Esta pregunta nos interpela. La escuché por primera vez en alguna discusión nocturna y luego planteada por la terapeuta americana Esther Perel (altamente recomendable su libro “El dilema de la pareja”). En esa pregunta se muestra uno de los problemas modernos más acuciantes que viven muchas personas en su vida de parejas: que el deseo se perdió o disminuyó muchísimo. Esto, obviamente, genera que sea difícil disfrutar la vida sexual y, en ocasiones, eso lleva a cuestionar el vínculo que los une. No por nada la falta de deseo es una de las consultas más constantes que existe actualmente en el campo de la salud sexual. Recordemos que el deseo sexual se produce cuando el cerebro interpreta determinado estímulo como sexual. Para eso se basa en el imaginario que uno tiene, la experiencia que ha vivido y, en ocasiones, con algo que no pensábamos que podía ser un estímulo pero que nos genera deseo. Algo de ello desencadena una serie de estímulos neurológicos y que nos motiva a ciertos comportamientos sexuales. Así, el deseo es una combinación de mecanismos genéticos, neurotransmisores variados y de información aprendida a través de experiencias personales. Porque más allá de la explicación fisiológica que tiene el deseo, este se vive en el aquí y ahora donde podemos sentirlo y experimentarlo.
Entonces,
¿cómo hacemos para mantener el deseo encendido? En primer lugar, tomarlo en
serio, que no significa otra cosa que darle importancia, o sea tiempo. Esto
implica lo obvio, tiempo de calidad. Desear es sumergirse en escuchar los
estímulos que nos gustan y buscarlos en la medida de lo posible. Me estoy
refiriendo específicamente a las imágenes que nos estimulan nuestro propio
imaginario. De más está decir que eso siempre partiendo de dos límites que
siempre señalamos: no producir daño y el consentimiento como hilo rector de
todo comportamiento sexual.
Darle
tiempo implica dos tiempos importantes: el primero para escucharse uno, que es
una forma de decir, descubrir lo que nos estimula el deseo, o sea el
autoconocimiento. El segundo, escuchar a nuestra pareja, porque hoy es sabido
que uno de los estimulantes mayores del deseo es notar la mirada de excitación
en la persona que tienes enfrente, si tú la recibes bien, claro. Esto conlleva
dos herramientas esenciales para poder sostener el deseo: la comunicación –que
ya insistimos muchas veces- y el autorizarnos a disfrutar. Esto incluye
recuperar lo lúdico que tiene el sexo también.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario