El gobernador afirmó que en “Tucumán se hace Educación
sexual”[1]. Aquí
debemos darle la derecha, es así. No hay lugar a dudas. La educación sexual es
inevitable: ya se hace. Se realiza aun cuando la desidia, la ignorancia, el
silenciamiento, la intolerancia sean los vectores de la misma. Se hace. Es innegable.
Aún más, también podemos afirmar que existen algunas propuestas de educación
sexual que se adecuan un poco más a la ley y que pretenden hacerla según los mejores
estándares (sistemática, constante, científica, pedagógica, integral, activa). O
sea, una educación sexual que se cimenta en el trípode: conocimiento veraz, desarrollo
de habilidades para la vida y valores universales (en nuestra sociedad los DDHH
como norte).
O sea, si se hace Educación sexual, algunas veces orientada
por la ley, la mayoría de las veces por esfuerzos aislados, algunos comprometidos
con ideas mejores, otras con buenas intenciones pero sin los basamentos mínimos
y necesarios y, otras, valga decir, malísimos, sin ton, sin son, sin intención
de dar una educación sexual.
Ahora bien, un año escolar comienza, el desafío se renueva y
la pregunta sigue siendo la misma: padres, madres, educadores, profesionales,
políticos: ¿este año nos haremos cargo de la educación sexual integral o
seguirá siendo una de las deudas con aquellos que en cualquier discurso siguen
siendo “la prioridad”? Nuestros niños, niñas, adolescentes y, valga decirlo,
adultos, no deben esperar más. Casos durísimos como los que mantuvieron en vilo
a nuestra sociedad los últimos días exigen una respuesta inmediata de
soluciones urgentes pero también marca un tema insoslayable: la prevención es
la deuda urgente a saldar. Una prevención que parte de un trípode excelso. Así
es, porque la prevención optimiza los recursos, minimiza los daños, promociona
lo calidad de vida de manera pragmática y potencia las posibilidades que
nuestra propia diversidad como humanidad nos ofrece.
Que este año nuestra sociedad se haga cargo de la educación
sexual integral de manera más constante, ejecutiva y sistemática no sería innovador,
sería lo que nos debemos. Aprovechemos lo que se hace bien, cultivemos lo que
se puede hacer mejor y breguemos porque la justicia educativa sea la
herramienta de la independencia que anhelamos donde el sufrimiento de los
menores, cuando es inevitable, sea una realidad. No hacerlo, estoy seguro,
implicaría para los que creen, que serán demandados por Dios y la patria con el
peso de la humanidad toda.
[1]
https://www.lagaceta.com.ar/nota/799271/actualidad/segun-manzur-tucuman-si-se-brinda-educacion-sexual.html
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