Me
resisto a ello. Pero al mismo tiempo comprendo que no todos piensan así y por
ello uno termina, a veces, con regalos inconsistentes que se amontonan o que no
tienen ningún recuerdo escondido en su contenido. Entonces, pensé que
deberíamos tener nuestro propio manual de los regalos. Es decir, saber que
queremos y que cosas no nos producen placer. Pero, sobre todo, saber qué es lo
que le produce placer a esa persona que, apelando a la idea de Chapman, recibe
nuestro lenguaje del amor.
Para pensar en los
regalos, creo que debemos recordar lo obvio: un regalo es algo que se desea. Pueden ser algo que sea caro o sino,
algo que sea practico o sino, un detalle que habla de mensajes, de recuerdos,
de expectativas y de momentos compartidos.
Para
saber el deseo, es importante haber compartido un momento, nunca más bien
definido como una intimidad compartida, allí es cuando se aprende el color de
los ojos cuando la otra persona desea, el anhelo que persigue un corazón, las
ansias de un viaje que se construye. Los regalos caros, casi no son regalos,
pues no se piden, se exigen (salvo algunos niños que todavía no reconocen que
esos papelitos de color son el objeto del deseo de algunos indeseables). Los
regalos prácticos son equilibrados, a la mitad de las personas les produce
incomodidad pedirlos y al resto les parecen necesarios, pero no saben cómo darlos,
por incomodidad. Los últimos, los que llevan mensajes, no se pueden enunciar se
deben descubrir con la sorpresa y el aliento contenido cuando el papel se rompe
con una pizca de desesperación y un anhelo que nos pide ser niños por un
segundo más. Por eso, no preguntes que quiere alguien como regalo, sondea tu
ánimo, equilíbralo con tu día, tradúcelo en el otro, acomódalo a tu billetera y
apáñate como puedas.
En
definitiva, el lenguaje del amor siempre debe traducir, lo que fuera en un te
tengo tan presente porque tu existencia me hace sentir bien. En esto, es
importante recordar lo que Fernando Pessoa sintetizo tan bien: “El valor de las
cosas no está en el tiempo que duran. Sino en la intensidad con la que suceden.
Por eso hay momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas
incomparables”. Así que, por esas personas, valga decir siempre Felicidades con
un regalo.
me encanto, muchas gracias !!
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