Se celebran las Pascuas (las de resurrección y las de Pésaj). Independiente de la fuerza de nuestras creencias, las fiestas tienen el valor que nos autorizamos. Porque las fiestas, sean cuales sean, sirven para el encuentro, el afecto, la cooperación, los detalles. De ese modo, toda fiesta termina siendo una buena excusa para ser humanos. Esto lo señalo sin pretender desvalorizar la fe de nadie, porque como bien aprendimos, cada cual cree en lo que quiere y con la intensidad y profundidad que siente.
Cuando uno dice que “se autoriza” debemos recordar que las personas construyen sus actividades sociales no sólo por las fuerzas que las regulan (sociales, religiosas, culturales) –aunque son muy importantes, sino desde su propia realidad, donde se misturan recuerdos temores y previsiones (según la fórmula borgeana). Lo que significa que festejamos no sólo como aprendemos, sino como creemos que debemos hacerlo. Es decir, que toda celebración se construye desde la propia creencia que se edifica desde la autoestima y se canaliza por medio de los entornos donde nos sentimos acogidos y se expresa como lo sentimos en este aquí y ahora. Lo que, para mí, implica comprender que todo festejo siempre conlleva un camino y que, aunque sea obvio, lo recordemos, todo camino tiene una historia. Llegamos a donde estamos por haber venido, transitado, compartido. Somos siempre consecuencia de una historia previa. Esto es algo maravilloso porque nos da un sentido de comunidad siempre. Toda fiesta es siempre una comunidad que está en juego, grande o pequeña pero concreta.Permítanme poner en claro lo que acabo de decir. Festejamos lo que decidimos, en este caso las pascuas -sean católicas o judías que nuevamente coinciden- conlleva reconocer que somos parte de una historia de quienes venimos y también lo seremos para los que nos siguen. Lo segundo, festejamos porque no los merecemos y eso debe estar comprendido con no sólo decir sino asumir que debemos valorizarnos y, al hacerlo debemos apreciarnos un poco siempre. Lo tercero que se festeja de muchas maneras, pero siempre debe incluir dos cosas mínimas: cierto placer y la comunicación porque todo festejo implica otro real y presente.
Puedo parecer obsesivo y hasta monotemático
pero no por eso deja de ser algo evidente: el párrafo anterior sólo se pude
desarrollar de la mejor manera si implementamos una educación sexual integral
porque es el modo más específico, eficaz y concreto para desarrollar los
recursos para que nuestro propia biografía tenga mayores posibilidades de permitirnos
crecer con salud, porque desarrollará nuestra autoestima mejor, favorecerá
nuestra comunicación y propiciará un mundo que sea mejor, porque permitirá que el
ser humano pueda concretar ese mensaje que la pascuas intenta decir: la
humanidad está llamada a la paz, a la alegría, al amor.
Así que hoy es bueno pensarlo y sentirlo,
pero recordando sin discusión que mañana hay que volver a trabajar para poder
concretarlo. Pero hoy, valga decir: ¡Jag Pesaj Sameaj y Felices Pascuas!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario