada, la que sacude las entrañas de la persona al sentir la imposibilidad de expresarla. Por ello el desafío de nuestras políticas (sanitarias, económicas, educativas y sociales) es de generar espacios donde los individuos puedan expresarse. Puesto que el ejercicio de los derechos humanos siempre será fruto de educar y desarrollar la capacidad de rebelarse frente a lo que nos coarta la expresión.
Digamos que el desarrollo es la dinámica por la cual una sociedad, a través de sus miembros y medios, consigue potenciar sus recursos generando espacios donde las aptitudes de sus miembros puedan expresarse y favorecer la creatividad. Si aceptamos esto, podemos comprender que todo lo que atente contra ello va en contra del Desarrollo (del individuo, de la familia, de grupos sociales - clubes, instituciones, empresas - y de la sociedad toda). Dicho por medio de un "silogismo": El desarrollo se favorece por la expresión de los individuos. La violencia va en contra de la expresión de los individuos, ergo, la violencia va en contra del desarrollo.
La segunda premisa que quisiera exponer es que toda sociedad está constituida por la presencia de personas reconocidas como de género femenino o masculino. Verdad incontestable, no tanto como qué es lo que nos hace ser varones o mujeres que implica un debate mucho más amplio. Dicho de otro modo, la sexualidad, es decir la manifestación permanente de una forma de ser varón o mujer en un lugar determinado, en un tiempo definido y según una vivencia personal, es una constante propia de toda sociedad (la sexualidad es comunicación, para que quede claro este concepto). Consolidemos esta idea afirmando que son hombres y mujeres (sintetizando a la sociedad) quienes deben expresarse para poder fomentar el desarrollo de una sociedad. Por lo tanto todo proceso que evite esto, iría en contra del desarrollo de esa sociedad. Simple pero contundente.
Si lo dicho es verdad significa que, para favorecer el desarrollo ,deberíamos, en primer lugar, tratar de comprender los mecanismos que regulan, constituyen y estructuran las relaciones entre los hombres y mujeres. Eso nos permitiría, mediante la educación, la búsqueda de la equidad, la prevención de la violencia y por ende, el desarrollo. Pues, mientras la violencia encuentre recodos en el camino de las leyes, arbitrariedades en las normas del mercado, prerrogativas basadas en el sexo; mientras la educación esté velada a parte de la comunidad, la violencia tendrá un espacio para desarrollarse a costa del desarrollo de la sociedad. ¿Cuál violencia? Comprendamos que para quien la sufre, la violencia es una sola, es aquella que afecta al individuo, altera su mundo, le impide ser dueño de sí mismo y lo convierte en alguien que ve limitado su horizonte por el miedo.
G. Canguilhem dice que “la biología define normas biológicas y no normas de comportamientos....” ésta es la esencia de todo el problema de la violencia. Existe un aprendizaje y una puesta en sociedad de actitudes toleradas, aceptadas y permitidas. Existe una serie de matices que "obligan" a aceptar conductas violentas como "permitidas" y son esas las que nos deben preocupar, pues ellas se erradican a través de la educación. Los sistemas educativos actualmente, más allá del entusiasmo individual y de la preparación personal, están limitados a brindar respuestas, puesto que la sociedad mantiene una incoherencia flagrante sobre lo que aspira, cree y encuentra como positivo.

La violencia es una conducta aprendida por el individuo, que nace de un sistema socio cultural que facilita este aprendizaje valorizándola como necesaria para defender sus intereses de forma positiva. La violencia puede encontrar dentro del individuo condicionantes que favorezcan la presencia de ella, o que la eviten. Remarquemos, no obstante, que la violencia es un aprendizaje inadecuado que uno utiliza para resolver situaciones en las que se ve inmerso. Si la violencia es una reacción inadecuada en el marco de una interrelación no existe ningún tipo de violencia que una sociedad deba fomentar. Dicho de otro modo, el fomento de la violencia implica el fracaso de los mecanismos de comunicación de los individuos.

Aceptemos que el último enunciado sugiere la existencia de un mundo ideal donde la comunicación tiene su sitial de preferencia y el recurrir a ella es la única vía aceptada. No existe tal sociedad, ahora bien, la tendencia a ella es la que nos hace desarrollados y no los factores económicos. Entenderlo es hacer el esfuerzo por comprender que la sexualidad es la esencia de nuestra naturaleza humana (el hecho de ser hombre o de ser mujer) y que la violencia contra ella es la violencia contra nuestro desarrollo, contra nuestro futuro, en definitiva, contra nuestra esperanza.

lunes, agosto 07, 2006

Educación sexual

Educación sexual
Vivimos en una sociedad muy sexualizada. El sexo, las manifestaciones de lo erótico están en todas partes. Hoy es más fácil escuchar comentarios osados sobre la necesidad del orgasmo, la existencia del punto G, la importancia de las fantasías en la vida sexual, etcétera. Al mismo tiempo en que este discurso sexual, casi omnipresente, nos permite suponer una cierta libertad de expresión, las campañas publicitarias sobre la necesidad de protegerse de las consecuencias físicas no deseadas (ETS o embarazo no deseado) en las relaciones sexuales ocupa un lugar importante en la idea de salud pública. Así, todo indicaría que estamos en el buen camino: podemos hablar libremente de sexo y existen campañas por la seguridad en las relaciones sexuales. Sin embargo, la realidad no dice que estemos con resultados tan positivos. Varios medios científicos informan que los esfuerzos en prevención no generaron cambios efectivos en los comportamientos sexuales de riesgo. Así también, aunque se hable tanto de sexo, los problemas de anorgasmia, eyaculación precoz, de aceptar situaciones de violencia, entre otros, continúan siendo una verdadera epidemia. Entonces, ¿cuál es el problema? Continúo pensando que todavía no encaramos la solución más clara, necesaria y barata para resolver muchos de estos problemas: la educación sexual. La sexualidad es un fenómeno cultural, que debemos educar a través de un triángulo esencial, que garantiza una buena sexualidad: desenvolvimiento de la comunicación como cimiento, construcción de herramientas para la gestión de los conflictos como útil para la prevención y promoción del conocimiento personal como estrategia para la felicidad. La educación sexual no es sólo información sobre el sexo. La educación sexual son procesos construidos, en continuo, a partir de las limitaciones del educando para ampliar sus aptitudes en la vida. Pensar de otro modo implica negar la posibilidad de hacer una sociedad donde la equidad de género sea una constante pragmática y no sólo discursiva, donde la violencia sea excepción y no norma, en donde la diversidad sea riqueza que procuremos permanentemente.
(Artículo publicado en Página 12 el día 26 de julio de 2006)

viernes, agosto 04, 2006

El paraíso

La noción de paraíso es parte de nuestra cultura occidental. De cierto modo creemos que existe un espacio donde el mal no nos puede afectar, donde estamos fuera de su influencia. Un lugar al que llegamos por méritos propios luego de variados sacrificios. También sabemos que el paraíso es algo que recibiremos pero que está siempre lejano.
Siempre nos imaginamos que el paraíso es un lugar físico. Tal vez porque somos prisioneros de nuestras percepciones materiales. Un lugar donde el sol, la fuente de la vida está omnipresente. Donde los colores claros resplandecen de una forma viva, palpable.
Ese lugar físico que se asocia a naturaleza, claridad, tranquilidad es también el lugar esencial donde podemos encontrar la paz que nuestro espíritu ansia con tanta desesperación. El paraíso es el lugar físico que nos permite expandir nuestra felicidad de modo ilimitado, que nos permite el gozo de sentirnos en libertad y sobre todo que nos hace sentir que el placer siempre esta al alcance de nuestras manos.
Dicen, que el infierno debe ser lo contrario. Aunque más no sea por eso de los polos opuestos, que nuestra imaginación limitada nos presenta siempre como opción. Donde la infelicidad reina, donde el placer está oculto y, sobre todo, prohibido.
Creo que la gran diferencia es una sola en este mundo entre el paraíso y el infierno: las necesidades satisfechas o no. Es esa la piedra angular que construye el paraíso y aleja el infierno. Sentir que las necesidades que uno considera esenciales están satisfechas.
Solo eso da la paz, la tranquilidad y, por consecuencia, la felicidad que siempre implica poder disfrutar el espacio que nos toca en suerte vivir.
Esta forma de pensar tal vez implique una verdad mas elocuente, el ser humano esta lejos del paraíso simplemente porque aún precisa demasiadas cosas para llegar a él.

E, miércoles, 16 de marzo de 2005

Los discursantes-2

Es tan evidente como imposible de mostrar. Eso es lo terrible. La confrontación entre la situación ideal expuesta como la situación a la que todos pueden llegar, en la teoría, y , por otro lado la práctica, que es en donde pasan las cosas de los demás. Así funciona el mundo de los seres humanos. Cuando es el otro el que esta viviendo una situación es muy fácil decirle, casi con desprecio, como se hacen las cosas y como deberían reaccionar. Es tan fácil y común mostrarles, con aires de evidencia definitiva, que la acción o reacción correcta, prolija y perfecta es una sola y no otra y que, las personas discursantes, no tendrían ningún problema para, en una situación semejante, hacer las cosas tal como el modelo perfecto de comportamiento humano lo exige, por más que nunca estará la oportunidad para probar que ese dicho, enunciado de forma tan tajante, se pueda cumplir.
Así va la humanidad con los discursantes ajusticiando con sus palabras a los otros, los que deben vivir las situaciones. Son los discursantes, terribles personas, capaces de hacer sentir mal a los demás por el simple hecho de no hacer lo que en realidad ellos no pueden hacer nunca.
No solo son necios de frente estrecha, sino incapaces de comprender cualquier otra realidad más allá que la realidad imbécil que construyen en su mundo, en el cual sus explicaciones sólo sirven para todo lo que ellos acomodan.
Este mundo va así de bien, presto a destruir la propia humanidad siempre, con las palabras o con las armas, solo vale destruir al otro.


E, Domingo, 03 de Julio de 2005.

Los discursantes


A lo largo de mi vida me he cruzado con una especie de seres que son muy comunes. Son aquellas personas que tienen un discurso muy construido y armado sobre las cosas basado en una ideología presentada como representativa de altos valores. Esas personas mantienen su discurso como bandera flameante y no osan discutir sus fundamentos. Lo más importante para esas personas es ser coherentes siempre en lo que dicen. De este modo elaboran, llegado el momento, complicadas explicaciones sobre porque cuando hacen lo contrario de lo que dicen es de una coherencia indudable en sus casos. Aunque a esto no llegan siempre, pues primero te acusan a ti de ser partidarios de una ideología errónea por cuestionar el sagrado dogma que ellos defienden. Además con sus explicaciones te transformas en un ignorante e insensible que desconoce su larga trayectoria de luchas para defender sus ideales. Aunque fácilmente se puede ver que en realidad son antiguas y pintorescas anécdotas de la consabida rebelión juvenil que todos y todas pueden tener y no el fruto de la convicción de la lucha.
Los discursantes pululan por el mundo e, inevitablemente siempre nos rodean. La base no está en lo que hacen, sino en lo que dicen. Lamentablemente su incoherencia siempre es la que da sentido a su forma de construir el mundo: una forma egoísta, opresora y que pregonan que sus ideologías multicolores pueden hacerse realidad alguna vez pero que la culpa es de los demás. De ese modo, van por el mundo los discursantes con sus discursos tolerantes, pero incapaces de tolerar a los que tienen un gusto diferente del suyo. Los que hablan de no ser homo fóbicos pero detestan a los homosexuales y se escudan en el famoso “yo tengo amigos homosexuales” para decir que no están en contra, por más que sólo sea un conocido de lejos. Los demócratas pero que en realidad le gustan los beneficios de las dictaduras económicas. Los comunistas que no quieren renunciar a la propiedad privada y a los lujos del capitalismo pero cantan loas al partido obrero y a la magia de los regimenes marxistas. Los que hablan maravillas de las iglesias, pero no se atreven a cumplir con sus mandatos de hacer el bien y de tratar a los demás como hermanos y hermanas.
Así van por la vida estos especimenes enfundados en sus discursos, obligando a que creamos que son los más abiertos, dispuestos, buenos, equilibrados, coherentes y felices, cuando en realidad no pueden serlo.
Lo peor de todo no es eso, sino que este mundo ya esta hecho a medida de ellos, pues los discursantes son los que siempre tienen algún poder, son los que generalmente oprimen y en definitiva para quienes están los beneficios.

sábado, 09 de abril de 2005

El poder

El mundo esta dividido entre los que tienen el poder y los que no lo tienen (sean estos los que nunca lo tuvieron ni lo tendrán o los que por el juego del poder dejaron de tenerlo). En función de esta realidad se desenvuelve la comedia del ser humano que toca, afecta, sacude, hace vivir y mata a seres humanos que deben navegar en ese mar del poder.

El poder esta inserto en el ser humano como una realidad tan concreta como el aire mismo que respira. Por ello, desde siempre, se hace esfuerzos permanentes por descubrir como delinear mejor el límite, tan escaso y fino, que transforma el uso mesurado, racional y adecuado del poder en abuso del mismo. Se sabe que es difícil seguir esa línea divisoria. Esta dificultad nace porque son límites que sufren la evolución permanente. Son, muchas veces, límites que se aplican de forma “instantáneo” en nuestro mundo. Es decir, no solamente tenemos que tomar la decisión de hacer frente al uso o al abuso de poder frente a hechos aislados, sino frente a personas concretas. Nuestros ánimos (alegres o melancólicos, nuestras experiencias (lejanas o recientes), nuestros deseos (reales o imaginarios), nuestra personalidad (dominada o dominadora) se combinan aleatoriamente en cada momento, y nos hace tomar decisiones diferentes, muchas veces, en cada momento.
Agreguemos a lo dicho, la creciente incapacidad que tenemos los seres humanos en reconocer nuestras faltas, a lo que se debe suma la capacidad que desarrollamos los seres humanos para crearnos la ilusión de la coherencia permanente. Todo eso termina por hacer que sea común utilizar varas diferentes en muchos momentos. La justicia, en esos casos, solo puede nacer no del conocimiento sino de la sabiduría. Lamentablemente la sabiduría es algo bastante escaso en los seres humanos, sino habría muchos menos muertos, marginados, infelices y abandonados en este mundo.

El poder, siempre es el poder el que produce el dolor en los otros, no solo el poder que se ejerce por la fuerza física, sino también el que se traduce como arrebato verbal, o como impulso emocional, o también el que es fruto de la personalidad que oprime aún sin utilizar la fuerza física. No hace falta tener un fusil para ejercer el poder. Hace falta ser incapaz de ver en el otro una persona capaz de tener un pensamiento válido. Es acusar al otro de no haber pasado una experiencia. Se ejerce el poder cuando se silencia la palabra del otro. En definitiva se ejerce el poder, se abusa del poder, cuando negamos por cualquier vía al otro de ser.

E, viernes, 28 de enero de 2005

miércoles, agosto 02, 2006

Contra los abusos de poder

La lógica tiene que ser clara y mantener la coherencia. La misma lógica para los mismos casos. No se puede manipular las situaciones para que parezcan diferentes utilizando nuestra apreciación sobre ellas. Tenemos que ser fuerte y constante en la lucha contra los abusos de poder. No se puede utilizar el rencor como el parámetro para justificar nuestras acciones. Tenemos que ser equitativos en el uso de los medios para imponer la noción de bien común que abrazamos. Esta no puede, ni debe estar basada en la observación de nuestras ideologías sino basadas en los principios que se opongan, siempre, en todo lugar y circunstancia a los abusos de poder. No se puede comparar los efectos del abuso de poder, no se deben comparar pues el sufrimiento siempre es sufrimiento por más que las causas nunca, nunca jamás sean equiparables. Acompañar a los que sufren en función de nuestras capacidades e intereses es una clave fundamental en la humanidad. Es lo que nos hace seres humanos libres, necesarios y capaces de promover un estado de bienestar potencial. Nuestras simpatías, formaciones hacen que estemos afines de algunos tipos de sufrimientos más que de otros. Por más que podamos sentir el sufrimiento como algo duro, en todos los casos, no somos siempre de hacer algo por todos los sufrimientos de este mundo. No es nuestra obligación y no estamos capacitados para ellos, salvo en los discursos estériles, infundados que ayudan a nuestra conciencia, pero no a quienes sufren. Loados sean, de todos modos, los que consiguen aliviar el sufrimiento a la mayor cantidad de personas. Héroes son esas personas, heroicas sus actos, formidables sus sentimientos y fundamentales sus esfuerzos.
Pero si bien no pido que todos y todas tengamos la misma sensibilidad frente al sufrimiento del otro, creo que debemos, podemos y necesitamos exigir el mismo esfuerzo para luchar contra el abuso de poder, el uso equivocado de la autoridad para producir sufrimiento. Eso es independiente de cualquier signo político, creencia religiosa, filiación o trabajo. Debemos ser enérgicos contra los abusos de poder, por más que no podamos hacer mucho en este mundo, donde el abuso de poder procura, permanentemente nuevos disfraces en las estructuras de gobierno y de control de la sociedad.

07/07/06

martes, agosto 01, 2006

El fin de la impunidad en presente

Siempre estamos atrasados con el fin de la impunidad. La deseamos desde temprano, pero llega tarde y, de ese modo, nuevas razones de impunidad generan el debate, como si fuese una contradicción. Si, estoy de acuerdo con la necesidad de procurar el castigo para los delitos de lesa humanidad, genocidio o como sea que deseen llamarlo el derecho o la gente. Lo que importa será siempre que aquellos que han hecho algún daño irreparable a la vida, a la felicidad o a cualquier derecho de otros seres humanos sean castigados. Que quienes decidieron que inocentes eran culpables, sólo porque tenían el poder para castigar de forma terrible, sean condenados, sin que tengan posibilidad que prescriban sus delitos. En esto no hay discusión. Pero, quisiera más actualidad, quisiera presente, quisiera que el castigo les llegue en vida y en salud y no en la muerte, en la enfermedad o en la vejez.
Aún cuando será importante, siempre, corregir las deudas con nuestro pasado recomponiendo el daño que los demás han hecho, considero fundamental que el castigo llegue cuando realmente sea el pago por sus crímenes. La inquisición culpó en vida a Galileo, a quien no le importó, en nada, que 500 años después fuera disculpado, reconociendo el error de los inquisidores. El sufrió en vida lo que los sus inquisidores sufrieron cuando muertos, el escarnio de la sociedad.
Somos responsables no sólo por lo que dejamos hacer, sino por no ser más céleres con estos procesos de castigo a quienes han hecho daño a una parte importante de la humanidad. Así fue con el Holocausto (dándonos cuenta de tantas muertes, cuando solo quedaban cenizas) así es con la dictadura militar (mostrando lo inconstitucional de ciertas leyes 20 y pocos años después).
Sin dudas es mejor darnos cuenta en algún momento que nunca. Sin embargo, quisiera que en algún momento no tengamos que esperar tanto para el fin de la impunidad. De este modo quisiera que los delitos de la corrupción fuesen castigados hoy. Recordemos que son esos delitos los que empujaron al éxodo a tantos compatriotas, son esos crímenes los que hicieron que niños y niñas de nuestro país muriesen de hambre. Son esos quebrantamientos de la ley y la ética los que obligan y obligaron a que muchos de los honestos y pobres trabajadores de nuestro mundo tuvieran que someterse a la miseria de aceptar el ultraje de punteros políticos, para así poder dar de comer a sus niños. Quiero que esos delitos sean castigados también hoy, no dentro de veinte años. Que sean librados de la impunidad en la que se regocijan los que tienen las mieles del poder, sean estos militares, políticos, guerrilleros, religiosos o empresarios. Ruego, por ejemplo, que el AMIA no siga impune hasta que los responsables estén decrépitos o muertos, luego de haber pasado una vida entera de lujos y placeres por lo que robaron y por lo que permitieron hacer.
Terminar con la impunidad significa quitarles, a los que han abusado del poder, el lujo que tienen de disfrutar lo que no han dejado o no dejan disfrutar a los demás. El castigo por más que sea tardío siempre es bueno. Pero, por favor, en algún momento tenemos que comenzar a castigar en presente. De ese modo los que sufren por los abusos de poder podrán ver que esos criminales pagan sus delitos cuando les duele y por sus crímenes y no cuando pierden el poder, o sea lo que les da la impunidad.

Lunes, 01 de Agosto de 2005
(Artículo publicado en Pagina12 el 10 de agosto de 2005).

El pianista, la soledad y la desesperanza

Hace unos días fui al cine. Fui a ver el Pianista de Polanski. Al hacerlo una angustia y un dolor de esos de carne lacerada me sacudio. Me senti mal. Muy adentro, donde uno guarda las emociones. Me senti golpeado en la sensibilidad que cada uno tiene para su propia esencia humana. La sensación íntima de ser golpeado brutalmente por lo incomprensible. Una experiencia individual, no colectiva, puesto que estos siempre seran la suma de dolores individuales.
Días después, la Academia de Suecia le entregó el premio Nobel de literatura al escritor húngaro Imre Kertész (Budapest, 1929) diciendo que su obra “enfrenta la frágil experiencia del individuo contra la arbitrariedad bárbara de la historia”. El autor dijo algo que me aclaraba algunas cosas con respecto a mi dolor frente a la pelicula. Kertész dijo “el nazismo sacaba a la luz los más bajos instintos del hombre, era la locura, la jauría desatada, el suicidio, la desesperación, el odio, la sinrazón”.
No es otra cosa que aquello lo que me sacudio el espiritu, golpeándolo muy adentro. En la pelicula el protagonista está solo. Se encuentra solo frente a todo eso que se desata y va viendo como sus referencias, que intenta mantener, se pierden en la nada. Se encuentra que está solo frente a demasiadas soledades puesta en juego; solo, frente a una necesidad de supervivencia que no logran construir un mundo.
La experiencia del dolor siempre es individual. Siempre nace en el fondo del alma de uno e intenta encontrar eco en los demas. A veces lo logra. Pero nunca, sin costo. Para hacerlo tiene que sacrificar, pulir, encajar su experiencia frente a la del otro para intentar paliar de algun modo el silencio que grita desde adentro.
Me doy cuenta, no es lo pasado lo que me sacudio con tanta fuerza, sino la realidad incuestionable que nos toca vivir. El dolor no es el sufrimiento únicamente por la locura de esos años, sino por la vivencia repetida y cruda de hoy.
La experiencia humana es una experiencia en presente, no es otra cosa. Es hoy cuando vivimos la alegría, el dolor, la pena, la sinrazon. Es hoy, cuando reproducimos aún, lo vivido hace 50 años o lo sufrido hace unos días. Solo hoy nos damos cuenta de nuestra soledad más profunda frente al dolor. Intentamos compartirla y seguramente lo logramos, a veces. Sin embargo, no logramos superar esas instancias donde en nuestra humanidad se sigue buscando, ofreciendo, cultivando y/o produciendo espacios para que esos “bajos instintos salgan a la luz”. He aqui donde la desesperanza golpea. El darnos cuenta que cambiamos nombres, formas de hacerlo, perfeccionamos técnicas, pero seguimos construyendo razones para el dolor. Frente al cual estamos solos.
La esperanza existe. Claro! Es la mentira que nos permite vivir. No la mentira en un sentido absoluto, la mentira de lo cotidiano. La de hacernos creer en esa vivencia personal que, cada tanto, nos permite espacios donde respirar "aire puro", o sea donde poder soñar, creer y amar. Hasta creer que, esos espacios, ocupan todo el desierto y que no son sólo esos oasis que encontramos de vez en cuando, algunas veces para quedarnos.
I have a dream! Como todos. Como lo seguiremos teniendo con el simple objetivo de avanzar por este desierto, lleno de oasis, hasta una ciudad donde el dolor de la sinrazón no exista, no como mito religioso, sino como conquista humana. Pero aún nos queda mucho desierto por andar.
11/10/02

Grito de poder

Es necesario gritar. Es la realidad terrible y lamentable del mundo que nos toca en suerte. Gritar o sucumbir. Gritar o someterse. No es cuestión de discutir sino de gritar más fuerte y pesado que el otro. Hacer esto sin dejarse abatir por la reacción, sea de cualquier tipo, de la otra persona. Ni siquiera dejar de hacerlo aunque sean reacciones sentimentales o emotivas. Lo único que importa es mostrar que contigo no se juega y allí, en este mundo, terminan todas las otras cuestiones.
Lo que importa es ser más fuerte. Fuerte en el sentido que te plazca, siempre y cuando no sea en el sentido ideal que pregonan los discursos pero nunca la realidad. Salvo en esas excepciones que son un grano de arena en la suma de los océanos. Ser más fuerte implica, en este mundo egoísta, estúpido, cruel y perverso, gritar con más fuerza que el otro. Monopolizar la razón imponiéndola con el solo argumento que da la fuerza.
La razón, esa cosilla que se presenta como el adelanto impenetrable del ser humano frente a los animales, es una burda formación manipulada por el esfuerzo de la fuerza. Nuevas razones siempre reemplazan a las anteriores y por ello, solo importa la fuerza de la imposición y no la verdad que puedan utilizar los argumentos.
Es verdad, siempre está la resistencia. Cada vez más vana, pues la fuerza ha comprendido que hasta la imposición más dura se puede hacer con los ropajes travestidos de la verdad y así hasta se puede matar en nombre de la ley, destruir en nombre del progreso y excluir bajo el designio de la integración. El poder ha logrado hacer de su lógica portentosa una arquitectura elocuente de la fuerza, donde se impone, sólo por utilizar la voz más fuerte o intensa (arriba los medios de comunicación que dejan, en nombre del bendito marketing, utilizar todo).
Tener razón se ha convertido en este mundo en tener la habilidad o la fuerza para mostrar la razón de la forma más imponente y, parece, que allí termina toda la historia. El resto, en este mundo, sólo son juegos de palabra para que, los peones que se mienten ideales, sean capaces de soportar mejor la cruda realidad de la violencia que se impone permanentemente con el grito, la fuerza de cualquier tipo y la manipulación.

Sábado, 29 de Julio de 2006

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