Nuevo cumpleaños. Aquí estoy con mis propios mambos a cuestas, con mis
balances que sólo dan positivo porque decido que así sea. Aquí estoy celebrando
que estoy vivo. Sabedor que mi deseo está presente y que mis ansias de amor
tienen la solidez de siempre y, tal vez, las carencias que ya conozco. Con una
usina de ideas que varían desde alocadas hasta inusitadas. Capaces de construir
un universo y, en ocasiones, no encontrar la salida de un espacio reducido.
A mis cincuenta y un año estoy convencido que mi vida ha sido un
camino de andares desparejos pero andares en fin. He vivido un poco mucho y muy
poco de mucho. Pero siempre dependerá de a quien tomó como metro-patrón.
Lo cierto que, por ejemplo, sé que he sido deseado más veces de la que
me di cuenta. Para bien y para mal. Pero aunque mis cuentas sean equivocadas,
puedo poner en el haber algunas mujeres seguro y hasta un hombre. Sí, lo sé,
porque fue el único que ante mi ceguera para ver las insinuaciones y provocaciones osó hacer lo que siempre he
pedido a las mujeres: decir con todas las letras cual era su deseo, para poder
decir que no. Yo, por mi parte, he deseado a mujeres, solamente, muchas más que
aquellas con las que pude hablar en el lenguaje del cuerpo. A veces, pienso y
evoco que aquellas que no tuve respuesta, y me pregunto si fueron esas que no entendí
sus maneras de decirme, algo y que, al no escucharlas correctamente, no supe
jamás que compartían lo suficiente el deseo como para que podamos acercarnos un
poquito.
Me han amado con la medida que cada uno quiso. Creo que demasiado en
ciertas ocasiones y en otras, bastante menos. Yo, por mi parte, he amado a mi
manera, con mis propias formas de ver el amor y de ofrecerlo con mis límites y
mis ansias. Pero he amado y he sido amado. No siempre por aquellas que me
hablaron de amor.
He escrito y persisto en la intención de hacerlo. Busco rimas, prosa y
sentidos para traducir con letras caprichosas una forma de ver el mundo.
Escribo para decir mi deseo, para expresar mi sentir, para indagar sobre lo que
veo, para cuestionar lo que pienso, para deleitarme con la posibilidad de
acertar el orden de las letras, para olvidar el pasado o, mejor dicho, para que
me perdone. Le saco jugo al placer haciéndolo.
Soy capaz de escuchar de un modo que pocas personas pueden hacerlo a
pesar de mi hipoacusia que limita lo que escucho. He aprendido a comprender que
hay otras formas de ver las cosas que la que tengo.
He descubierto que puedo bailar, aun sin seguir el ritmo, sin que la
música me acompañe. Y celebro cuando alguien se anima a sumarse a mi cuerpo en
movimiento en cualquier de las formas. Aun quiero mi pareja de tango para
construir un poema en movimiento.
Me río aun, de lo absurdo, porque ese humor, que tal vez sea catalán,
me sigue produciendo risas. Me gusta sonreírme frente como muestra de cariño y
de compartir. Sigo armando viajes imposibles, por lo económico o por lo que
fuera, pero los sigo pensando como posibles. Aun creo que debo volver a Paris y
conocer aquello que aún no conozco.
Me fascina dar clases y, aunque soy medio irresponsable, improvisado y
me juzgo mal, sé que a veces soy un verdadero maestro. Y que la pasión florece
de un modo que contagia. Soy sensible y por eso sé que el arte es parte de mí y
que necesita aún expandirse más. Me gusta el teatro y sueño con hacerlo aún
más.
Quiero aún jugar más y que el juego sea una forma de reírse, una forma
de estar cerca.
Soy un defensor de la única coherencia que vale la pena siempre
defender: el otro siempre importa aunque uno sepa que no a todos los otros
podemos soportar. Venero la intimidad, que sé hacerla aparecer de la nada si la
otra persona sólo pone la disponibilidad.
Soy humano, completamente humano y con eso van mis limites, mis
fracasos, mis errores, mis olvidos, mi pena, mi dolor, mis ausencias que
horadan mis sentir. Pero también esa intención renovada de ser y estar con la
suma de mis posibles para poder hacer un imposible más, todos los días.
En definitiva, sigo procurando contentarme con lo que haya, aunque
siempre espere y procure el infinito al cual todos estamos llamados.
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