sábado, noviembre 30, 2013

Sobre el sexo, el amor y demás

“No saber amar, no significa que no se ame”. Leo en un libro. Aprender es entonces la clave. ¿Pero se puede aprender a amar? Ya lo dije, se puede enseñar. Se puede mostrar la tonalidad de las emociones, las necesarias habilidades, se puede mostrar la paleta de colores, sonidos y sabores que nos rodean y ver como se combinan mejor. Además, se puede aprender a escuchar como laten los corazones y lo que los diferentes sonidos puedan decir. Si, son imágenes y evocan a poesía, aunque sea ya gastada y por ello no pulida. Porque el amor sigue siendo fuente de poesía o, tal vez, rima con poesía. Pero que eso no nos confunda. Amor sigue siendo real, concreto y de día a día. Amamos porque aprendemos a hacerlo y para ello, nunca mejor dicho “a dios rogando y con el mazo dando”.  Es decir que el amor existe no sólo porque lo sentimos sino porque lo “laburamos”. Porque nos empeñamos en que eso implique superación para intentar otra vez algunas cosas y, sobre todo, porque existe un deseo –como motor- para el intento sea un poco mejor, cada vez.
Ahora encima, lo complicamos, el amor incluye tantas versiones que cada una de ellas conlleva dimensiones o manifestaciones diferentes. Formas de comunicarnos, de hacer, de ofrecer, de pedir, de sentir, de conectar, de un largo etcétera que nos obliga a sintetizar con una sola palabra universos diferentes, que tal vez tengan la misma esencia –el bien del otro- pero que constan de tantos matices que sobresalen de maneras tan disimiles que la diferencia es notable. A eso, encima, le agregamos que utilizamos el amor para validar cualquier cosa que nos incomoda, en ocasiones. Así, hablamos de amor con la liviandad que nos permitimos tantas cosas, en ocasiones y, obviamente, “no en tu caso”.
Ahora, sobre amar y sexo. Es decir, amar a una persona con la que queremos y tenemos una intimidad que deseamos. Eso implica nuevos aprendizajes, puesto que el sexo, el sexo que se disfruta y el que siempre se puede disfrutar implica aprender y mucho….no se trata de inervaciones y flujos –aunque nunca viene mal para algunos aprender un mínimo- se trata de la utilización eficaz de los tres recursos que orientan la verdadera educación – aclaro: a esto sólo lo firmo yo-: la comunicación como forma de reconocer al otro y de ser reconocido por el otro; las habilidades como las capacidades de hacer que el otro conozca mis limites y conozca los suyos y decidamos conjuntamente como avanzar con ellos y, eventualmente, sobre ellos y el comprender que la diversidad conlleva, también, el creer que los valores no son únicos sino personales y colectivos y que la educación implica asociar límites para que respiren adecuadamente. Lo último siempre será la economía exigente del daño.

Si, amemos y “sexemos” como soñamos, pensamos o sentimos. Para ello, sólo queda el camino del aprendizaje. El resto, lo dejemos a los animales que les va bien por ser animales.

viernes, noviembre 29, 2013

Una foto.....

Miro la foto y siento el peso de las cadenas. De esas cadenas que aún encadenan a la humanidad. Me rebela, como siempre. Desde lo humano que soy. Porque soy lo que soy, como dice la canción. Me rebela porque la barbarie es humana y porque soy humano. Me rebela porque la estupidez es humana y porque lo soy. Humano soy y nada de lo humano me es ajeno, escribía el filósofo.
No soy responsable, lo tengo claro. No soy culpable que un par de bárbaros tenga la capacidad de destruir la expresión de otro y que para hacerlo no tenga el cerebro ni siquiera para hacerlo con un poco de inteligencia. No, no soy responsable y menos culpable. Como nadie lo es por ser “quien es”, en la medida que eso no destruya al otro.
Pero no por ello no deja de rebelar y de revelar a uno. Revelar a uno que aún estamos lejos de llegar a donde avanzamos, una humanidad que sea más justa, más equitativo, más inclusivo, más reconocedor de la diversidad. Capaz de extirpar el machismo como algo que sirva para algo más que para poner freno al avance necesario de todos y todas.
Rebelar, porque es necesario hacerlo. No podemos dejar pasar lo contundente de ciertas cosas y decir no, que no lo aceptamos. Que queremos avanzar y que eso sólo se conseguirá erradicando el machismo, entre otras cosas. Si. Es necesario rebelarse. Lo merecemos y lo venimos gritando, como humanidad desde siempre, a pesar de todo.


martes, noviembre 26, 2013

Algo sobre el amor



Un amigo me contó hace poco lo siguiente: “Ayer, crucé a quien me había jurado amor eterno. Crucé es la palabra adecuada. Al hacerlo me ignoró. Si, tal vez no me vio pero no puedo verlo de otro modo, puesto que antes el no verme no era una razón ni excusa, podía intuirme”. Si, el amor siempre es eterno mientras está. A pesar que sabemos a ciencia cierta que somos mortales y que por ello las cosas, todo, dura lo que dura y no más. Es decir, podemos saber y sentir que nuestro amor durará toda nuestra vida y con ello nuestra eternidad misma, la que se instala entre dos instantes fugaces de la eternidad. Pero no podemos, sentir que la certeza que decimos se mantendrá, ni la que nos dicen tendrá alguna perennidad más allá de ese instante. Creemos y necesitamos creer. Eso siempre nos da el solaz de saberlo. Además, le dije, tantas veces, el amor es algo que nos envuelve mientras vivimos otras vidas. ¿Quién sabe?
Es curioso que todos reconozcamos que el amor es una dimensión tan esencial para nuestra vida, para nuestra humanidad sin embargo aún es tan indefinible como siempre. Lo sentimos cuando lo sentimos y, sin embargo, no siempre que lo sentimos lo sentimos. Sólo parece que el tiempo nos posiciona con respecto a él y lo que sentimos.
Pensemos un momento cuantas cosas hemos hechos en nombre del amor. Al hacerlo veremos que todo eso que podríamos guardar en un baúl imaginario tiene la variedad de nuestra vida, de nuestras vivencias, de nuestros momentos. Tal vez la única constante sea que cuando lo hicimos pusimos el máximo disponible de nosotros mismos. El máximo disponible que podíamos ofrecer. Como si fuera, aclaro es una metáfora solamente, una función que ofrecemos para un público siempre selecto.

Mi amigo, lo único que me dijo fue la verdad que siempre nos olvidamos: “sólo sé que yo continúo amando, aunque todo sea diferente”. Tal vez porque se ama porque se ama y no por otra cosa. O sea que sentimos lo que sentimos porque lo sensible está en nuestras percepciones. El amor, así será. Algo que estamos lejos de comprender y al mismo tiempo impedidos de no sentirlo como imprescindible. Tal vez por eso siempre lo esperamos, en un banco imaginario que nos ofrece la idea de la paciencia pero no de la inactividad.

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