Si me guío por el diccionario blasfemo es quien dice blasfemias. Estas, a su vez, son “palabra injuriosas contra Dios, la Virgen o los santos. Mientras que el hereje es una “persona que niega alguno de los dogmas establecidos por una religión”. Si uno se pone a ver podríamos decir que será Dios, la Virgen o los santos quien deberían determinar que algo sea injurioso. Los demás son “harina de otro costal”. O sea que sus comentarios son interesante, quizás, pero no válidos para definir la blasfemia. Además, si tenemos en cuenta que uno se imagina a Dios como alguien que es misericordioso y que además ve lo que los demás no ven (antes y después y todo la parafernalia de opciones visuales 3-4-5- y 6 D) evidentemente el tendrá más nivel de comprensión frente a las cosas que los seres humanos consideran blasfemias y reconocerá en ellas nuestras propias imperfecciones, nuestras propias limitaciones y nuestro sencillo infantilismo y por lo tanto no serán cosas injuriosas sino simples pataletas, en el peor de los casos.
La herejía, eso si es cosa de hombres. Por ello está sometido todo ser humano a esa posibilidad. En realidad todo ser humano que decida pertenecer a una determinada verdad revelada. Sin embargo, decir algo contrario a alguna verdad es un tema menor para los que creen que esa verdad sigue siendo verdadera. Por lo tanto, la herejía es un tema de un grupo y allí se termina. Aunque en realidad empieza. Si yo fuera hereje, los que no son herejes deberían, por su propio dogma, pedir a Dios que es bendito y misericordioso que me de herramientas para que yo acepte lo que niego. Por lo tanto, el problema de los seres humanos no-herejes frente a los herejes sería rezar para que dejen de ser herejes y sean no-herejes.
Como ustedes verán, por más que parezca embarazado, la herejía es un problema de fe y la blasfemia no llega ni a eso. Es una forma particular que tienen algunos de decir, Dios, hazte presente de una buena vez que ando necesitando que me expliques porque este mundo parece tan abandonado de tu mano.
Lunes, 04 de enero de 2010
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