El amor
sigue siendo un tema a hablar (y sobre todo a vivirlo). Repensando sobre este
fenómeno humano que nos distingue había reflexionado, anteriormente, en la
importancia de la disponibilidad como un elemento clave para que su desarrolle
sea posible. La disponibilidad decía: “es más que estar para el otro, es una
forma de estar presente, aún en la distancia. Sin que eso sea esotérico. Es una
dedicación para dejar las puertas abiertas a la intimidad del otro. En el
sentido que el otro comprende, siente, vive y confía que puede ofrecer sin
tapujos su intimidad de modo integral e integra". Lo segundo que creo que es
fundamental para el amor, es la flexibilidad. Un concepto que, curiosamente, parece menos
importante pero que toma gran significancia cuando pensamos que el amor, como
concepto relacional, implica indiscutiblemente a un otro y, por lo tanto, a un tiempo, lo que, uno espera, nos permite evolucionar.
Al ser “aquí y
ahora” cuando amamos, estamos diciendo que no es algo estático sino que va
haciéndose. El ser humano por definición evoluciona –en el sentido que modifica
elementos constantemente- y, también, por esa misma lógica “in-voluciona” pierde,
día a día, algunos elementos por su propia materialidad y temporalidad. El otro
y uno mismo lo hacemos. O sea que nuestra propia persona va mudando en el
proceso de vivir. Con mayor rapidez, de forma imperceptible, de forma más
asumida, y otras variantes posibles. Por ello, la flexibilidad es importnate. Me refiero a la capacidad de adaptarnos al
perfil del otro es clave para que el amor pueda mantenerse y ser. Sabiendo, como no me canso de repetir, que nosotros somos el otro también.
En esta
lógica una tercera palabra surge como una necesidad: límites. Una palabra que podría pensarse que no está asociada al amor. Sin embargo, es una palabra no s´polo necesaria, sino que tranforma lo ideal en una
realidad que se vive. Tanto la disponibilidad como la flexibilidad poseen límites.
Límite
entendido como una decisión personal de auto definición, de auto valoración y
de auto estima. Sólo se ama desde la posibilidad de ser uno, no de ser otra
persona. Sin disponibilidad el amor es sólo egoísmo, sin flexibilidad el amor es sólo circunstancial, pero sin límites el amor no es amor.
El otro
tiene importancia en la medida que la libertad es lo que guía mi disponibilidad
y exige mi flexibilidad a partir de ese claro contorno nos define: para amar
hay que ser, lo que nos quita eso, es otra cosa.
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