Los que estudiamos la educación
sexual, tanto como idea, como hecho y como suceso, estamos sensibilizados para
ver todos los días, en la realidad cotidiana, como aparece la necesidad
imperiosa que esta educación tiene y, por lo tanto, la urgencia de su
implementación según la ley que existe en vigencia, por ejemplo, en Argentina y, subrayemos, es de alcance
nacional (mi provincia Tucumán está adherida, por lo tanto, desde su sanción en el 2006). Hechos llamativos
como lo que pueden suceder, por ejemplo, la exhibición de una opinión personal desacertada (eso
visto desde el plano científico, social, cultural, espiritual, legal y
psicológico) de una docente de un colegio secundario en mi provincia, ponen de nuevo en evidencia
lo que no estamos haciendo: hacer una buena educación sexual integral (según la
ley). O sea de la única forma que se debería hacer y exigir: haciéndonos cargo
responsablemente de la misma como comunidad educativa. Pero no nos confundamos:
este hecho, más allá de lo repudiable, es una prueba más que estamos dejando que la educación sexual sea algo de lo que
no nos hacemos cargo como sociedad, como responsables de la educación y,
también, como padres y madres.
Todos estaremos de acuerdo que cualquier
educación que se base en mitos, en falacias, en opiniones, en errores y en
prejuicios esta equivocada. No toleraríamos que eso sea lo que se de en
cualquier contenido curricular donde van nuestros hijos. Pues les recuerdo,
entonces, que la educación sexual es un contenido curricular que se imparte directa
o indirectamente. ¿Nos preguntamos que se da? ¿Hablamos con nuestros hijos y
los escuchamos para saber lo que ellos ven, escuchan, leen tanto de manera
formal como informal? Vuelvo a insistir, lean la ley de educación sexual y vean
los objetivos. Estoy seguro que si esto se realiza la resistencia a la
educación sexual será casi nula. Porque se comprenderá que la educación sexual
integral implementada como cuestión educativa seria es una de las mejores
garantías que tenemos que nuestros hijos e hijas tengan más herramientas para
que puedan vivir sin violencia, capaces de vivir la felicidad, con relaciones
interpersonales positivas y creativas, en definitiva, ser capaz de
desarrollarse integralmente.
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