Los estímulos nos muestran que estamos vivos. Vivos y sintiendo. Los estímulos de los más variados. Es verdad, a algunos de ellos filtramos, los inhibimos, los ignoramos. Así hasta podemos despreciar lo bello por no saber reconocerlo. No escuchar la armonía, no por hipoacusia, sino por dejarse inundar por sonidos. No podemos leer la perfección de una metáfora, por ejemplo, por ser incapaces de comprender. Si, el estímulo necesita de receptores. Vemos a alguien y eso es un estímulo pero si eso no se acompaña de esa parte que debe recibir el estimulo (amor, amistad, nostalgia, lo que fuera) nada se pasa.
Estamos vivos porque los estímulos nos siguen produciendo algo. Nos arranca, tal vez, de cierta dormilencia de algo. Si habrá estímulos positivos y otros no tanto o tal vez, francamente, negativos. Pero los estímulos nos hacen sentir de otro modo lo que sigue, inmediatamente: desde el cambiar el paso, hasta dejar que salten los recuerdos como desaforados.
No existe, sin dudas, por eso los estímulos que son recibidos por el "receptor", donde el amor es el efector. Si, quien ama, siempre está pronto para ese estímulo, aunque no haga nada muy concreto pero lo siente como una realidad constante.