Envidio a los escritores. Lo digo sin pena y con sinceridad. Sentencio de primera y “sin vueltas”. Luego, obviamente, vendrá la sutileza. En realidad envidio a los escritores que leo, evidente para algunas personas pero lamentablemente no tan claro para todos. Pero sigo, aún más en la aclaración: envidio a los escritores que leo y que dicen tan bien lo que pretendo decir. Es decir, resumiendo, envidio a los lectores que traducen mis pensamientos en bellas fórmulas escritas.
¿Egocentrismo perdido? ¿Idiosincrasia argentina? Puede ser para algunos, yo sigo pensando que las ideas importantes, que todos tenemos o podemos tener, son pocas. Ellas se repiten en la historia de la humanidad, tal vez, porque siempre son difíciles de conseguir o porque los seres humanos seguimos siendo eso, sólo seres humanos. Al final siempre tenemos demasiados seres humanos impidiendo que esas ideas, que creemos originales, se hagan realidad. Estoy hablando de las ideas que movilizaron a la humanidad desde siempre: paz, felicidad, equidad, libertad, justicia, vida. Las ideas se repiten siempre, lo que se modifica son las interpretaciones que le damos a esas ideas abstractas.Pero hoy, sólo envidio a aquellos que consiguen claridad y belleza en la forma de presentarlas. Esto es lo que envidio. No porque mis ideas sean originales, repiten deseos ancestrales de todos y todas, sino porque, tantas veces, no sé decirlas con la claridad que algunas y algunos encuentran utilizando un material tan simple: letras ordenadas que producen significados precisos.
Por ello, hoy me permito, compartir este "robo de palabras"
Poesía
prestada
Vuelan
las poesías a mundos olvidados.
Desgarrados
recuerdos tejieron sus alas.
Desdibujan
sus rimas, ocultas en prosa,
Intentan,
casi ciegas, idílicas y sonoras
Hacer
de la idea verso y de este, sueño.
Poesías
desafiantes, tímidas y perversas,
Son
ocaso, amanecer, esperanza y rabia.
Son
letras desordenadas en pos de ideas.
Va
la poesía en sus laberintos efímeros.
Buscan
a su Ícaro que les construya alas.
¡Qué
sol las hará desaparecer en vuelo!
¿Qué
Dios debo invocar para su aliento?
Clamo
a aquellos que son leídos con celo:
Dadme
un verso prestado para tejer odas
“Los
poetas vivos”, tomaré de Whitman,
“están
salvando al mundo” dirá Borges.
"¿Qué
has hecho tú? preguntará Verlaine
“Conservar
la cabeza”, defenderá Kipling.
Sin
desistir al sueño, atado a un barrilete,
Julio
dixit:” No se culpe a nadie de mi vida”.