Ateos es quien no tiene Dios. Es utilizado, generalmente,
para referirse a quien no cree en Dios. En mi medio, se suele referir, por lo
general, a quien no cree en el Dios católico, por el simple hecho de ser la
religión más tradicional. Ya no, la más popular. Así, he conocido a muchos
ateos, algunos que se revindican por eso y otros que no lo hacen pero se
identifican con esa postura. En ese tratar con ellos me hizo ver que existen
diferentes tipos. No de manera taxativa y cerrada he clasificado a los ateos
que conozco en cuatro grupos. Los describo a continuación. Cabe señalar que no
es una clasificación ni exhaustiva, ni académica, sino simplemente debida a mi
particular manía de clasificar. Vamos con ello:
Ateos por razón: son aquellas personas que vengan o no de
una creencia se toman el tiempo de razonar sobre ella y por ello toman partido
“lógico” por el ser ateos. Estas personas no creen pero tampoco hacen apología
de ello. Es más puede hasta parecerle simpático alguna actitud religiosa. No
quiere que todos sean ateos, no tiene animosidad contra los creyentes, no busca
convencer a nadie. Este ateo comprende que el que cree es dueño de creer y de
seguir rituales y que los mismos sólo tienen el valor que tiene cualquier
ritual.
Ateos por ambiente: son aquellas personas que crecen en un
ambiente donde lo religioso no está presente o tiene valor más “colorido” como
circense o secundario y por lo tanto terminan siendo ateos por qué es lo que
conocen. No creen que sea una opción para ellos.
Ateos por bronca: son aquellas personas que estuvieron muy
identificados con lo religioso y que su separación de esa creencia fue debida a
algo que los lastimó o por presenciar algo que perjudicó a alguien. Son
aquellos que se presentan como ateos pero que su rol es más que eso, es
revindicar que todo el mundo debería ser ateo y que no serlo es por culpa de la
religión, dueña de todos los males.
Ateos por vagancia, sin convicción simplemente lo son porque
ser ateos le sale más “barato” en término de esfuerzos, energías, cosas a hacer
y demás. No revindican el ateísmo, simplemente no ocupan su tiempo en pensar
eso. Estos, obviamente, serían creyentes si la religión sería cuestión de menor
esfuerzo. Es verdad que, en otras épocas, era más “cómodo” ser creyente, todos
lo eran. Entonces los rituales eran también lugar de encuentro, los debates
eran una simplificación pero permitía estar dentro. Hoy ser creyente implica un
mayor esfuerzo, de rituales que no todos participan, de discusiones que uno
quiere tener, de posiciones más discutidas, de saberse no tan bien visto.
Esta “clasificación” es un simple ejercicio. Es más, estoy
seguro que pueden surgir algunas otras opciones Sn embargo, me parece relevante
subrayar que el ateo por razón me parece admirable mientras que el ateo por
bronca me parece más peligroso. Porque en definitiva la bronca siempre puede
esconder la violencia y eso hace que el otro pueda sufrir. Antes que salten por
el famoso tema de “defender a curas pedófilos”, valga aclarar que para todos
los seres humanos deberían caerles las generales de la ley y ningún grupo
debería darle algún tipo de inmunidad. Esto lo señalo porque hay que tener cuidado de cometer el mismo error que se
comete con “todo planero es un motochorro”, “todo empresario es un
esclavizador” y así se puede seguir.
Nunca jamás pensé ni escribí que un delito deje de ser
delito. Valga decirlo antes que nada. Mi postura no tiene que ver con eso, sino
con el hecho que recordar un viejo principio de las relaciones humanas: la
bronca no es la mejor consejera. La razón puede darnos mejores argumentos aun
en esos casos.
19/3/19
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