La violencia contra la mujer es una pandemia en todas las sociedades.
Existen pocas situaciones como estas. Nos percatamos con toda claridad de un
mal de siempre que afecta a la humanidad, en nuestra supuesta modernidad. Frente
a ello hay una urgencia de acciones a profundizar y concretar. Todos los días
se ve la carencia de recursos, humanos y financieros, para detener esta
pandemia. Esto, a pesar del esfuerzo concreto denodado y, en ocasiones,
eficaces que hacen muchísimas personas en diferentes instituciones, tanto
oficiales como privadas o, también, a título individual. Sobre eso está claro
la postura a tener: reconocer lo hecho, insistir en pedir que se haga más y no
ceder ni un milímetro en los reclamos.
En este 8 de marzo me quiero detener en un reclamo en particular: lo
que voy a llamar “urgencia de prevención”.
La pandemia no va a ceder, mientras no hagamos algo de cara al futuro. Esto
sin negar que hoy haya una urgencia para resolver los casos que pasan y para dar
respuestas concretas, específicas y eficaces a la situación que viven las
mujeres por la violencia y que, lo digamos, repercute sobre el tejido social en
su conjunto. Sin embargo, esta urgencia de prevención es lo que también debemos
exigir. Ya no hay opción posible. En concreto, me refiero a la implementación real,
directa y constructiva de la “educación sexual integral”, según lo que estipula
la ley 26150.
Basta de discusiones estúpidas y estériles. Lean la ley y comprendan
que ofrece herramientas muy poderosas para esta urgencia de prevención. La ley,
sépanlo, tiene una sola ideología: dar herramientas a las educandos basadas en
el conocimiento, desarrollar en ellos actitudes positivas con uno y para el
encuentro con el otro e incentivar los valores que creemos como sociedad: que
la violencia no es el camino, que la educación debe desarrollar nuestra
capacidad para ser felices y hacer el bien.
Por eso, en este 8 de marzo, vuelvo a exigir esta educación sexual
integral y con ello me sumo a las voces de tantas personas que creen que esta
urgencia de prevención es, hoy, fundamental, y por eso, inaplazable. Dejar de
hacerlo es ya un crimen, puesto que con ella, tenemos más chances que esta
pandemia se reduzca en lo mediato y, tengamos esperanza, que se termine algún
día. Ya no pidamos, ya no discutamos, exijamos la implementación de esta ley.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario