La seducción es una actividad humana que tiene una doble cara. De un lado, la enaltecemos cuando nos permite establecer un vínculo y, por otro lado, se la expone como una simple estrategia de venta. No está alejada de las definiciones que el diccionario ofrece. 1. Persuadir a alguien con argucias o halagos para algo, frecuentemente malo. 2. Atraer físicamente a alguien con el propósito de obtener de él una relación sexual. 3.Embargar o cautivar el ánimo a alguien. En esta lógica los sinónimos de seducir son atraer, cautivar, encantar, fascinar, hipnotizar o flirtear. De entrada, es un término que engloba ambigüedades y contradicciones pero que, sin dudas, los seres humanos lo buscamos con cierta intensidad o, por lo menos, quisiéramos alguna vez recibir el claro elogio que somos seductores.
Como casi todo lo que el ser humano hace, no es bueno ni malo en sí mismo, pero si puede ser
un útil para hacer daño, perjudicar o todo lo contrario. En definitiva, somos las personas las que le damos entidad y utilizamos las herramientas, reales, simbólicas para producir un efecto en el otro. En función de esto, repasemos este concepto de seducción positivamente. Esta sería una estrategia para obtener la atención de una persona que nos resulta atractiva, deseable y con la que quisiéramos tener alguna cosa. Si analizamos lo que acabo de enunciar podremos reconocer varios elementos claves para la salud sexual de las personas. Si es una estrategia, implica una serie de cuestiones que se ordenan. ¿Cuáles? La primera es comprender que la seducción nace de uno mismo, es decir, utilizamos nuestras propias certezas, nuestra propia realidad y lo hacemos de manera positiva. Esto tan simple implica que para seducir debemos conocernos un poco mucho, valorarnos bastantey consolidar la autoestima como un recurso indiscutible. Lo segundo que aparece en esta idea que planteé es que está orientado a llamar la atención de alguien. Lo obvio de eso es que esa persona es otra persona, con su individualidad; no es posible seducir por la obligación, ese llamar la atención conlleva una forma de comunicación que está asociada directamente con las habilidades para identificar las emociones, plasmar las ideas, escuchar en su sentido más amplio, reconocer la aceptación y le rechazo, dándole valor a los gestos y procurando que la empatía sea omnipresente. Aun siendo insistente con ello, la persona “a seducir” es una persona con derechos y tiene el derecho inalienable a consentir en lo que va a participar. Es decir, la seducción no se asocia a la violencia como estrategia, porque nunca nos cansaremos de repetir, que sin consentimiento no hay ni placer ni salud sexual posible, sino simplemente crimen.En este sentido, cuando buscamos seducir para concretar una actividad de neto corte sexual, se pretende que la otra persona participe activamente y,para hacerlo, quien seduce procura llamar la atención, tener detalles, preocuparse por mostrar un interés genuino y de acercarse utilizando la mayor sensibilidad y estimulando los sentidos. Es verdad que puede ser de forma engañosa, que puede ser para conseguir algo y nada más. Pero lo pensemos en positivo. Pensemos la seducción como parte de una pareja que se respeta y que tiene algún tipo real de sentimiento. En estos casos, la seducción sería una forma de usar lo que conocemos para fortalecer el vínculo y con ello hacer que la vida sexual no sólo sea infinita, sino una verdadera necesidad vital.
Así que por qué no pensar las dos cosas más
elementales: ¿cómo educamos para que la seducción sea un recurso que nos
potencia como seres humanos? ¿Cómo hacemos para que esa estrategia de encuentro
sea una posibilidad cierta para que la vida sexual de una pareja sea siempre
mejor?
Para lo primero, la respuesta es contundente: la educación sexual integral; ésta se basa en el autoconocimiento, en la autoestima, en la autonomía y la convicción del consentimiento, entre otros elementos claves para el desarrollo humano saludable. Para lo segundo, la respuesta es más de aquí y ahora y depende de cada uno, pero lo que sabemos es que empieza cuando nos disponemos. Por eso, lo hagamos fácil: ¿cómo vas a seducir hoy a tu pareja? Ese es tu comienzo.
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