domingo, noviembre 30, 2014

Contra la violencia: educación sexual integral

El 25 de noviembre se fijó como el día internacional de la lucha contra la violencia contra la mujer. Los datos de este tipo de violencia, que podemos constatar en cualquier diario, son alarmantes. El daño que produce genera todo tipo de problemas y, sobre todo, una clara inequidad social que, sin dudas, tiene un correlato en la posibilidad que tenemos como tejido social como el que merecemos y deseamos.
Particularmente quiero remarcar una cuestión esencial que no siempre se considera. Entre las formas más eficaces de prevenir la violencia contra la mujer existe una que tiene un efecto tan grande que no sólo sirve para hacer la prevención sino que, además, ofrece el desarrollo de habilidades específicas para poder sentirnos mejor y construir una sociedad más equitativa en todo sentido. Una medida que garantizaría, si la hacemos bien, una transformación positiva de nuestra sociedad. Me estoy refiriendo a la implementación real, completa y activa de la educación sexual integral, tal como la recomienda la ley de educación sexual integral de nuestro país.
Sé que hay diferencias de percepción sobre la misma y que, a veces, podemos disentir sobre contenidos y modalidades. Sin embargo, no podemos negar algunas evidencias que establecen que cuando un programa de educación sexual integral se ejecuta de una manera activa, constante, sistemática e integrada los beneficiarios directos (estudiantes) e indirectos (familias, escuela, sociedad) avanzan positivamente. ¿Por qué? Porque aprenden a gestionar el conflicto de una manera no violenta, aumentan la autoestima, desarrollan la asertividad, estimulan la comunicación de una cultura de la paz, aprenden a manejar información adecuada y, entre otras cosas más, respetan la diversidad. 
Si, creo que si apostamos a una educación sexual integral, estaremos trabajando seriamente para evitar la violencia y permitirnos una sociedad justa, equitativa, solidaria y feliz.

Publicado en el diario La Gaceta
http://www.lagaceta.com.ar/nota/618421/opinion/-cartas-lectores.html

lunes, noviembre 24, 2014

25 de noviembre


Hoy es 25 de noviembre. Hoy es el día de Día Internacional de la Eliminación de laViolencia contra la Mujer. Así de simple, específico, necesario. Hoy no es día para grandes discursos sino para pensar que cosas aún no estamos haciendo para evitar que este tipo de violencia siga presente. Al hacerlo, seguramente, reforzaremos la certeza sobre aquello que si estamos haciendo, porque vamos haciendo cosas y eso es lo que hace el ser humano desde que existe. Con mayor o menor rapidez pero lo hace, a pesar de otros seres humanos que resisten los cambios y perpetúan las injusticias. A pesar de ello, siempre habrá seres humanos que ven la inequidad, que reconocen la violencia, que creen que ningún ser humano merece ser violentado y que para que eso pase es necesario hacer algo. 
Así que si, en este día lo intentemos nuevamente, lo hagamos con ese deseo real de lograr que día a día podamos o reducir un poco la violencia o, quizás, ayudar a generar anticuerpos para que ella, esa nefasta y cotidiana violencia, haga siempre un poco menos de daño. Es claro que deseamos que no haya más violencia pero mientras eso llegue -como expresión de deseo o de esperanza- nuestra misión está bien definida: hagamos que hay un poco de paz en el cotidiano que nos toca vivir. 


lunes, noviembre 17, 2014

Cumpleaños

Un día cumplimos años. 365 días después –o 366 en ocasiones- del último aniversario. Como suele pasar, a veces, cae lunes. Lunes con todo lo que implica. Así, se celebra de alguna forma y como se puede. Se deja, en ocasiones, la fiesta para otra ocasión o, se aprovecha, y no se hace nada dado que es lunes. Las razones siempre encuentran buenas excusas en el cotidiano.
Lo que es indudable que en ese día de cumple aparecen lo saludos; los deseados, los deseables, los indeseables –ojalá que sean pocos, aquellos que son de compromiso como quien dice buen día a la pared- y, están, también, aquellos que uno añora. Esos saludos de quienes no están por que se fueron, porque están lejos, porque se olvidaron de uno –no del día, eso no tiene ninguna importancia- o porque el antiguo cariño, amor o lo que fuera ya fue.
Un buen saludo de cumpleaños debe tener sólo un par de cosas. No más. Una sonrisa plena, aunque sea del corazón, capaz de agasajar por el simple hecho de sentirse compartiendo una alegría. De ofrecerle al que cumple años la disponibilidad del espíritu y la cercanía del encuentro. Independiente del vínculo es hacer una apuesta real por el encuentro, aunque sea tan efímero como un saludo. Lo segundo, el regalar un deseo como un intento de creer que aún podemos pensar que todo puede ser mejor, que aún vale la pena sentirnos vivos y confiantes que toda persona debería tener alguien que se alegra con uno.

El resto, la fiesta, la alegría, los regalos o lo que fuera son lindos pero secundarios siempre. Porque un cumpleaños es la prueba que tenemos que nuestra vida siempre está en relación con los demás, con aquellos que ya pasaron, que ya se fueron, que están lejos o distantes y esos otros que están cerca, sea en la proximidad del espacio, del tiempo, del sentir. En definitiva, que podemos festejar porque no estamos solos y eso, vaya que siempre es un regalo.

lunes, noviembre 10, 2014

Proezas sexuales



Todos hemos escuchado proezas sexuales en alguna conversación. Hasta, quizás, alguien las haya vivido también. Las proezas sexuales siempre entran en el territorio de la competencia, por eso de ser proeza. Cuatro modelos despampanantes, cinco adonis de abdomen perfecto, 3 sin sacarla, por todos lados, hasta orgías imposibles o una dinastía familiar como haber de coito. Entre muchas proezas que se dicen por todos lados y no están todas las posibles. Las proezas se cuentan como verdad, independiente que las mismas sean un resabio de imaginación, mucho de deseo, alguna expectativa, el relato visto o escuchado o, lo aceptemos, en algunos pocos casos, experiencias reales. Tienen el morbo de lo imposible –para los demás-  una suerte de performance espectacular que, insisto, en ocasiones hasta puede ser verdad. Lo cierto es que solo es proeza porque es excepcional, porque escapa del cotidiano para sumergirse en el espacio sagrado del mito. No necesita ser verdad, necesita ser contado como una experiencia que mezcla la historia con la leyenda. Es más se cuentan casi ignorando al partenaire que la vivió –o la sufrió- que sólo se completa con los atributos que realzan el relato. Como tal, son válidas no por haberse vivido, sino por contarse y producen un efecto en los demás que se asocia más al contador que a lo contado.
 Los comunes de los mortales, en el sexo, tienen otras actividades más comunes y no por ello menos fascinantes. Para los seres mortales comunes y corrientes, como tú y yo, las proezas sexuales son esas que se hacen en el cotidiano, con la disponibilidad del cuerpo y la entrega de los gestos, donde el placer del otro es parte de nuestro placer y el camino hacia él es la tarea que surge de la paciencia concreta en el aquí y ahora. Son las que surgen de la comunicación, de la disponibilidad, del estar atento al otro.

Así que sí, seguramente todos hemos vivido proezas sexuales. Esas que no tenemos mucho para contar pero que se inscriben como tatuajes en nuestra historia. Como el mapa secreto que nos puede conducir siempre al placer compartido.

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