Este
año puede pasar de todo, pero también el intentar que las cosas sean un poco
más como uno quiere, busca, necesita y desea. Así que, porque es bueno pensar
así, van mis pequeños deseos.
Desearía
que sea más fácil pensar en intimidad para cada uno de nosotros. Eso significa
que cada uno decida que intimidad tiene con cada cual realmente y no que se vea
compelido por las etiquetas. Intimidad es una palabra increíble y potente que
implica el hecho simple de permitirse (uno lo hace) alguna desnudez con alguien
porque siente la seguridad real que esa potencial fragilidad expuesta está
protegida. No todos pueden hacerlo del mismo modo y no todos pueden bancarse
cualquier desnudez. Pero si es deseable que todos y cada uno de nosotros
tengamos con quien permitirnos la intimidad que decidamos del cuerpo, del alma,
del pasado, de los errores, de las necesidades, de los deseos. Por eso uno
sigue pensando lo mismo: que la compañía sea deseable y decidida para que la
intimidad sea mayúscula.
Deseo
que el baile siempre sea una invitación a liberarse un poco y encontrase otro
poco. También que haya, por lo menos, un libro capaz de nutrir, que la
conversación sea capaz de crear que esos momentos sean coleccionables y que
forman nuestro propio diario de la vida
Deseo
que la risa sea una forma de estar y de acompañar. La risa compartida siempre
es la elocuencia de una relación que cuenta que en ese momento se sabe estar
presente. Como también, que seas capaz de ver la sonrisa espontánea en los
rostros que amas, no hay tónico más energizante. Deseo, también, que no falten
lágrimas de emoción para mostrarte que tu sensibilidad está viva, coleando y
dispuesta. Y si tocan las otras, las de algún dolor, deseo que haya otro que
sea capaz de ofrecerte un pañuelo, un silencio, una palabra, un abrazo, una
pausa para que el dolor se sienta pasajero.
Deseo,
con ferviente devoción, que encuentres una poesía que te diga lo que tu mente
está esperando, porque ordena las palabras del modo que son el código exacto
para tu sensibilidad.
Deseo
que tu cabeza y, ojalá, tu cuerpo tenga la ocasión de un viaje por lo menos,
donde nos permitimos la sorpresa de estar donde somos extranjero y encontrarnos
que eso no impide ser felices, ser quienes somos y ser recibidos de una forma
que nos enaltece como especie.
Deseo
que los amigos hagan lo que siempre han hecho acompañar como han podido y,
seguramente, con variados éxitos en tanto tiempo vivido. Al final de cuentas
ellos te harán tu elogio real, aun basado en ficciones, cuando lo precises.
Como también te dirán esas verdades necesarias cuando te pierdas en los
senderos absurdos que cada tanto deambulamos, porque somos humanos.
Deseo
que las mesas, donde se comparten café o comidas, siempre sean el terreno para
que la charla crezca al ritmo locuaz de los pequeños delirios, las eternas
quimeras y las realidades que nos ayudan en el cotidiano.
Deseo
que alguna de las utopías que siempre creíste, este año, parezcan realidad o
que, por lo menos, sepas que vale tanto como para seguir caminando hacia ella.
24/12/2023