miércoles, noviembre 13, 2024

A mi manera

 Frank Sinatra entronizo la canción “My way” como una suerte de balance que las personas suelen hacer en cierto momento. Esa canción está basada en una francesa de 1967 «Comme d'habitude», escrita por Claude François y Jacques Revaux: Sin embargo, la letra fue modificada por Paul Anka, que es la que inmortalizó Sinatra y que en español se conoce como “A mi manera”. Gusta tanto porque es lo que pasa cuando, en algún momento de tu vida, miras para atrás lo realizado y decides revisar tus cuentas. Aunque esta canción, como la inolvidable “Je ne regrette rien”  (No lamento nada) de la maravillosa Edith Piaf, muestra la idea que no hay que lamentarse mucho. Creo que, aunque que el camino hecho vale por haberlo hecho, la gente siempre tiene –o debería tener- algún reproche que hacerse. Algo que podríamos haber mejorado. Pero, el concepto no pasa por no equivocarse, sino por el tiempo que demoramos en darnos cuenta del error y, cuando se puede, como hacemos para repararlo, de algún modo.

En estas épocas que “auditar” está siendo una línea divisoria importante, creo que cada tanto está bueno hacer una auditoría personal. Una en la que no nos mentimos, aunque tampoco, nos exigimos lo imposible (léase “no nos castigamos”). Atención, sepamos que no podemos hacer una verdadera auditoría sobre la vida, porque nuestra vida es una suma irracional de hechos objetivos que vemos subjetivamente, de vivencias muy personales y de sensibilidades que varían con el tiempo, las circunstancias y las compañías. Por eso, sólo utilizo la idea de auditoría como una metáfora para ver nuestro propio proceso de verificación del cumplimiento de nuestras ideas, de nuestros sueños, de nuestra ambición, de nuestras metas, de nuestras relaciones y, sobre todo, donde estamos parados, aquí y ahora.

Cada cual puede hacer su propio inventario de cosas a evaluar. Tal vez, sabiendo que nunca es completo, que está influenciado de contextos y cosas que nos pasan. La vida no trata de merecimientos, lo sabemos desde el momento que nacemos. A veces nos toca en suerte que las circunstancias se alineen, de tal modo, que todo fluye, pero más allá del esfuerzo que cada uno puede ponerle, no siempre funciona. Sólo como prueba de lo que digo, no hay ningún merecimiento en que un infante muera de hambre y la realidad nos dice que pasa. Pero, no quita, hacemos el balance con la idea que tenemos de lo que es justo, posible, decidido y merecido.

A pesar que cada uno, como lo dije, se hace el inventario que quiera, vengo a sugerir algunas pistas que cada cual puede tomar o descartar con la convicción que sienta.

Porque la vida se expresa en cada uno, la primera pregunta debería ser como me he cuidado. No sólo en lo físico (aunque nunca lo olvidemos, aunque nos cuesta, tantas veces), sino, también, en lo que se llama estima, lo que nos hace falta. También en salud mental y en salud sexual. En cualquiera de ellos, debemos medir las cosas que estimulan y como nos preservarnos de lo que nos afecta. Tarea simple para describir y que, todos los sabemos, cuesta bastante.

El segundo punto parte de comprender que somos seres relacionales. Entonces, en nuestro simple balance debería estar como hemos ido construyendo las relaciones con los demás, que hemos puesto para que los vínculos sean sanos, enriquecedores, productivos en las riquezas intangibles que se generan cuando las relaciones se las piensa con respeto, honestidad y reconocimiento. Lo que sólo se puede hacer cuando el dialogo es una herramienta que se la cuida mucho, siempre. Pero claramente deberíamos siempre evaluar si a los demás, a los otros, sobre todo a los que nos importan si hemos hecho el esfuerzo sistemático, concreto, permanente de ofrecerles el mejor trato que podíamos y si, cuando no pudimos, nos dimos cuenta para procurar enmendar lo hecho y comprometernos en no repetirlo.

Lo tercero que valdría la pena saber es qué hice para que la ternura sea una constante vivida y expresada. Lo que tiene que ver con la capacidad humana de sentir y de canalizarlo. La ternura debería ser una constante que se manifiesta de diferentes maneras pero que dignifica, siempre. Además, nos permite ofrecer esa pequeña protección que genera cierta paz. Endurecerse sin perder la ternura es una expresión que sintetiza una visión del mundo y de nosotros.

Pues ya hay cuerpo para el balance y cada cual le puede agregar lo que quiere. Yo, por mi parte, sugiero poner algo de arte en el balance; arte expresado, realizado, bailado, leído, pero sobre todo disfrutado. Valga lo que cada uno pueda y en la forma que se le antoje.

También creo que el balance debe incluir las veces que nos hemos rebelado, porque rebelarse es la medida que evalúa nuestra presencia frente a la injusticia. Cada cual sabe cuánto puede hacer, pero aun en la incapacidad ejecutiva, no se puede renunciar a tener en claro que la injusticia lo es, a pesar que sea hecha por poderosos.

El resto termina siendo los detalles que cada uno quiera poner en su balance personal. Yo tengo otros que no vienen hoy a cuento. Pero, en definitiva, creo que, tal vez, todo se conjuga en esa idea de Raymond Carver, en su “Último fragmento”: ¿Y conseguiste lo que//querías en esta vida?//Lo conseguí.//¿Y qué querías?//Considerarme amado, sentirme//amado sobre la tierra.

Pues balance hoy y mañana seguir viviendo para que el próximo siempre sea mejor.

viernes, noviembre 01, 2024

Las personas


 Me gustan las personas, sin que sea una limitación o criterio, con las que hablar siempre implica caminos diversos, por la inteligencia. Esa que me cubre un poco y me incita a otros andares. La que es capar de crear una lógica que obliga a descubrir senderos y no que solo va por caminos asfaltados. Esas personas que son capaces de elaborar preguntas incómodas, o por lo menos pensarlas, sin generarte mayor incomodidad, sino que van abriendo puentes para que puedas tejer respuestas. Esas personas con las que descubres qué hay otro mundo, más allá de tus narices, aun cuando ella sea grande.

Me gustan esas personas que pueden crear metáforas donde tú todavía no las imaginaste, esas que creen que el verbo aún tiene mucho para esculpir, no sólo lo que ya está descubierto y, por eso, van por la vida utilizando palabras que no conoces con la pulcritud del orfebre y te hacen parte. Me gustan las personas que tienen mundo detrás, por más que no hayan viajado. Y a eso te lo cuentan como un modo te ayudarte a descubrir un universo y te escuchan sabiendo que los mejores universos siempre se crean con otro.

Me gustan esas personas que te pueden contar algún misterio o compartir una música y al hacerlo, te abrazan un poquito y te dan un poquito más de humanidad. Me gustan esas personas que son inteligentes, no por decirlo, sino simplemente por haber vivido y que saben el valor de reír conjuntamente y de acompañar lágrimas de otros, sin sentir que hay competencia de drama, ni debilidad que avergüence. Me gustan esas personas que van por la vida dispuestas a acompañarte un trecho porque el camino lo vale siempre.


Pero, sobre todo, y si no hay tanta inteligencia, priorizo que me gustan esas personas que no miden tamaños, ni formas, ni colores, porque saben que el respeto tiene que ver con mirar de frente, que la vergüenza es parte de nuestro ser, tanto como el pudor, y por ello, no utilizan el juicio como sentencia, ni la razón como privilegio y que procuran que el poder, inevitablemente humano, jamás sea manipulación o imposición. Me gustan las personas que son seres humanos del modo que siempre imaginamos a la humanidad con la fuerza para soportar cosas y la ternura para acompañarlas y que se enorgullecen que seas otro y, al mismo tiempo, que seas tú.

Ahora bien, por qué también soy quién soy, debo agregar, sin desmedro de lo dicho y
sosteniendo cada palabra, que cuando pienso eróticamente debo decir que me gustan esas personas que tienen todo eso y, dentro de ellas, sólo las mujeres, que tienen el clítoris. Si, lo digo, porque el clítoris me parece una pieza anatómicamente perfecta, que genera una sensación de esplendor artesanal. Seguramente fue hecha por ese Dios deseable, aquel que imaginó que su creación solo podía hacerse en los caminos del placer, para que así, sean verdad sus sueños de evolución. Hay en esa belleza anatómica y fisiológica, la potencialidad de una conjunción excelsa de todas las posibilidades que se pueden generar cuando la disposición para el encuentro es capaz de crear de la nada un todo. Eso lo creo, firmemente, porque sé que en el encuentro -y la intimidad- se pueden manifestar, con más convicción y certeza, la paradójica sensación de la eternidad efímera, donde el infinito parece un punto y el punto es el universo. Por eso me gusta imaginar que si una mujer, con clítoris, está dispuesta, hay quizás un camino cierto al placer y por más que se comience en cualquier lado, hay una inevitable lógica de pasar por allí en algún instante. Tal vez porque en esas mujeres veo una serenidad que preciso, de una sensualidad que invoca lo mejor que puede haber. Porque al hacerlo, puedo imaginar la sagrada desnudez compartida y con ello, particularmente una espalda de una mujer, donde si quieres, puedes confirmar que el beso es un arte, pero también un aprendizaje. Creo que cuando esa mujer te mira con la intención de mirarte ella y, por eso, media su decisión la caricia le da sentido al braille. Porque los senos no son un desafío sino una suerte de rayuela para tocar el cielo.

Me gusta la mujer. No por ninguna lógica, sino porque ello me autoriza el juego de buscarse,
reencontrarse, de sentirse y, tal vez, porque el tango le dio otra forma a la cercanía. Me gusta la mujer, esa mujer, porque hizo que pueda descubrir el otro lenguaje de las caricias el que comienza casi por casualidad y se transforma en un incunable.

Dado a elegir el origen del mundo, lo elijo como Courbet sabiendo que, después, de eso solo hay universos a crear.

jueves, octubre 24, 2024

“No tengo ganas”


La actividad sexual -el sexo- es una de las actividades humanas más increíbles que existen. En sí misma puede ser fuente excepcional de salud, satisfacción, placer, intimidad, afecto y calidad de vida. Aunque todos sabemos que no siempre lo es, es más, también es germen de muchos problemas. Pero, por un momento, nos quedemos con lo primero. Encima es “gratis”, podríamos decir. No necesita mucho (en teoría) y se puede hacer en cualquier lado (o casi).

Ahora bien, si creemos a los mensajes que hay por doquier, a las publicaciones y enunciados públicos esa consigna del sexo es tan bueno que todos deben y quieren practicarlo, suena lógico. Pero, lo cierto, es que las estadísticas muestran que no sólo no es así, sino que en la actualidad se tiene menos sexo que antes. O sea, se habla más (se muestra más, “se sextea”), pero se tiene menos actividades sexuales en esta época. Esto es un tema que inquieta a los investigadores.

Dentro de los que no tienen sexo, nos centralicemos en quienes tienen pareja. Porque esa unidad social es importante para la sociedad. Una pareja que aprovecha los recursos (incluido el sexo) para estar bien es un valor para la sociedad. Todos los sabemos. Una pareja feliz (seamos repetitivos: eso incluye el sexo disfrutado) trasmite, de algún modo, sensaciones positivas al grupo donde convive. Por lo contrario, cuando una pareja no tiene sexo, cuando lo quieren, puede causar un estrés significativo. Una aclaración importante: es normal que las parejas tengan diferentes deseos sexuales en diferentes momentos y esta discrepancia puede ocurrir por muchas razones y se podría resolver si se abordan con comprensión y comunicación abierta. O sea, no es necesariamente un problema que nuestros deseos no coincidan, en ocasiones, porque tenemos posibilidades de resolverlo si queremos.

Concretamente, la pregunta sería: Si con mi pareja no tenemos deseos de tener sexo ¿nos
resignamos o hay algo que se puede hacer? Si bien hay muchas parejas que optan por lo primero, lo que es importante tener en claro es que si se puede hacer algo para resolver el problema. Para eso debemos comprender que el sexo es una actividad que le permite a la pareja crear universos de crecimiento personal y conjunto. No es obligatorio, ni el único, pero vaya que si es una opción que no deberíamos privarnos si es posible.

En primer lugar, debemos ver si hay razones de salud: que incluye cuestiones orgánicas (siempre un chequeo integral es importante), como también de estilos de vida que nos afectan: dormir mal, mala gestión del tiempo, estrés laboral, mala dieta, falta de ejercicio, por citar los más importantes.

En relación a la vida de pareja, la Sociedad Internacional de Medicina Sexual señala unos cuantos puntos que debemos tener en cuenta. Lo bueno de estos puntos que si los cultivamos desde el inicio tendremos no sólo menos problemas como pareja no solo para el sexo, sino para la vida compartida. Lo primero es clave: una comunicación abierta y compasiva: que no es más que poder hablar del sexo como algo real, necesario y sin vergüenzas prestadas o impuestas. De a poco y con la intención de sentir que esa actividad forma para de la vida compartida. Lo segundo, es vital explorar el compromiso y la intimidad no sexual: una pareja que comparte actividades no sexuales pero placenteras está mejor posicionada. También incluye el dar espacio a la otra persona. Una pareja saludable siempre tiene lo compartido y lo que cada persona hace. Nunca son una sola persona, son dos personas independientes que logran construir espacios conjuntos. Lo tercero es abordar los problemas subyacentes. No se convive en la perfección, se construye instancias de respeto, tolerancia, diálogo y creatividad que se conjugan mejor en el desarrollo de la noción de intimidad. Lo siguiente, es establecer expectativas realistas: creadas a partir del diálogo franco, el respeto elocuente, la disposición creativa, la autoestima defendida y el autoconocimiento permanente.

Obvio que siempre debemos tener en cuenta que hay que buscar apoyo profesional cuando sea necesario: no como última opción porque para que las parejas pueden construir una relación sexual más sana y satisfactoria: es necesario también trabajar cuando la pareja esté sana. Como si fueran unas vacunas.

La vida en la pareja siempre es más que sexo, pero el sexo positivo, disfrutado, compartido y creativo es uno de los recursos para facilitar que la vida en pareja sea lo que siempre deseamos: un espacio de paz, diálogo, sentimiento y trabajo para estar cada día mejor.

miércoles, octubre 09, 2024

Pornografía y adolescencia

 

Entre los múltiples problemas relacionados con la sexualidad que existen, el del uso de la
pornografía en adolescentes ocupa una gran preocupación. A diferencia de otras épocas, casi la totalidad de las personas tienen acceso a un celular y a internet. Con ambos recursos acceder a la pornografía es, prácticamente, “cosa juzgada”. La tentación, la facilidad y el acceso casi en soledad garantizan el camino.  Recordemos que “la pornografía es un material de contenido sexual explícito que tiene la función de provocar excitación sexual en la persona que lo consume. Ahora bien, ese material siempre es una simplificación de la vida sexual, reducida a un encuadre genital con exageraciones y sin conexión con la realidad de la persona. O sea, es una falsa ilusión que se muestra como verdad. El problema es que un 87% de hombres consultados y un 42% de las mujeres creen que el porno es fiel a la sexualidad. Además, en el porno se eliminan las emociones, las circunstancias, los sentimientos al ser una imagen plana y creada. Si uno no comprende eso puede llegar a creer esa ilusión que se vende y, con ello, imaginarse que la vida real debe ser eso. Esa fantasía expuesta como verdad genera imágenes mentales –eso son los estereotipos- que se presentan como una ambición. Pero al ser ficción no es posible tenerlo y eso puede generar frustración, entre otras cosas. Remarquemos que los estereotipos afectan a cualquier persona, sólo que los adolescentes están en el periodo vital donde están construyendo su identidad, su noción de realidad y su autoestima. Es por eso que decimos que la pornografía los afecta más.


Los estudios indican que la pornografía puede
aumentar la ansiedad y altera la capacidad para gestionar las emociones. Esos dos efectos ya están a la base de otros problemas, particularmente presentes en los adolescentes: altera el rendimiento cognitivo, afecta el sueño, deteriorar la capacidad de atención y memoria, lo que traerá como consecuencia empeoramiento de lo académico, lo social y lo relacional.

Señalemos que el porno es una simplificación, un recorte de la realidad, donde los personajes deben jugar un papel plano. Por más que hay porno de todo tipo, en general, los papeles que hay están basados en un sexo coital, que sólo persigue el placer casi animal, con una cosificación de las personas, con modelos de cuerpo para ser exhibidos, donde todo funciona como máquinas y donde la aceptación (el consentimiento) no está considerado. Una simplificación que sólo busca exhibir genitales en funcionamiento. Además, con las formas de filmar se alteran los tamaños y la resistencia sexual de los personajes. Básicamente se muestra como normal una ficción y en la misma se exponen personas como objetos y las formas de actividad sexual de un modo exagerado. El porno es una industria que existe y existirá. La cuestión es comprender que hay algo como las películas de superhéroes, para poder verlas hay que saber que son ficciones y que la vida real es una construcción que nos debemos.

No pretendo ser moralista, cada adulto es responsable de sus propias conductas, sólo es necesario tener herramientas que eviten el daño, una autoestima ya construid y, sobre todo, la conciencia de la centralidad del consentimiento, de la no violencia y de lo importante de una buena salud sexual. ¿cómo damos eso a quienes no lo tienen?, sería la pregunta clave: la estrategia largamente probada es la aplicación de la ley 26150 que crea el programa Nacional de Educación Sexual Integral. La ESI, como se la conoce, es la verdadera estrategia. La UNESCO ha expuesto este tema en varias publicaciones y ha señalado que una educación sexual integral eficaz es realmente la forma de promover y generar una salud sexual saludable.

Una educación sexual integral, recordemos que ofrece conocimiento científico acorde, desarrolla habilidades comunicacionales, sociales y de gestión de conflictos y estimula valores universales, (Derechos Humanos). Una buena educación sexual siempre es sistemática. Esto es clave. Pues bien, si vemos el problema es hora de utilizar la solución más probada y fundada: por esto, también podemos exigir: Educación Sexual Integral ¿YA!

miércoles, octubre 02, 2024

Sharenting


Muchas actividades relacionadas con la tecnología han utilizado y hasta generalizado el termino en inglés. Aun cuando no todo el mundo pueda entenderlo. Sharenting es un neologismo inglés, nacido de combinar las palabras share (compartir) y parenting (parentalidad). Está relacionado con la práctica de las personas adultas de compartir fotos de sus hijos en Internet por las redes sociales. En español se habla de “sobreexposición” que ya establece una sensación de disculpa: yo comparto, pero no sobreexpongo.

Es algo que es muy utilizado. Es fácil entren a cualquier red social y van a poder comprobar como los adultos comparten imágenes de forma muy libre. Como si fuera completamente inocuo. Es más, aun mostrando pruebas que eso produce daño, la gente lo sigue haciendo. Aun reconociendo la autonomía progresiva que la ley establece para los menos de edad en la Argentina, se suele obviar esta cuestión cuando se piensa que compartir fotos, videos y demás es parte de una cultura necesaria. Sumado a ello, obvio, que la tentación de crear una estrella del streaming y balizar el camino para que esa creatura sea viral y llegue a ser influencer parece un plato apetitoso. Pero nos quedemos con la primera parte, con los que comparten fotos y videos de forma inocente, con sincera alegría y hasta con muy buenas intenciones. Es el momento que la sabiduría popular sentencia, mucho antes de las redes: el camino al infierno esta pavimentado de buenas intenciones.

Pero lo cierto que algunas historias detrás de esto son impactantes. En una entrevista en el diario El país, la española Natalia Díaz, activista contra el ‘sharenting’ nos sacude con lo siguiente: “Es algo repugnante, pero no podemos olvidar que el 72% del material incautado en redes de pedofilia son fotos sin connotación sexual y conseguidas en las redes sociales de las familias —dato extraído del estudio “Los peligros del sharenting: fraude en línea y material de abuso sexual infantil”, elaborado por la Universitat Oberta Catalunya en 2023”. Frente a esa realidad, es verdad que muchos padres y madres lo ven como real, pero mágicamente que no les va a tocar.

En esto, curiosamente, no hay una versión responsable. Esto es de si o de no. Compartes en redes o no lo haces. Si lo haces, lo expones a diferentes situaciones potenciales. Es más, no es novedad lo que digo, es muy conocido, pero, la presión social funciona. Tal vez, una publicidad sobre una niña (ella), que con IA la hicieron de 30 años y que esa imagen les hablaba a sus padres en un cine, donde habían ido: Es impactante, “ella” les dice como esas imágenes inocentes han sido usadas. Un modo impresionante de hacerlos tomar conciencia. Pero la gente lo seguirá haciendo, no cree que eso les toque, pero se trata de prevenir, como siempre tratamos de hacer.

Definitivamente, hay mucho que hacer, comprender que debemos cuidar, en todo sentido, a los niños y adolescentes y, entre otros lugares, en las redes hay buena cantidad de peligros. Se trata de ver cómo protegerlos, darles herramientas (Educación sexual integral, urgente) y acompañarlos a desarrollar su propia ciudadanía digital, tan presente en la actualidad y que, simplificando se refiere al conjunto de derechos y responsabilidades que las personas tenemos en el entorno digital.

Ahora bien, la pregunta clave que debemos responder los adultos es la misma de siempre: ¿Cómo hacemos para que nuestros hijos tengan la mejor autonomía emocional posible para que se sientan capaces, libres, amados y protegidos? No hay una respuesta tipo manual, una receta única, dado que cada cual conoce el universo que le toca y las circunstancias que los afectan, seamos respetuosos y conscientes de esto. Pero, lo que si sabemos hoy con certeza que el sharenting no está en ninguna receta saludable.  

lunes, septiembre 30, 2024

Sobre Chicanas

 La palabra chicana se instaló en vocabulario hace un tiempo. Generalmente se usa en relación a
la política. La chicana es tomada como un recurso que busca desestabilizar al oponente, en una discusión, para poder mejorar la posición en la disputa, sin necesidad de utilizar una capacidad argumentativa. No es una estrategia de construcción, valga decirlo, sino se orienta a hacer lo necesario para ganar la discusión, sin tanto esfuerzo intelectual aplicado a la causa. Por eso, la chicana se define como una “artimaña o maniobra de mala fe, generalmente con el fin de dilatar algo en el tiempo”.

Ahora bien, si se trata de ganar una disputa intelectual, me gustaría diferenciar dos tipos diferentes que se pueden usar y que es bueno no confundirlas. Una es, realmente la artimaña que ignora el argumento que la otra persona plantea, o sea, la que ataca a la persona. Lo cual puede ser hostil o, también, de tipo benevolente en su apariencia. Pero, el objetivo es el mismo: usar un ardid para desestabilizar. O sea, puede ser decir que el otro es un imbécil (la chicana agresiva) o, simplemente, decir con mucha calma que estas siendo emocional (tipo benevolente). Lo que busca no es contradecir el argumento de la discusión y, por supuesto, no tiene ninguna intención de construir consensos o conocimientos. Lo único que busca es generar un efecto que altere al que enuncia al argumento. Es curioso, pero la chicana benevolente parece un gesto amable, tal como el sexismo benevolente, ya que se disfraza con un barniz positivo, pero es, claramente, un lobo con piel de cordero.


Esa artimaña, por definición, elude la discusión argumentativa. Esto es clave para pensar este tema. Ahora bien, no es una chicana si el adversario intelectual aprovecha mi mal razonamiento, la mala construcción de mi argumentación. Por más, que ello haga que se diluya la discusión. Es un error de argumentación que la otra persona utiliza en el momento. Un caso típico que debe ser entendido como fruto de la capacidad de razonamiento o de rapidez mental, tiene un ejemplo paradigmático en el debate del aborto en Argentina. En un intercambio
Alberto Kornblihtt le dijo a un contrincante del debate: "No, no está bien. Está mal" e hizo que la otra persona quedara en offside y se diluyera en su argumentación. Fue tan notable el gesto que produjo remeras y el autor lo canalizo en un libro que llevo por título esa frase como un despliegue intelectual. Otro ejemplo de esto fue la pequeña historia que circulo cuando se habla de bares inclusivos que, sólo tenían la inclusión en las palabras y que el contrincante intelectual utilizó una anécdota ficticia para poner en evidencia que la inclusión sólo parecía ser una pose y no generar cambios sociales necesarios para hacer una sociedad inclusiva.

Defiendo estas posiciones y, por ello, creo que acusar a quien te hace la pregunta incomoda, basándose específicamente en la argumentación fallida diciendo que es una chicana, es un error garrafal. Hay que defender todo intento de crear mejores razonamientos.

La chicana es una artimaña, es una forma repelente de impedir el debate, eso es seguro. Pero es menester diferencias de esas ocasiones, cuando somos limitados argumentativamente y, eso puede ser aprovechado, inteligentemente a nivel de las ideas, para contradecirme. Las chicanas son malas y perjudícales. Su objetivo es desestabilizar al contrincante emocionalmente como único argumento, lo que impide construir conocimiento, generar debates productivos y, por supuesto, oblitera el crecimiento de pensamiento crítico, tan necesario en la actualidad.

Básicamente la chicana se aleja del pensamiento crítico y la ausencia de este nos impide crecer como personas y como sociedad. Reinstalar el debate social como una forma de crear mejores argumentos es hacer un compromiso real con el futuro. Una sociedad, una pareja, una institución que se autoriza a un debate de idees, de pensamientos, de objetivos, de intenciones ya hace un enorme avance para conseguir ser saludable. Volver a debatir ideas, desterrar las chicanas y crear consensos. Tan simple y tan poderoso para hacer que las utopías sean la realidad que ansiamos.

jueves, septiembre 19, 2024

Amamos como podemos

 

La primavera se acerca aquí en el sur. Dado ello y como se la suele asociar con la noción de
amor, pensé en eso, en el despertarnos al amor y a todo lo que asociamos con ello. Pues, eso me hizo pensar en que amamos como podemos, ni siguiera como soñamos o aprendimos. Porque soñamos amar como el verbo, que alguna vez leímos, nos dice: pleno de virtudes y casi sin defectos. Pero, muchas veces, o sea, generalmente, sólo lo hacemos como nuestra humanidad lo consigue. En el medio acertamos y nos equivocamos con esa obvia realidad de nuestra esencia. Lo que es, lo digamos, algo normal y saludable. Equivocarse nunca debería ser un problema, si somos capaces de comprender el error, no hacerlo con intención de daño y procurar repararlo cuando tomamos conciencia.


Es decir, amamos en nuestra mente, evocando poesías, escritos, melodías y sueños. Pero amamos en la vida hilvanando gestos, silencios, palabras, miedos, confianzas, entrega, disponibilidad, ambiciones, capacidades, emociones, límites y todo lo demás que, finalmente nos configura y que surge de lo que aprendimos, no siempre de la mejor manera.

Amamos como somos y lo intentamos decir, aunque no siempre, porque muchas veces somos analfabetos emocionales (lo bueno es que se puede aprender). Por eso, vamos expresando los sentimientos con los recursos que tenemos y con los que manejamos o, también con aquellos que creemos que dan la talla. A veces, -maravillosa coincidencia- nos escuchan con esas mismas intenciones. Así, en ocasiones, lo que expresamos lo traducen casi a la perfección. Allí, escuchar lo que procuramos decir y, mágicamente, nos responden con la certeza de entender. Otras, quizás no conseguimos eso, porque, al fin y al cabo, en las emociones, sólo somos habitantes de una torre de babel donde subimos y bajamos procurando deshacer laberintos. De un modo u otro, vamos por la vida con esos intentos. ¡Loado sea este peregrinar!

Amamos y nos aman (¡Ojalá!). A veces, eso dura esa pequeña eternidad que llamamos vida. Otras, simplemente nos equivocamos y pernoctamos en pequeñas atajos de los caminos principales. Pero siempre, valga la intención y el intento, porque la humanidad toda lo necesita.

Amamos con lo que tenemos y, sobre todo, con lo que somos capaces de hacer con eso. Que nunca es toda nuestra capacidad, porque la vida es compleja y el encuentro es alquimia. Amamos con equivocaciones, con desatinos, con la amplitud que alcanzamos para ver más allá de nuestras narices y pensar lo que puede venir pero también con esas cegueras y fragilidades inscriptas en lo cotidiano.

Amamos, vaya que sí. No habría humanidad sin ello. Lo hacemos acertando y equivocándonos. Amamos renunciando al amor, en ocasiones; amamos procurándolo de forma adictiva. Amamos encontrándolo por una supuesta jugada del azar. Pero sea como sea, importa que estemos avanzando y al hacerlo estamos dispuestos a ello. Amamos siempre consintiendo, sino no es amor, lo subrayo.


Amamos, porque estamos hechos de todo lo necesario para que esa empresa funcione, aunque fracase tantas veces, en tantas personas. Tenemos cuerpo que nos habla de encuentros, tenemos emociones que nos hablan de necesidades y sensibilidad, tenemos una soledad imposible que procura desde toda la eternidad y por siempre a otro constantemente, aunque podamos optar también por la soledad, satisfactoriamente.

Amamos porque somos humanos. Amamos aunque, a veces, nos duela; aunque nos fragilice, aunque no tenga el eco que buscamos. Lo hacemos porque sabemos que, en definitiva, es nuestro sino. 

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