
Ahora bien, para tener esos elementos que señalamos, el camino es la educación sexual, progresiva, constante, sistemática y constructivista. Basada en conocimiento científico que ya existe y es claro, en el desarrollo de habilidades llamadas para la vida, según la OMS, y la afirmación de valores positivos que incluye, obviamente, los DDHH. Esa construcción, insistimos, progresiva y acorde con las edades, permite que las personas lleguen a su vida sexual con herramientas más sólidas para consentir, que implica saber que se quiere, decidir cómo se lo quiere y con una mayor capacidad de evitar la violencia en las relaciones y las relaciones llamadas tóxicas.
En segundo término, el placer sexual como consecuencia del consentimiento, el auto compromiso con esta actividad humana positiva, enriquecedora y necesaria, puede ser, en estos términos, un resguardo para la salud de las personas.
Por ello, pensar el placer como una construcción que debemos llegar desde nuestra convicción, decisión, libertad y disposición implica pensar en una forma saludable de pensar nueva vida sexual, que, como sabemos, está ligada claramente a nuestra calidad de vida.
Así que si, el placer es cosa seria. Prepararnos para él es una necesidad humana que debemos estimular. Vivir el placer de manera satisfactoria es, sin dudas, una de las formas más plenas de sentirse bien y estar bien.
Destaco de este texto una articulación que me parece clave: " el placer como una construcción que debemos llegar desde nuestra convicción, decisión, libertad y disposición..."
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