El diccionario de la Real Academia Española da como octava definición de Crítica la siguiente: Examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc. En esto existe, parece ser un consenso. Una crítica es un juicio sobre algo o alguien. Una crítica evalúa. Una crítica juzga. Una crítica afecta. Una crítica nos afecta.
Esta evidencia nos enfrenta siempre a muchos límites, potencialmente. Pero bien, pensemos en esa crítica. Se le puede asignar muchas adjetivaciones a una crítica –buenas, destructivas, apropiadas, imprevistas, necesarias, etc.-. Adjetivaciones que en realidad procuran dividir las mismas, como una suerte de clasificación. Creo, que la clasificación principal que debemos hacer es si la crítica es buena o mala. Es decir si el juicio emitido puede ser utilizado para ver lo que está errado, equivocado, mal en lo hecho y, por consiguiente, si puede ser resuelto de algún modo. Esta es la clasificación que llamaremos “objetiva” de las críticas. No porque creamos que es posible ser objetivos, sino porque es el modo que pretendemos presentar más limpio el concepto de crítica. Como si al aceptar que una de las mismas es buena, per se, o mala per se, nos permite posicionarnos desde otra perspectiva.
Las otras formas de clasificar a una crítica, están en el terreno de la subjetividad. No implica esto que sea una manera de menospreciar la misma, sino de plantear que puede oscilar en función de nuestro propio clima emocional. Así, una crítica puede ser: con ánimo destructor o constructivo; pertinente o impertinente; autorizadas o desautorizadas; solicitadas o imprevistas; necesarias o innecesarias; apropiadas o inapropiadas.
Toda crítica, como podemos sospechar, puede soportar una variedad de clasificaciones al mismo tiempo. Es decir, que no existe nada que establezca una correlación directa entre: persona adecuada, momento específico y crítica fundada o lo contrario, salvo en nuestra propia subjetividad. Sin embargo, la primera clasificación debería ser la más importante. Si la crítica es buena o mala. Si muestra en su juicio los puntos donde la dificultad es clara e indiscutible. Aprovecharla dependerá de nuestras capacidades. Las adjetivaciones que utilicemos para usarlas o desecharlas marcan nuestra limitación y no la de la crítica.
Que las buenas críticas nos lleguen en el momento justo, que la haga la persona adecuada, que nos la haga con la calidez necesaria. Sí, todos y todas quisiéramos eso. Pero sabemos que lo que hay es algo bastante diferente en el día a día. ¿Qué hacer? Descartar todas las críticas que no sean así o fortalecer nuestra estima y aprovecharlas si son buenas. Quizás eso, haga que las críticas mejoren. Está en nuestras manos. Así de simple. Así de complejo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario