Lo curioso es
que ese trato –aunque nos parezca raro- no depende tanto del vínculo que nos
une, sino de una decisión previa personal que nace de como gestionamos las
emociones, que recursos tenemos para expresarnos, que lugar le damos al respeto
y al deseo y como vemos al conflicto. Por eso, creo que habría tres
posibilidades de trato frente al otro: lo trato mal, lo trato bien, lo trato
neutro. Veamos un poco más. Obviamente una opción humana es tratar mal al otro.
Esto tiene que ver con la intención de producir daño, de un lado, la otra de no
proteger al otro también. Parece fácil reconocer que el mal trato genera sufrimiento,
puede utilizar la humillación y siempre se asocia con la violencia. El mal
trato puede producir en la persona que lo recibe: falta de seguridad y de
confianza que nace sobre todo de la confusión y desorientación que genera en la
persona. Todo esto repercute, obviamente, en la estima. El mal trato puede
nacer de mi intención de hacer daño, de mis limitaciones en mi aprendizaje
emocional (otra razón más para exigir educación sexual integral eficiente de
modo urgente), por mi torpeza o incapacidad de ver más allá, la miopía
emocional que puede estar acompañada de mi egoísmo.
comportamientos y que se recibe concretamente. El buen trato no es intención de hacerlo, sino comportamiento que se percibe. Así de simple. ¿Qué son los buenos tratos? Son modos de relacionarnos con las personas que puede incluye varias acciones diferentes. Por ejemplo, podemos anotar: demostrar afecto: con gestos, palabras tiernas y respetando sus tiempos. Destacar logros y acciones positivas. Evitar las etiquetas. Demostrar interés en lo que dicen y poner atención a sus necesidades. Poner límites claros de forma respetuosa, porque también debemos cuidarnos.
Creo que en
esta neutralidad está el mayor déficit que tenemos como sociedad. Porque lo
cierto que la vida social se construye mucho con personas circunstanciales. Es
más, pensemos cuantas personas por día sólo veremos en el cruce o sólo una vez
en la vida. Luego de eso nos propongamos ofrecer una dosis de buen trato,
concreta, motivada e intencional, a esas personas. Será una utopía, pero si lo
hacemos no cambiaremos el mundo, pero, estoy seguro, nos encaminaremos mejor
hacia donde deseamos: una sociedad más saludable.
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