En portugués
tienen dos palabras para nuestro sueño: Sono e sonho. La primera la utlizan para el
dormir y esa sensación tan especial que tenemos, en ocasiones, cuando nos
despertamos temprano (por más que Dios
ayude). La segunda la reservan para los sueños en el sentido de imaginar cosas
que esperamos, deseamos y queremos conseguir, a pesar de lo difícil (I´ve a
dream, de Martin Luther King, aquello que tantas veces son las utopías que nos
hacen avanzar).
En varias
ocasiones ambos sueños son la síntesis de una suerte de felicidad. Pienso, por
ejemplo, en los cumpleaños y en los nacimientos. En esas ocasiones que cuesta
conciliar el sueño y, sin embargo, no es la angustia ni la preocupación la que
nos impide sino el poder sentir que el momento es tan especial que bien merece
la pena eludir el “sono” para dar tiempo al “sueño”.
La vida misma
incluye todo lo que nos pasa. Incluye la vigilia y ese “sono” necesario y
reparador –OJALÁ-. También incluye los “sueños” como imagen, deseo, motivo y
fuerza para que la contraparte de esos sueños, el día a día donde se ejecutan
de la manera que se pueda. Algo así como “a Dios rogando y al mazo dando”.
Por ello, ojalá
todos podamos conciliar el sono para que las fuerzas no falten para nuestros
sonhos. Así, todo cumpleaños –o lo que fuera- y, sobre todo, todo nacimiento,
sea la mágica conjunción de la esperanza real de una felicidad que nunca debe
terminar y siempre ser trabajada y compartida.