sábado, junio 16, 2012

Lógica



Podemos escuchar a personas –inclusive nosotros mismos diciendo, frente a una situación determinada que algo no es lógico. Pareciera que eso se refiere –con perdón de los filósofos- a la lógica entendida como que la suma de las premisas da como resultado una invariante. Una suerte de 2+2=4 (siempre simplificando).






Esta afirmación suele darse cuando lo que pasa nos afecta o afecta a alguien. No el lógico que reaccione así. Creo que todo comportamiento es una consecuencia lógica de la suma de las premisas incluidas en la proposición. Cuando vemos un absurdo, existe en realidad una lectura incorrecta de las premias en juego. Sea esto por nuestra propia incapacidad de lectura, nuestra negación de las premias dispuestas, nuestra sencilla limitación para hacerlo.
El ser humano, ya dijimos en otras entradas, es complejo por definición. Exigir la simplicidad en el otro es un intento de uso del poder (exigir una respuesta simple a una pregunta, eso otra cosa). Es difícil comprender la lógica cuando nuestra preocupación se restringe a lo que mínimamente percibimos. Valga una aclaración. La percepción es una consecuencia de cómo aprehendemos lo que nos rodea con nuestros sentidos, que capacidad tenemos para leer esa percepción y, finalmente, que habilidad tenemos para interpretar eso que leemos y la consecuencia pragmática –acción, enunciación, valorización- de ello.
A veces nos olvidamos de lo simple, las cosas son blancas o negras…..o azules, rojas, verdes, violetas, amarillas y una paleta de colores primarios y secundarios que es muy variada. En otros términos cada cosa –acción- tiene su forma, su color (metafóricamente hablando) y eso hace que le demos un valor en función de “nuestra” lógica que, ocasionalmente, coincide para bien y para mal con la lógica de los demás.




Creamos que lo que vemos como ilógico es la medida de nuestra limitación para comprender la lógica que se nos presenta a nuestra percepción. Advirtamos que intentar comprenderla implica un esfuerzo para conocer al otro. Aceptemos que comprenderla no significara muchas veces aceptarla como válida, como univoca. Sepamos que lo aceptemos o no, tendremos que decidir sobre esa comprensión. No hay desafío humano más definitivo con nuestra ética, nuestra ideología, nuestras convicciones, que hacer ese proceso con aquello que “no es lógico”.

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