Comienza un año lectivo. Nuevamente nuestros hijos e hijas irán a
clase. Se inician las actividades escolares y todo lo que ello implica:
problemas matemáticos que tanto nos cuestan, caligrafía y ortografía que quien
no la tiene, la sufre. Horarios y sus complicaciones. Pequeños grandes logros y
algunas que otras renegadas. Clases de historia con efemérides que casi todos
recordamos. Geografía y tantas otras materias. En el medio, atravesando todo
sociabilización, gestión de emociones, interrelaciones fáciles y problemáticas,
en el medio, esa violencia que nos atraviesa, lamentablemente. Con todo ello,
también empieza la educación sexual de todos los años. Si, lo dije
correctamente.
Debemos comprender que el debate no es sobre si hacer o no educación
sexual. Ese debate es una de las falacias que mantienen algunos para evitar que
haya una construcción seria, serena y adecuada sobre el tema. Es decir, lo
sepamos la educación sexual se está haciendo en el aula. Lo único que, evitamos
con los debate estériles, es no hacernos responsables que la misma sea
estructurada, sistemática, formal, analizada y construida adecuadamente. Pensar
que en esta época no se hace educación sexual todo el tiempo es ignorar las
evidencias. Vivimos en un mundo donde los estímulos están en todas partes,
donde el mundo virtual, con sus virtudes y defectos, está casi omnipresente,
donde los mensajes de cualquier tipo llegan a todos lados y de todos lados,
donde la prensa con su famosa libertad dice lo que se le antoja y encima los
foristas del diario –o por vía de las redes sociales- van, aún más allá,
enunciando, en ocasiones, estupideces sin ningún sentido de análisis crítico;
un mundo en que la publicidad pretende vender como sea armando discursos
edulcorados o sin freno. Es una época, donde la violencia contra el otro es una
forma de comunicarnos, en ocasiones, y, aunque nos pese, mucho en adolescentes;
donde se enuncian barbaridades como si el conocimiento sólo es consecuencia de
poder emitir una opinión.
En esta época, tenemos, por todo ello y por otras cosas, una educación
sexual que dice, opina, critica, genera comportamientos, calla, no permite
hablar, no deja que podamos tener más conocimiento, ni ofrece herramientas para
el encuentro con el otro sea mejor. Si, gente, hoy se hace educación sexual en
todos lados. La realidad se impone como cotidiana.
Por todo ello, la pregunta fue es y será: ¿este año, nos haremos
cargo, seriamente, que la educación sexual sea la mejor que los educadores
puedan dar? Omitir el hacernos cargo de esta educación es grave. Para algunos
será un pecado, para los no creyentes es una irresponsabilidad que no se puede
tolerar. Es hora que sepamos que estamos en deuda con nuestro presente y con
nuestro futuro.
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