Hoy, como todos
los días, alguien muere y se recuerda la muerte de alguien. Una verdad dado
el simple hecho que somos seres mortales. Una vez que nacemos, sabemos, a
ciencia cierta, que moriremos. Con la evidencia certera de ciencia y creencia.
No existe en esta tierra la persona inmortal, más allá de nuestras posibles
creencias. Por ello, cuando alguien muere hacemos algo al respecto. Es
imprevisible, tantas veces, la muerte, pero no lo es los rituales que
organizamos para ello. Esos rituales también definen nuestra humanidad, aunque
de maneras diversas según los lugares, valga decirlo.
A pesar de esa
obviedad de ser mortales, también podemos afirmar, sin dudarlo, que el recuerdo
de muchas de las personas que ya no están con nosotros se mantiene como una
realidad constante, permanente y viva. Este hecho también define nuestra
humanidad. Recordamos de manera diferente, rica, circunstancial, sufrida,
intensa, motivadora, inquieta, consciente e inconsciente a personas que ya no
están con nosotros. Lo hacemos con imágenes, palabras, rituales, fotografía, anécdotas,
frases, diálogos, escritos, con presencias y ausencia. Recordamos de la única
forma que podemos hacerlo con el eco que produce su ausencia en nuestra alma.
Esto es, sin dudas, lo que nos hace definitivamente humanos.
Las personas que
no están toman la dimensión del camino que nos acompañaron, que nos permitieron
ser, que nos ofrecieron señales para que ese andar que hacemos en esta vida sea
más nuestro. Esas personas -hoy, esa persona, que ya no está- no sabrá el efecto
que produce su ausencia (si podemos repetir que lo sabe, por intuición
religiosa, o creencia cósmica, pero no lo sabemos, lo sostenemos por fe, válida
y bajo ningún punto de vista, cuestionable).
Por ello, sintamos
siempre, como humanos reales, a quienes no están, pero, como mortales también
reales, aprovechemos, aún más la vida para decir, de tantas maneras posibles,
lo bueno que estén a aquellas personas que sabemos, a ciencia cierta, que
lloraremos su ausencia cuando, indudablemente, ella sea definitiva.