jueves, septiembre 28, 2006

La exclusión: sentimientos e ideas

Manejar la exclusión es difícil. Es difícil porque ella surge de cosas que son muy complicadas de compartir. La idea es más fácil, pero la vivencia es sensiblemente personal, subjetiva y por ello, generalmente, complicadísima. Por eso los excluidos son aquellos que tienen una vivencia particular que los demás no pueden compartir, ni aún teniendo la misma. Tal vez porque la comprensión puede leerse como compasión y, en ese sentido, eso hace aún más daño pues fortifica la idea de exclusión. Así, la compasión es sentida como una prueba más que uno es un excluido.
Sin embargo, las causas de exclusión todos las podemos racionalizar y comprender la profundidad de la vivencia. Pero no es traducible en la piel, que es la cuestión esencial del sentirse excluido. Todos podemos comprender la idea de tener una enfermedad terminal, de ser pobre, de estar desempleado, de estar ilegal, etc., pero sigue siendo una vivencia individual que se vive bajo la piel, no en los hechos que se hablan. Es mi “cuero” el que padece la exclusión, no es la idea de exclusión, ni una vivencia semejante. Siempre es algo individual, algo particular, algo que esta bajo mi piel y no bajo otra.
He aquí la cuestión esencial, sentir bajo la piel. Bajo la piel es un universo casi desconocido para todos y aún para uno mismo. Es una combinación de múltiples cosas (si todos seremos hidrogeno y oxigeno –en la metáfora simplista de ciertos holistas- pero el orden de todo siempre altera el producto de lo que somos). Porque no podemos olvidar que son muchas cosas las que nos han pasado, que hemos vivido, que hemos aprendido, que hemos sufrido, que hemos conocido. Todo eso es lo que hace que ese “bajo esta piel” sea mucho más que una simple observación particular, para convertirse en la constatación directa de una realidad, la propia.

lunes, 21 de marzo de 2005

sábado, septiembre 23, 2006

Sobre gustos no hay nada escrito pero....

Si, dicen que sobre gustos no hay nada escrito. Pero en realidad hay mucho, cada cual tiene su manual y su catalogo de lo que es o debe ser el buen gusto. Por eso debemos tener cuidado con este tipo de frase. Ellas parecen traslucir una gran tolerancia cuando en realidad son las responsables de la dificultad que existe para erradicar la incapacidad, tal vez innata, de los seres humanos de soportar lo que es diferente.
La realidad es que todo depende de la palabrita clave: poder (con cualquiera de las herramientas que utiliza normalmente: dinero, emociones, fuerza, bruta y la otra también, etc. etc.). Todos y todas tenemos una idea de los gustos que son aceptables y de los que somos capaces de permitir en nuestro medio cercano. Como así también sabemos cuales son los gustos que nos molestan y los que, si podríamos, eliminaríamos de la faz de la tierra. Por más que mantengamos un toque de respetuosa tolerancia, en algún rincón nuestro verdadero yo sale y dice que en realidad detestamos a los que tienen el gusto por una cosa u la otra.
Esto es muy habitual, sin embargo, generalmente no lo enfrentamos como problema, apelamos a las frases significativas. Creemos que con enunciados así ejercemos la llamada tolerancia. Lo cierto es que estamos tremendamente lejos de eso. Alguna vez, quizás, debamos dejarnos de joder y comenzar a comprender que no son los discursos y sus representaciones simplistas, en frases altisonantes, lo que genera el cambio que precisamos. Tal vez, así podamos darnos cuenta que el respeto por la diferencia, el reconocimiento de la alteridad como válida es algo que se aprende en lo cotidiano y que se enseña desarrollando aptitudes en las personas, mostrando que la verdad es que sobre gustos hay mucho escrito, pero no siempre lo correcto.

jueves, 31 de marzo de 2005

viernes, septiembre 22, 2006

La incoherencia cotidiana

A los seres humanos nos resulta difícil ser coherentes permanentemente. Nos cuesta realmente. Frente a esta dificultad decidimos simplificar las cosas. Así zanjamos la cuestión con una técnica infalible: continuar siendo incoherentes pero llamarla de coherencia. Sin dudas es más fácil. No cambiamos ni hábitos, ni pensamientos, ni realidades, únicamente cambiamos palabras y se terminó el problema. Una técnica curiosa que es cada vez más utilizada, aunque no sea nueva. En función de esto, solamente importa es tener el poder del rotulador y con eso se acabaron los otros problemas.
Así, por ejemplo, el alcohólico únicamente necesita ser capaz de llamar a su situación con otro nombre, digamos bebedor social, para dejar de ser un alcohólico que son los otros. Esto que parece patético cuando lo exponemos crudamente es, en realidad, un principio que sirve para todas las instancias sociales, desde las familiares y cotidianas hasta las gubernamentales y especiales. Lo que llama la atención es que, en general, todos somos capaces de hacer eso en menor o mayor grado como que también somos capaces, al mismo tiempo, de negarlo rotundamente. A veces pienso que este tipo de actitud es tan humana que puede ser innata al ser humano y eso desespera, porque únicamente nos queda, para contrarrestar esa terrible realidad, un ideal soñado, ya bastante descolorido.
Mantener la coherencia es difícil sobre todo cuando se debe unificar tres manifestaciones: el acto, la palabra y el discurso. Mantener una unidad racional entre estas tres cosas es lo que dificulta, muchas veces conservar la coherencia. Aclaremos estas tres manifestaciones: el acto es acción, la palabra es la comunicación interpersonal y el discurso es una toma de posición pública. En un ejemplo podemos comprender más la distinción:
-discurso: Tenemos que estar en contra de todo tipo de violencia contra la mujer, sin excepción
- palabra: bueno comprende, el esta muy nervioso y por eso reacciona así. El no es violento, ahora tiene esas reacciones
- acción: Mejor espero, no vale la pena hacer la denuncia ahora.
Si palabra, discurso y acción son tres cosas que sólo se unifican con el uso de la primera como soporte de la coherencia. Lo terrible es que los seres humanos somos tremendamente duros cuando esa incoherencia que no tenemos la encontramos en los demás. Allí somos impiadosos. Mientras que en otros casos somos inocentemente permisivos.
Un futuro no muy promisorio nos espera según esta lectura. Efectivamente, tenemos una humanidad repleta de falsos amigos y de inocentes enemigos. Esto es la consecuencia de nuestra incoherencia. Pero no lo evitamos, simplemente seguimos camino sobre nuestra incoherencia. Así, a los primeros los disculpamos aún en sus flagrantes incoherencias de todo tipo y a los segundo castigamos hasta la destrucción por sus deslices.
Después de eso, nos preguntamos inocentemente, ¿adonde va el mundo? Pues vamos sabiéndolo, va adonde lo estamos dirigiendo.

Miércoles, 20 de Septiembre de 2006

Lamento de humanidad

¿Denunciar lo que todos saben? ¿Hablar de los atropellos del poder? ¿De qué sirve repetir las ideas que tantas palabras dijeron durante siglos y siglos? El ser humano sigue siendo el mismo de siempre, una especie que alberga depredadores voraces, seres indefensos, sacrificadas dadoras de vida, crueles sembradores de muerte, analfabetos y cultos que construyen culturas de emoción y letrados e ignorantes que erigen culturas de destrucción, seres capaces de crear la felicidad desde la nada y, también, seres que son capaces de quitar todo para conseguir nada. No existe otra especie conocida capaz de albergar en su seno tantos opuestos llenos de destrucción y de creación.
Así vamos por una vida, caminando por sendas maltrechas de recorridos dispares, conjugando esperanzas y desesperanzas. Haciendo del odio el fruto diario y buscando sembrar amor a pesar de eso. ¿Qué círculo cruel nos mantiene presos de esta sucesión inevitable de llanto y risa?
¡Oh, humanidad! ¡Cuánta incoherencia, disfrazada de coherencia, alberga tu destino imposible de describir! No se sabrá, hasta el último latido, del último ser humano, si estás llamada a destruirte o a hacerte dueña del universo.
E, jueves, 17 de marzo de 2005

miércoles, septiembre 20, 2006

Pilares para una sexualidad plena

El ser humano dispone de la capacidad de ser feliz. Esta capacidad está relacionada con las posibilidades que tiene de desarrollar sus actitudes en el medio en el que vive, de relacionarse con sus semejantes y poder creer firmemente en sus potencialidades físicas, psíquicas y sociales.
Dentro de todo ello, la sexualidad ocupa un lugar primordial para su felicidad como también para su salud. Esto debería ser una redundancia pues debemos aceptar que las cosas están íntimamente ligadas.
La sexualidad es la capacidad que tienen los seres humanos de interrelacionarse con otras personas a través de actos sociales que incluyen los actos sexuales, eróticos y otros. La sexualidad no se restringe a los actos sexuales, sin embargo, encuentra en estos un modelo de relación promocionada y deseada por la mayoría de las personas.
Es necesario comprender que una relación sexual es un acto psico-socio-fisiológico y por lo tanto debemos considerarlo como algo que necesita una serie de condiciones para ser saludable para las personas.
Un acto sexual saludable es aquel que nos permite a cada uno sentirnos bien física, psíquica y socialmente. Es un acto que cada individuo sabe o va aprendiendo a disfrutar. Se puede tener más habilidades para el sexo o menos pero debemos comprender que esas habilidades se pueden desarrollar para que siempre sea una situación placentera.
Debemos remarcar, sin embargo, que las mejores actitudes y aptitudes para disfrutar una relación dependen de los mecanismos comunicativos y no de las habilidades sexuales en si mismo. En otras palabras, y como ejemplo, saber donde esta el clítoris no es lo que produce el orgasmo en el 100 % de los casos, sino la capacidad de poder comunicar la mejor forma, la forma personal de satisfacer al otro con el clítoris.
Por ello, debemos comprender que la erección, la lubricación, siendo muy importantes para la consecución del acto sexual, no son los elementos únicos y suficientes para que una relación sexual, sea placentera.
Las tres claves son las siguientes:
a- el conocimiento: que incluye la información sexual, como también el auto-conocimiento. Es decir, cada uno debe aprender sobre su cuerpo, saber como son sus genitales, saber sus reacciones, aprender a escuchar la forma que su cuerpo pide, habla, dice, espera. Es un proceso que comienza en la niñez pero que permanentemente debemos hacer. Descubrir, conocer, comprender y escuchar nuestro cuerpo es el primer elemento clave para una buena relación sexual
b- la comunicación: la comunicación es mucho más que decir palabras, es la capacidad de expresar ideas, emociones, sentimientos, miedos, dudas, deseos con todo nuestro ser. Se utiliza las palabras, se muestra en los gestos, se aprecia en los silencios y al revés también. Ser comunicativos no es hablar mucho sino desarrollar la capacidad de escuchar lo que el otro dice sobre lo que siente, espera y desea. Es desarrollar todo lo necesario para que se construya un espacio de tranquilidad, de placer y de interrelación
c- el momento: compartir un momento no es una cuestión de tiempo. Un momento lo defino como la mínima unidad de intimidad compartida. Eso exige cierto tiempo, obviamente, pero sobre todo una gran disposición y la capacidad de desnudarse. Aclarando que esto no es un strip-tease erótico (aunque bien pueda ayudar tantas veces). Desnudarse es la capacidad de dejar que nuestra piel se encuentre con otra piel a través de nuestros sentidos.
Estos tres elementos permiten una mayor capacidad de goce en la mayoría de las parejas. Ahora bien como ustedes podrían preguntarse: ¿esto iría en contra de las relaciones pasajeras? No necesariamente, existen relaciones de una noche (o de una tarde o de una mañana) que son fabulosamente placenteras, sin dudas.
Lo que quiero insistir es con el hecho que la suma de estos tres elementos permitiría que, aún habiendo la mejor química en el primer encuentro, se logre superar ese primer encuentro, por más espectacular que haya sido. En otros términos, la intimidad puede favorecer el desarrollo del placer sexual, sin dudas.
El uso de las fantasías como elemento complementarios, la búsqueda de los juegos sexuales, la utilización de juguetes eróticos son algunos elementos complementarios que pueden ser de mucha utilidad para las parejas, siempre y cuando funcionen esos tres pilares que permiten descubrir siempre nuevas sendas para avanzar en el disfrutar, en el placer y en la felicidad de cada uno y de cada una.

Hartazgo y dolor

Me duele el alma. Me mata la terrible sensación de vivir en un mundo, a la par, tan cruel y con tantos sueños hermosos. Me quita las fuerzas darme cuenta que lo que tenemos es lo que todavía no nos quitaron los que tienen el poder. Duele que la bondad, por más que exista, tiene tan poco peso en este mundo. Atormenta constatar que los intereses de los poderosos siempre pueden más que cualquier buena intención.
Me dan bronca los que engañaron a los jóvenes llevándolos a guerras que esos individuos necesitan. Detesto a quienes se llevaron a artistas porque decidieron hablar de lo que siempre hablan los artistas, aún sin sentirlo, sin creerlo o sin vivirlo, de libertad, de creación, de sueños de otros, de utopías, de igualdad, de sentirnos cerca.
Me da una pena de rabia los que empuñaron las armas, pero sobre todo los que en parapetados escritorios empujaron a las armas a los demás. A los que desde púlpitos, desde escenarios, desde estrados impulsaron el enfrentamiento donde dejaban la piel y el alma los que valen la pena, siempre los otros.
Me da tristeza los que solo persiguieron utopías y su crimen fue ajusticiado por ese delito que jamás se debería condenar, el de tejer sueños donde la felicidad sea un fruto siempre maduro y permanentemente al alcance de todos.
Me rebela, desde el alma hasta las músculos, desde el sentimiento hasta las ideas, la incapacidad que tenemos para darnos cuenta que no importa el color del poder, no importa el sino de la opresión, no importa la ideología del dominador, no importa el credo que manifiesta, solo importa una cosa, que haya personas que no sean capaces de aceptar que puedas pensar distinto, que puedas creer diferente, que puedas sonreír por otras cosas, que te conmueva otro sentimiento, que te alienten palabras opuestas a las suyas, que no tienes poder y que su poder no debe servir para hacer daño.
Falta tanto camino es lo cierto, porque la libertad es algo que todavía no conquistamos, la independencia aún es una utopía. Ya que el camino aún es una senda difícil en medio de una selva espesa y el horizonte está todavía muy lejos.
¿Porque no comprenden de una vez los pastores, políticos, autoridades, revolucionarios armados, terroristas reconvertidos, Mesías de todas clases y tipos que no tienen la capacidad de dirigirnos a nuestro norte, sino a nuestro abismo? Acepten de una vez que el camino no es el que nos dicen, sino aquel que surge cuando nos permiten elegir, aquel que se abre cuando nuestras manos trabajan, aquel que nos permite el eco de nuestras sonrisas, aquel que facilita la palabra compartida y la palabra escuchada.
Basta. Basta de de todos los falsos profetas, de los antiguos inquisidores, de todos aquellos que pregonan la libertad que nace desde la esclavitud, que solo pretenden hacer una sola cosa: hacernos olvidar que somos quienes somos, cada uno y cada cual, que la única locura permitida es poder vivir y que lo difícil no es la revolución armada de cualquier sino o ideología, pues todas se tiñen de la sangre de los inocentes. Lo difícil es la revolución de darnos cuenta que la verdad no existe, sino que la vamos construyendo, que la vamos moldeando y que solo puede hacerse realidad con el único material real que sirve para construirla: la felicidad de todos.

domingo, 30 de enero de 2005

Los celos, el tabaco de la pareja

Para evitar malos entendidos digamos que estoy convencido que el tabaco es perjudicial para la salud. Por ello, nuestra analogía implica que los celos son dañinos para la pareja. A corto, mediano o largo plazo.
El tabaco está comprobado que produce daños inevitables en las personas fumadoras, tanto en las activas como en las llamadas pasivas. Sin embargo aún genera la sensación de ventajas personales y sociales para las personas. La gente encuentra en ello reconocimiento social, placer, satisfacción, hábito común, entre muchas otras cosas. Sumemos a esto que no siempre produce la muerte, y cuando llega lo hace, muchas veces, después de una larga vida; agreguemos, además, que los problemas secundarios que produce el tabaco parecen ser fácilmente asumibles: algunos problemas respiratorios, el olor a tabaco, la piel y los dientes amarillos, el aliento con ese olor particular, tal vez algún carácter irascible, etc. Para terminar también digamos que los que fuman defienden la hipótesis, que no necesita probarse, que pueden dejarlo cuando quieran. Si, el hábito de fumar es tan natural, aceptable, valorizado como los celos, y, según lo evidente, tan perjudiciales.
Efectivamente, los celos son algo que funciona como el tabaco: son aceptados, hasta bien vista su presencia. Se podría llegar a prohibirlos, aceptar que producen daño, sin embargo, no se los cuestiona abiertamente. Todos conocemos gente que sufre por ellos, pero también aceptamos normalmente que hay un mínimo tolerable y hasta socialmente aceptable. Los casos de muerte por los celos, no impacta pero como algo dramático pero externo a nosotros. Siempre nos escudamos en la convicción que a nosotros no nos afectará. Para terminar digamos que, los efectos secundarios, no son tan molestos en definitiva y es parte de la libertad que tenemos de aceptarlos. Veamos, a continuación, algunos elementos para intentar desmontar esta supuesta normalidad y alentar a la consideración de los celos como algo que indefendible.
Lo primero que tenemos que considerar es que los celos son una realidad personal que repercute sobre la otra persona. Esta realidad produce múltiples efectos sobre las dos personas implicadas y puede repercutir negativamente sobre terceros ocasionales. Exactamente como el tabaco. De esos efectos, algunos son considerados hasta simpáticos, otros son considerados deseables por ser apreciados como una representación de algo positivo.
Esta falacia esta basada en lo normal (estadística) que es esta realidad y en los “limitados casos de daño visible que son conocidos” que además el daño surge por la suma de otras cosas. Sostenemos que el daño, imperceptible muchas veces es daño también puesto, como reza el proverbio, “la gota orada la piedra”.
Los celos son una de las tantas patologías que se aceptan como normales, pues por siglos han sido aceptados como una manifestación del amor más profundo. Los celos son normales como el tabaco. Ambos pueden conducir a la muerte, tanto de una persona (la tragedia pasional) como la de una relación (sin la tragedia de sangre). A pesar de esta evidencia no se ha demistificado a los celos y se continúa manteniéndolos como una representación del amor verdadero. Es más, para poder mantener el sistema válido, se ha creado el artificio de dividirlos en “normales” y “patológicos” para defender su existencia. Tan artificial la separación que no se puede establecer un límite preciso. Esto permite, por esa imprecisión, disculpar demasiadas cosas y aceptar muchas situaciones.
Puntualicemos, antes de continuar, que los celos no tienen nada que ver con la traición, la infidelidad o la deslealtad, situaciones que pueden fomentar los celos posteriores, pero no son la causa. Siguiendo con nuestra alegoría, ejemplifiquemos diciendo que una persona puede fumar más en el período de preparación de un examen, pero no por ello se puede acusar que los exámenes son una de las causa del tabaquismo. Los celos son una realidad personal debido a lo imaginario. Los ejemplos se construyen a partir del sentimiento con retazos de la realidad: es sobre el pañuelo de Desdémona donde Otelo crea la infidelidad probada. El pañuelo existe, el resto se siente y no se domina.
La gente fuma porque le gusta y porque no puede evitarlo. Necesita hacer terapia para dejarlo a pesar de la fantochada de muchos que dicen que pueden abandonar el hábito cuando quieran (digo fantochada pues en realidad, son la excepción limitadísima quienes pueden dejarlo de verdad). La sociedad lo impulsa, lo vende, lo muestra y lo favorece, porque conviene esa “normalidad”. Tanto como con los celos.
Mientras no comprendamos que los celos son una manifestación patológica, aún cuando no produzca daño evidente, estamos dejando que las personas sufran por experimentarlos o por recibirlos y estamos evitando prevenir un daño que les impide a muchos disfrutar la verdadera felicidad que siempre pasará por el reencuentro con el otro, en la libertad de la decisión, en la confianza de la comunicación y en la entrega de la intimidad compartida.
Texto publicado en la página del Dr. Sapetti www.sexovida.com

La violación: crimen contra la integridad sexual

La sexualidad es un proceso dinamico de interrelacion entre el individuo y el medio ambiente. Y en esa constante interrelacion el individuo sufre de forma aislada, circunstancial o permanentemente abusos que atentan contra su sexualidad. Dentro de esos abusos, la violacion ocupa un lugar importante. Puesto que la violacion esta innegablemente ligada a la sexualidad entera.
Hablar de violacion es hablar del ultraje mas antiguo que sufre la humanidad, puesto que no existe civilizacion que no hable de la violacion como acto importante, ya sea en su historia o en su mitologia. Sin embargo hubo que esperar hasta mayo de 1993 para que la violacion sea reconocido oficialmente, por la primera vez como crimen contra la humanidad. (Consejo de seguridad con relacion a los crimes de guerra en la exygoslavia). Declaracion que se respalda en particular, en el caso de la mujer con numerosas declaraciones internacionales como ser el Documento de la ONU de 1994, donde se establece que la violencia contra las mujeres se relaciona directamente con los derechos humanos y es incompatible con la dignidad humana.
En nuestro pais se rrealizan diversos esfuerzos aisaldos para considerar esta situacion. Dentro de ellos la reciente modificacion del codigo penal a traves de la ley 25089 referida a los delitos contra la integridad sexual es un ejemplo (dejemos para otra intervencion la discusion sobre la necesidad de clarificar la definicion de violacion). Sin embargo, existen diversas cuestiones que se relacionan con la violacion que debemos tener en cuenta. Puesto que al pensar en los alcances de la violacion uno se confronta con diversas prioridades: la salud fisica, la salud social, la salud psicologica, la salud sexual, la salud espiritual. Estas diversas prioridades se ve reducida, según numerosos trabajos relacionados con el tema de violacion, en la experiencia cotidiana, a los aspectos puramente ginecologicos y medico legales.
La violacion es un suceso no esperado, que se transforma en un punto de inflexion en la vivencia de la persona. Puesto que en esa relacion no consentida, se situan el nucleo donde surgen, miedos, angustias y sobre todo la perdida de puntos de referencia. No olvidemos que la violacion es un suceso que realiza una triple negacion: la del sujeto (el o la abusada es tomado/a como objeto); la de la persona (la palabra es negada =el no consentimiento; no olvidemos que el ser humano se hace presente a traves de la mediacion del lenguaje en sus diversas manifestaciones) y la del individuo (su identidad a sido reducida). La clinica (lease intervencion) debe intentar dar nuevamente relieve a estas tres dimensiones. Puesto que despues de la violacion, la persona debe tratar de elaborar lo no-elaborable, reconstruir o reencontrar una identidad, todo esto implica al mismo tiempo un trabajo de duelo, una rehabilitacion de si mismo y de su propia palabra y la restauacion de los polos masculinos y femenino.
Para realizar esto hay todavia mucho camino que recorrer. La modificacion reciente de la ley y los numeros esfuerzos de Organizaciónes gubernamentales y no gubernamentales son intentos validos y que deben realizarse. Pero debemos actuar en nuestra vida cotidiana. Se debe intentar convencernos que se debe aunar esfuerzos. Esfuerzos para, por un lado, sensibilizar a la sociedad sobre el alcance de este delito, a traves de campañas claras, realizacion de talleres, etc. Trabajar sobre la imagen de la mujer en la sociedad, evitando los estereotipos. Por otro lado, ofrecer una educacion sexual que trate de erradicar los numerosos mitos que rodean a la sexualidad y que estan muchos de ellos a la base del problema de violacion. Otro elemento fundamental es generar espacios donde la victima pueda expresarse y de ese modo pueda producir una reaccion para realizar ese trabajo de elaboracion del suceso.
En definitiva debemos realizar el esfuerzo por comprender que la sexualidad es la esencia de nuestra naturaleza humana (el hecho de ser hombre o de ser mujer). La violencia contra ella es la violencia contra nuestro futuro, en definitiva contra nuestra esperanza.

martes, septiembre 19, 2006

Depresión: Sensaciones

Buscar. Revolverse en el fondo del abismo, que surge inapelable e intangible. Querer imaginar algo más que el borde la nada, que se antoja tan presente. Los fantasmas no existen pero espantan. Surgen inverosímiles sin poder sujetarlos de las solapas para pedirles explicaciones por su presencia, fuera de lugar.
La cama siempre parece el lugar perfecto. Mezcla de sueño y ataúd, el cuerpo se extiende en sus límites ya marcados y la mente deambula en sus sensaciones de ceguera, procurando con otros sentidos los caminos y las salidas que, inevitablemente, parecen que nunca se llegarán a encontrar.
Uno intenta hablar. Las palabras están ausentes, como extraviadas entre la mente y la garganta. Algunas ideas se esfuman y las otras se difunden sin entusiasmo, pero no llegan casi nunca al verbo. Se quedan en pensamiento, como haciendo tiempo, mientras se espera el sueño, que no es reparador sino excusa para que la cama sea lógica y no martirio.
Exorcizar el momento parece lo indicado. Ver horizontes y ver más allá de las líneas, para intentar esbozar proyectos. Pero la bruma no deja ver ni sol, ni norte, ni nada. Se titubea sin titubeos. Se presiente que el tiempo se ha perdido, se evapora y se acumula en los frenos que se hacen de piedra, de cemento, de muerte.
Los gritos, supuestamente salvadores, sólo son más piedras en el túmulo que se presenta lógico, palpable e inevitable. Se intenta la sonrisa, sin el entusiasmo de la alegría, sino con la obsecuencia de la desesperación. Se hace mueca de excusa. Otro momento se va, vaciado por la fuerza centrífuga del peso que endurece músculos y algo más. Las fuerzas parecen aún más silentes, áfonas de cualquier frenesí, se desintegran en la idea que no tiene otra cosa que el eco del vacío permanente.
No existe ayuda a pedir y, sin embargo, se clama con la insistencia del naufrago solitario que quiere ver, en la naturaleza, ayuda, y no desencanto e indiferencia. La desidia se hace parte del cuerpo, como tumor, que inerte en otros tiempos, cobra vida y se agiganta. Los demás no tienen más que palabras que la mente ya utilizó. Palabras, ya descoloridas, de empuje, que se escuchan como ecos antiguos de tantas mañanas intentadas con las mismas palabras.
Intentas reaccionar para que te dejen en paz. Fórmulas matemáticas de exasperante estupidez intentan hacerte comprender y tú sigues con los incentivos fugaces y las explicaciones sosas sobre las realidades imposibles. Escuchas la denigrante exaltación que realizan de las virtudes que no existen envueltas en falacias, definidas a simple vista. Es imposible de creer y los demás se mienten impiadosos.
No se quiere mencionar la palabra y ella está sentada en el trono de la realidad, su presencia está extendida como manto real, que se hace presente de forma total. Ilusos desvaríos de humillaciones se acumulan en esos intentos condenados a la peor de las muertes, la de la desidia imperiosa.
Sábado, 06 de Mayo de 2006

lunes, septiembre 18, 2006

Morirse

Morirse es terminar. Así de simple. Terminar lo que estabas haciendo, sea eso la creación revolucionaria o la nada más rústica. Morirse es poner un punto final sin vueltas. Es decir hasta aquí llego, mejor dicho, que alguien diga hasta ese punto llegas y listo. Los puristas dirán que tu obra continuará. Pero, lo cierto que la persona que la hizo, la creo o la plagió desaparece y libro cerrado. Podrán criticar su obra o recordar sus cosas, pero no hay vueltas atrás, el muerto no se enterará.
Si, algunos llamarán reencarnación al proceso que nos permite perpetuarnos de forma saludable en nuevos cuerpos con nuevas relaciones y todo ello. Pero, el cuerpo que tenemos, con la mente que nos permitimos formar, con las cosas que saboreamos, sea materiales o espirituales, termina en el túmulo donde dejan las osamentas.
Verdad inevitable, adornada de mucho maquillaje para hacerla pasable. Un maquillaje creado, fantaseado y modernizado en años de raciocinio y también en elocuentes rituales que lo único que permiten es que los vivos construyan imágenes validas para mantener una aparente presencia de los muertos. ¿Sirve? ¡Vaya que si! Son tremendamente útiles y, valga decirlo, maravillosamente concebidos. Muestran la capacidad innegable del ser humano de rebuscársela frente a su finitud inevitable. Muerto estarás y esa es la verdad.
La trascendencia que existe, o que deseamos que exista, está realmente en la vida que logramos desarrollar. El resto sólo son chismorreos de vecinos o angustiantes ambiciones de aquellos que ansían que las cosas sean de otro modo de lo que manda la realidad chocante.
Los ejemplos que existen de ese paso después de muerto son importantes y cumplen, tal vez su función más preciada, darnos la posibilidad de morir con dignidad y crear esperanza, ya que eso permite que el ser humano sea capaz de hacer un poco el bien durante su vida, a pesar de su naturaleza que, según las constantes demostraciones del ser humano a lo largo de la historia, es una naturaleza egoísta y violenta.
Celebremos la vida de la mejor manera que creamos, sintamos y podamos. La muerta nos espera seguro y luego, quien sabe.

Lunes, 18 de Septiembre de 2006

sábado, septiembre 09, 2006

Opuestos pero semejantes

Burgueses, bohemios, burdos opuestos de una misma línea. Se enfrentan a sus opuestos mientras mantienen rígida la recta que los sostienen. Sus ideas son contrarias pero no el principio esencial de las mismas: no importan los demás. Unos humillan a los otros y nunca se sabe si los unos son los otros, o los otros son los unos. Van por la vida convencidos de sus logros, de sus orgullos, de sus conquistas y de sus odios. Pasan de un bando al otro en forma cíclica, sin reconocerlos nunca, y hacen discursos pesados y comprometidos con la teoría que les gobierna. Pero, nunca encuentran, en la vida que les toca en suerte y que la explotan, los ejemplos cotidianos que muestran que no es lo opuesto lo que nos separa sino el ánimo impío de imponer nuestra verdad como la verdad absoluta.
Aclaro, estos solo son un ejemplo de los muchos y constantes que la humanidad se esfuerza por amontonar. Definitivamente, no son los únicos opuestos que persiguen un mismo fin: adueñarse del poder para sojuzgar al contrario.
Por esto, creo que la única revolución válida es la que pregone la diversidad como elemental y esto implica el espacio para que se exprese, la generosidad para acogerla, la seriedad para comprenderla, la disposición para aceptarla como opción admitida, el empeño en usar la palabra frente al discurso, la seriedad para comprender las diferencias, la encomiable e irrenunciable búsqueda de la capacidad de aceptar al otro y dejar que el otro nos acepte.
Pero estamos lejos de eso, seguimos siendo seres humanos empeñados en buscar el poder para mostrar que el otro estuvo, está y estará equivocado.

Sábado, 09 de Septiembre de 2006

La variable importante en salud

De repente, hipertenso. Así de fácil. Los números, como dicen, no mienten. Por casualidad se hizo la medición y allí aparecieron los valores asustadores. Luego, repetir las mediciones días tras días, dos veces por cada uno de ellos y esperar milagros de errores, pero los valores se mantienen. El rótulo aparece y se hace realidad inevitable. Esa que nos toca, más o menos, pero siempre nos toca. Una realidad que nos hace humanos, o sea mortales, limitados, pasibles de enfermedad, necesitados.
Uno se pregunta, frente a ello, donde estuvo el error que hizo que la normalidad, que teníamos sin esfuerzo, nos abandonara dejándonos un nuevo estatus. Uno indaga sobre cual fue el punto donde el camino de la salud dejó de serlo. Sin tragedia, porque uno pasa a ser parte de la multitud de personas que, dispersadas por los cuatro puntos cardinales, tienen ese u otros rótulos semejantes y que, sin embargo, nunca han sentido que su vida sea diferente.
Cuando esto pasa, las recomendaciones se imponen como manual: basta de sal, basta de comidas copiosas, basta de cigarrillos, basta de alcohol, basta de drogas, basta de excesos. Lo fuerte es que uno se da cuenta que todo ese lastre que tiene que dejar (cigarrillos, alcohol, drogas, excesos, etc.), en realidad, no lo tiene y, en ese momento, la verdadera realidad de la salud impacta, toda entera.
Los factores de riesgo pueden estar o no, pero no importa. No importa porque, he aquí mi hipótesis observada y hoy vivida, lo que interesa para la salud, particularmente, no son los factores que se hablan, se miden, los que son externos. Lo que tiene una importancia, verdaderamente definitiva para definir la salud y la enfermedad, es una variable fundamental a la que, todavía, no le damos importancia, porque no resulta posible medirla, como la presión.
Así, fumar 30 cigarros por día y no fumar nada pueden conducir a lo mismo. Tanto como cualquiera de los otros factores de riesgo. Lo que cambia no son ellos, sino esa variable que desconocemos aún. Una variable que, insisto, al no poder ser mesurada, al ser tan subjetiva, todavía no se la considera prioritaria. Una variable intangible para lo material pero que define cualquier situación para un lado o el otro.
La medicina todavía no sabe como hacer para considerar esa variable: la subjetividad, esa vida interna. Lo curioso que es ella quien decanta cualquier riesgo para que se transforme, efectivamente, en enfermedad.
Es allí donde se plantea el desafío sanitario de nuestra humanidad para este nuevo siglo. No en descubrir la panacea medicamentosa, ni en encontrar el análisis genético imposible de imaginar actualmente, sino en descubrir como hacer para manejar lo invisible a nuestros ojos y que es lo que define nuestra posibilidad de ser feliz: la variable del ser personal. El peso de lo que transforma factores de riesgo en enfermedad y que, seguramente, pasa por una parte espiritual, por llamarla de algún modo, que todavía no sabemos medir y por eso, la tenemos en cuenta de forma secundaria.
Quizás, aventuro una idea peregrina, solo la felicidad completa y no las tentativas maquilladas, sean la verdadera vacuna para que los factores de riesgo queden como datos inútiles en una ficha y que no se conviertan en el yugo inapelable de las limitaciones.

E, Sábado, 12 de Agosto de 2006

Egoístas de alma

Los egoístas son comunes. En general, son muchos más de los que aceptamos como tal. No porque no les veamos o porque no sepamos reconocerlos, sino, porque a veces no somos capaces de aceptar que alguien tan cercano sea realmente un egoísta. Así los padres no ven a sus hijos egoístas, los maridos no ven a sus mujeres, las mujeres no ven a sus maridos, los amigos no ven a sus amigos como tales, y la lista puede continuar.
Para ver y reconocer al egoísta se tiene dos posibilidades: la proximidad con el observador o la vivencia del acto egoísta. En el primer caso aceptas que alguien es egoísta por que alguien, en quien no necesitas, no puedes, o no quieres desconfiar, te lo ha dicho. En el segundo caso, directamente sufres el acto egoísta.
Lo curioso de este “no ver al egoísta” es que este tiene, habitualmente, características muy particulares, digamos específicas, que podrían identificarse a leguas. Sin dudas, debemos reconocer que las personas egoístas tienen cierta habilidad para rodearse o generar a su alrededor dos cosas: una simpatía que hace que muchos no sean capaces de asumir que son egoístas y, lo que llamaré, un reflejo inverso moral. Me refiero a aquellas reacciones que tienen algunas personas sintetizado en la frase de “no pagar con la misma moneda” o sus variantes aceptadas. Este tipo de cosas permite que las personas egoístas vayan por la vida recibiendo, como pago por su egoísmo, muchísimas ventajas, no solo aquellas de las que privan a los demás, sino también aquellas que reciben como compensación, precisamente, por ser egoístas.
Dentro de estos egoístas los más complicados son los que voy a llamar de egoístas-perversos. Son aquellos que esconden su egoísmo bajo una supuesta generosidad. El ejemplo más representativo, pero no el único, son los políticos. Hacen de la generosidad un acto central de su trayectoria. Sin embargo, nunca ofrecen lo que es suyo. Nunca ofrecen su esfuerzo, nunca ofrecen su patrimonio (salvo cuando eso implica mayores beneficios, exclusivamente, para él). Siempre quedan bien con todos, los externos, nunca el círculo interno, mientras consigan que los demás hagan las cosas, siempre protegiéndose al máximo para que nada salga de sus bolsillos o de su esfuerzo. Muchos aceptarán claramente la existencia de estos tipejos, sin embargo, no son capaces de observar, muchas veces, que están rodeados en la familia también por este tipo de egoístas, aquellos que parecen que hacen todo por los demás pero que en realidad nunca observan a los demás. Los beneficios que se obtienen están en función de su propio plan o limitación. Por ello son capaces de sacrificar a quien sea, para mantener su propio status quo.

Dicen la leyenda, para consolar a los estúpidos, que un día pagarán. Si, cuando no valga la pena el pago.

Lunes, 04 de Septiembre de 2006

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