lunes, agosto 19, 2013

Fantasías sexual



Imaginarse escenas de contenido sexual es, sin dudas, una forma de asumir que lo sexual tiene una parte lúdica que nos permite expresarnos, relajarnos, disfrutar y deleitarnos con la idea de los placeres que podemos vivir.
El erotismo está a la base de ello. Entendiendo este a partir de dos situaciones. Una, la que una persona realiza, es decir como una manifestación de contenido sexual que uno realiza de forma consciente hacia algún otro (presente o ausente); la otra, la que uno comprende, conscientemente, a partir de la percepción de lo que otra persona hace. El erotismo, señalo, necesita una percepción de la individualidad de un otro. Aclaremos, un strip tease colectivo puede ser erótico en la medida que yo conciba que hay algo que está pasando entre el/la bailarín/a y mi persona. No por nada los que hacen esto en lugares públicos intentan construir "intersticios íntimos" en su perfomance. 
A nivel de pareja las fantasías sexuales pueden ser una forma maravillosa de descubrir senderos del placer y de confirmar las bases angulares para la comunicación. Sin que esto sea un camino sin obstáculos. Efectivamente, siempre debemos recordar que la comunicación entre dos personas, aún las fluidas  es un proceso de crecimiento y cuidado constante para evitar  que se pueda estancar.
Sobre la fantasía podemos decir que hay tres partes en su proceso.  Los tres válidos en si mismo y que no necesitan del paso siguiente para poder ser, en si mismo, una manifestación clara de placer. O sea, que bien si podemos hacer los tres pasos pero valen en si mismo cada paso.  
El primer paso es permitirse imaginar. El dejar que la mente acepte que ciertas imágenes sexuales nos tengan como protagonistas. Todo lo que podemos imaginar debe ser estimulado en la medida que esa imaginación nos deleita.
El segundo paso es permitirse decirlas. Dejar que nuestras palabras verbalicen a nuestra pareja lo que nuestra imaginación ha escenificado. Aclaración importante, no todo se dice, aunque todo se pueda decir.
El tercer paso es ejecutar lo que logramos decir. Llevar a la práctica esa imagen que construimos. La aclaración es fundamental. No todo lo que imaginamos se lo debe llevar a la práctica. 
 Estos tres pasos no son pasos de superación. Es decir, no es que una vez hecho esto o aquello no podemos volver atrás. Siempre se puede. Lo esencial es comprender que el límite no está en lo que hicimos sino en lo que vamos sintiendo y como nos vamos sintiendo. Por ello siempre es difícil para los demás comprender que la vida sexual es una decisión personal que se debe construir cada momento con el otro/a y de la que cada uno es el único director.
 Nunca olvidemos que el límite de nuestra fantasía debe ser lo que produce daño. O sea, lo que nos quite la posibilidad de acceder a la felicidad. Nunca debemos continuar con aquello que afecte nuestra identidad. Eso no quiere decir que no podemos intentar cosas que imaginamos. Siempre podemos intentar, pero no estamos obligados a hacerlo y al hacerlo siempre tenemos el derecho de decir basta. 
Es, en la fantasía donde esa idea de consentimiento alcanza un valor definitivo. Bienvenidas, entonces, las fantasías sexuales que imaginemos. Ojalá que ellas las podamos decir a alguien que alimente lo lúdico, alguien con quien las podamos compartir con confianza y, finalmente, será maravilloso que alguna de ellas podamos concretarlas para hacer que el placer sea el fruto natural que surge de nuestros sentidos. 

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