domingo, junio 19, 2016

Día del padre

Un buen día, por alguna razón que alguien considero válida pero que ya no tiene importancia, se decidió celebrar el día del padre. Con ello los que somos padres nos permitimos emocionarnos un poco con el detalle que, en mi caso, mi hijo me prodigara en gestos y en esos regalos que valen su peso en oro: un dibujo, una tarjeta de puño y letra y esas pequeñas cosas que hacen mover el mundo.
Luego, en ocasiones, la madre del niño hace un obsequio o se lo da al hijo o hija para que lo regale como un regalo por ese día. Parece lógico hasta que el niño sea un poco mayor. Un gesto para el niño que recibe el padre. Sin embargo, este año, por simple casualidad, me percibí de un detalle que consideré importante, aunque alguien me dijera que ya es hilar fino. Pero bueno, dado que tengo un espacio y con ello puedo darme el lujo de escribir una idea, va esta.
Soy padre porque una mujer me hizo serlo. Ella lo concibió en su útero, lo mantuvo durante casi 9 meses y luego por la forma que sea permitió que el pequeño surgiese con su vida por delante. Si, parece una obviedad. Es más, lo es. Entonces esto implica que el día del padre, el padre debe festejar que haya existido una madre. Esto, implica, también que el día de la madre es al revés. Uno debe ser celebrado. Estoy hablando a nivel de padre y madre. Los hijos son otro cantar. Ellos ya tienen que celebrar lo concreto que haya un padre y una madre para celebrar, agradecer, amar y todo lo positivo (siendo, en esta ocasión un poco ingenuo e infantil al pensar que solo hay padres y madres buenos, claro está). Así, yo, recuerdo, evoco y sufro la ausencia de mi padre que hoy no podré darle un beso, ni ofrecerle algún regalo. Pero bueno, es la ley de la vida (bastante de mierda en ocasiones, digámoslo).
Así que si, en el día del padre que los hijos nos celebren y nos digan felicidades. Nosotros, los hombres recordemos, estemos como estemos con ella, con real agradecimiento, con todo el sentimiento que haya y con una bella ternura a esa mujer que un día, por las razones que hayan sido, nos hicieron padres. 

Hoy, este día, no olvidemos que alguien nos permitió ser padres y eso es un don que sigue siendo un tesoro para muchos. Un tesoro que siempre tendrá el valor total para quien ve en ese pequeño, que crece, la caricia del infinito, el susurro de la eternidad o, como mi padre alguna vez dijo, según me refirieron, “un hijo es la suma de todos los amaneceres del mundo”.



domingo, junio 12, 2016

Relaciones





Las relaciones son complejas. Lo sabemos por más que, a veces, sean fáciles. Dos universos completos entran en juego y hay que adaptarlos a lo nuevo, adaptarse con  lo que tenemos en nuestras alforjas y mantener una estabilidad constante o, por lo menos, la mayor parte del tiempo. Es una verdadera alquimia, que, valga decirlo, ha hecho funcionar a la humanidad. Porque lo cierto que las parejas han existido y muchas de manera maravillosa y tantas otras de manera disfuncional, también. Cuando una pareja funciona bien, es curioso, le llamamos “magia” y no trabajo. Es verdad, en ocasiones, todo se ajusta muy bien y parece como una escena de baile “espontánea”  donde cada uno sabe dar el paso y la pausa justa para que el otro haga lo mismo y así el conjunto sea esplendoroso. Pero, el común de los mortales, necesitamos hacer algún esfuerzo. ¡Qué bueno que sea así!
¿Qué hace que una relación sea mejor? Pues la respuesta corta es trabajar en la relación, como casi todo lo que hacemos. ¿Esto qué implica? Pues si hago un listado personal –desordenado y circunstancial- se me ocurre lo siguiente: optimizar la comunicación, descubrir el interés común para divertirse, entender y permitir el humor del otro, reconocer las diferencias enriquecedoras, aceptar las necesidades del lujo del placer, ver y proteger la fragilidad, combatir los celos, osar las posibilidades de lo nuevo, aceptar los limites, renovar el deseo, imaginar el futuro, ser creativos en varios instantes, alimentar la disponibilidad, hacer turismo en la intimidad.
Pero, concretamente, sin pretender que sea un manual de nada, hoy quiero aportarles tres consejos, “dicas”: 1] Hablar de sexo. 2] Encontrar una actividad recreativa compartida, por ex baile y 3] Reconocer, aceptar y trabajar los limites.
No, no es una panacea. No existe garantía que funcione pero es mejor andar con algunas ideas que ayudan. Sólo son sugerencias para aquellos que no tiene un plan específico y se andan preguntando por dónde ir. Pues, en estos laberintos la gente se pierde y por ello, una pista no viene mal. Aunque sea para generar que uno se cree sus propios consejos.

Así que bueno, lo cierto que sea este plan u otro lo que sí parece una necesidad es pensar que hay que echarle ganas a las relaciones, que hay que buscar compartir, que mejorar en todo es necesario e innegable y que el encuentro debe ser diario en la diferencia y en lo que nos produce ese sentimiento de certeza que ese otro es nuestro mejor testigo.

lunes, junio 06, 2016

Educación sexual integral

En una carta pública, vía el Facebook de la madre, la hija de la ex-presidenta de mi país, Argentina, dijo, entre otras cosas, “La ley de educación sexual integral, promovida por el anterior Gobierno, es EXCELENTE. Tiene una sola carencia: su aplicación es optativa”. Hay un error en esta afirmación. La ley 26150 que crea el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, no sólo es “EXCELENTE” sino es actual, necesaria, creativa e innovadora. Fue sancionada en el año 2006 con un consenso de casi todo el arco político de ese momento. Sin embargo, hubo que esperar hasta el año 2009 parar que se concretara el diseño y publicación de los lineamientos curriculares. Hoy, 10 años después de la sanción, su aplicación a nivel nacional es irregular.
Ahora bien, la ley establece que la Educación sexual integral es un derecho de los educandos. En ningún momento dice que es OPCIONAL. El opcional se hizo realidad por otros motivos, no por la ley. Para ello, como siempre hubo fuerzas que se opusieron, también políticas. Si podemos señalar que la verdadera carencia que tiene la ley es la falta de presupuesto asignado por la misma ley, donde también se ve la falta de voluntad política.

Ahora bien, si hay resistencias a esta ley. Esto es innegable como es innegable que no se logró en 9 años imponerla como una estrategia educativa deseable y deseada. Señalemos que es una ley que ofrecería a los educandos herramientas para su desarrollo integral, para hacer que ellos sean capaces de tener relaciones saludables, para avanzar decididamente contra la violencia de género, para hacer a nuestra sociedad un poco más justa cada día. La falta de una educación sexual integral sistemática y completa es un error, una deuda. Aclaremos que se han hecho muy buenos esfuerzos y que se ha avanzado, esto también es innegable. No estamos en foja cero pero hay una insuficiencia a nivel de su aplicación para todos y todas. 
Quizás, entre otras razones, no hemos usufructuado ni bien ni todos los recursos tanto humanos como educativos para lograr implementar esta ley tan necesaria, tan ideal. Tal vez, también, los defensores de la educación sexual integral no hemos sido inteligentes, constantes, estratégicos para conseguir que se implemente. En una de esas la política no ha ejercido su rol de la mejor manera. Lo cierto que la educación sexual integral no ha llegado aún a todos y todas. Esto es lo lamentable porque, insisto, comprender la necesidad de la educación sexual integral y concretarla es uno de los caminos que facilitan el cumplir, a nivel social, los objetivos del milenio y, a nivel individual, el  objetivo de cada padre y cada madre: que sus hijos sean felices. 

(una versión recortada de esta entrada se publicó en el Diario La Gaceta, de Tucumán, el día 7 de junio de 2016)

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