lunes, octubre 18, 2010

Aprender…eso que hacemos menos de lo que pensamos

Hay una frase que se utiliza con frecuencia en ambientes donde docentes se convierten en estudiantes nuevamente –cursos, seminarios, posgrados, etc.-: siempre se puede aprender! Una frase que parece ser una invocación mágica de humildad. Se la expresa con una aparente convicción que hace que nos sintamos en presencia de personas abiertas, dúctiles y dispuestas a lo nuevo. Sin embargo, lo cierto que pasa es que somos bastantes reacios, muchas veces, a aprender algo que nos moviliza las estructuras ya admitidas como ciertas. Las personas con los años están mejor predispuestas a aprender algo nuevo que no agite sus pensamientos, ni sus dogmas –sean estos cuales fueran- que aprender algo que los obligue a cuestionar su mentada experiencia, sus certezas asumidas y sus supuestas fortalezas.
Aprender es un proceso que podemos realizarlo siempre, hablando desde el punto de vista neurológico. La neurobiología lo probó con mucha exactitud: sin mediar problemas biológicos, podemos aprender nuevas cosas, no hay impedimentos que limiten porque si ese aprendizaje. Pero aprender es sociabilizar, allí la neurobiología no interviene directamente. El mediador es nuestra capacidad de aceptar lo diferente, de aceitar nuestras rigideces y ser críticos con nuestras posturas. Allí, es donde el aprendizaje se hace mucho más lento, más complicado, más limitado. Allí, es donde interviene con más facilidad el discurso (“siempre se puede aprender”) y la simpatía (generalmente disfrazada de humildad rancia) y menos la convicción que estamos a tiempo, siempre, de aprender algo mejor de lo que sabemos, quizás.
¿Estamos dispuestos a aprender? seria la pregunta esencial para empezar algo nuevo. Antes de responder comprendamos que aprender puede, inevitablemente, hacernos rever nuestra vida. Eso es aprendizaje.

La necedad como precisión

El diccionario nos dice que necio, cia. (Del lat. nescĭus) es: 1] adj. Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. U. t. c. s. 2] adj. Imprudente o falto de razón. U. t. c. s. 3] adj. Terco y porfiado en lo que hace o dice. U. t. c. s. 4] adj. Dicho de una cosa: Ejecutada con ignorancia, imprudencia o presunción.
No hay palabra que más retrate el accionar de ciertas personas que nos rodean y hasta de uno mismo en ocasiones. Sin embargo, no se la usa con la misma precisión quirúrgica que tiene, dado que posee una carga de agresividad que preferimos no utilizar tan frecuentemente. Sin embargo, la necedad aparece como una constante a nuestro alrededor. Recordemos que esta no define un estado, a priori, sino una situación. Alguien es necio en esto o aquello. No obstante, si la usamos sellamos a la persona, dentro de este mundo que la herramienta del lenguaje ha perdido mucho del valor que tiene.
¿Ahora bien, como llamamos a las personas que actúan de manera imprudente o con falta de razón? Si alguien es ignorante y no sabe lo que podía o debía saber, ¿qué apelativo debemos utilizar? ¿Qué decir si una persona es terca y porfiada en lo que hace o dice, ¿Cómo la debemos calificar por ello?
Si alguien insiste con ciertos comportamientos a pesar de los argumentos en contra está siendo necia. El problema es que la necedad, tal como la expresa el diccionario, está siendo un hábito común en nuestra sociedad. Algo que se ha convertido en el lastre que nos impide avanzar, crear, construir y desarrollarnos. Nada está más rayano con la involución social que esta actitud hoy, lamentablemente, tan cotidiana.
¿Estamos capacitados para revertir esto? Sólo si lo pensamos seriamente es la respuesta. A nosotros de decidir si construimos aún un poco más nuestra humanidad.

Entrada destacada

Deseos 2020

Este año es bisiesto. Como cada 4 años, dirán, pero esta vez lo noté. Un día más, un año diferente. Una ilusión de creer que lo excepcio...