Las personas
tenemos círculos que, superpuestos dan sentido, validez y consistencia a los
actos. Uno es el círculo de las ideas. Ese conjunto de pensamientos que tenemos
y que surgen de nuestras normas internas –o externas asumidas como propias-, de
nuestra propias lecturas éticas que hacemos
-que pueda o no coincidir con la del grupo mayoritario, puesto que
siempre coincide con alguna-, con la claridad que tengamos para pensar; el
segundo círculo está dado por los hechos como conocimiento adquirido. Como lo
aprendido de alguna forma pero que le damos una consistencia en lo real, en lo
que pasa. El tercer círculo pasa por los sucesos que nos acaecen y que llevan
al pragmatismo puro, aquel de poner el cuerpo, a lo que viene.
“O valor das coisas, não está no tempo em que elas duram. Mas na intensidade com que acontecem. Por isso existem momentos inesquecíveis, coisas inexplicáveis e pessoas incomparáveis....” Atribuido a Fernando Pessoa
jueves, mayo 29, 2014
Círculos
jueves, mayo 22, 2014
Sueños
En portugués
tienen dos palabras para nuestro sueño: Sono e sonho. La primera la utlizan para el
dormir y esa sensación tan especial que tenemos, en ocasiones, cuando nos
despertamos temprano (por más que Dios
ayude). La segunda la reservan para los sueños en el sentido de imaginar cosas
que esperamos, deseamos y queremos conseguir, a pesar de lo difícil (I´ve a
dream, de Martin Luther King, aquello que tantas veces son las utopías que nos
hacen avanzar).
En varias
ocasiones ambos sueños son la síntesis de una suerte de felicidad. Pienso, por
ejemplo, en los cumpleaños y en los nacimientos. En esas ocasiones que cuesta
conciliar el sueño y, sin embargo, no es la angustia ni la preocupación la que
nos impide sino el poder sentir que el momento es tan especial que bien merece
la pena eludir el “sono” para dar tiempo al “sueño”.
La vida misma
incluye todo lo que nos pasa. Incluye la vigilia y ese “sono” necesario y
reparador –OJALÁ-. También incluye los “sueños” como imagen, deseo, motivo y
fuerza para que la contraparte de esos sueños, el día a día donde se ejecutan
de la manera que se pueda. Algo así como “a Dios rogando y al mazo dando”.
Por ello, ojalá
todos podamos conciliar el sono para que las fuerzas no falten para nuestros
sonhos. Así, todo cumpleaños –o lo que fuera- y, sobre todo, todo nacimiento,
sea la mágica conjunción de la esperanza real de una felicidad que nunca debe
terminar y siempre ser trabajada y compartida.
viernes, mayo 02, 2014
Negociar
En las
elecciones, como en la vida misma, se negocia. Negociar no es intrínsecamente
malo. Es, seguramente, necesario. Pero negociar no es sinónimo de comprar
voluntades, ni convicciones, ni ideas. Menos votos.
Todos
negociamos. Es habitual, inevitable por el hecho de ser humanos. La opción sería
imponer todo y hasta utilizar la fuerza para que los demás hagan lo que uno quiera. Si,
prefiero negociar que comprar y que imponer. Ahora bien, ¿todo se puede negociar?
Creemos que no. Allí viene lo personal: cada uno sabe las cosas que no es capaz
de negociar –o que le ofenden realmente hacerlo:
cosas materiales, cosas espirituales, convicciones musicales, gustos diversos,
ideas que uno cree revolucionarias, etc.-. Lo cierto es que todos creemos que
hay cosas que no se deberían negociar. Por ello, pensamos que hay cosas que la
comunidad donde estamos –vivimos, trabajamos, estudiamos, investigamos- no
debería ser moneda de cambio. Por ejemplo, muchas personas discursean –algunos
lo creemos firmemente- que la dignidad humana no debería ser nunca un tema de negociación.
En el caso de la comunidad universitaria, por ejemplo, también hay cosas que no
deberían ser negociables: nunca aceptar títulos comprados –por el valor que
queremos darle a lo académico-; no permitir la falta de normas éticas para toda
investigación; impedir la destrucción del patrimonio universitario y social; proscribir
el uso de los recursos públicos para el enriquecimiento personal ilegal; oponerse
a la designación de ineptos e incapaces para un puesto de responsabilidad; No aceptar
aquello que atente contra los DDHH; no tolerar la violencia como mecanismo de venganza
o de presión. Sí, todos tenemos límites para negociar: Ojalá que quienes lo deben
hacer también lo tengan y sea aquel que impide manchar el deseo de “pedes in
terra ad sidera visus”.
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