Hoy, al inicio simbólico de algo nuevo, estas dos cualidades de los seres humanos son los deseos y pedidos para esta nueva etapa. Son como dos conquistas a conseguir. Dos conquistas que considero esenciales para el ansiado camino a la felicidad.
La asertividad se define como la capacidad de una persona para expresar sentimientos, aptitudes y capacidades socialmente aceptadas e identificadas con la autoestima y el bienestar personal. Es importante comprender que para que la asertividad funcione eficazmente y no sea un símil de asertividad la capacidad debe descartar todo tipo de agresividad. Así la persona asertiva logra hacer que los demás sepan que les escuchamos y que los entendemos a partir de allí uno puede decirle a los demás lo que siente, lo que uno quiere. La asertividad, insisto, no es agresividad. Sólo expresa lo que uno siente sin intención de imponer nada a los demás pero, impidiendo que los demás le impongan cosas.
La independencia es un intento sostenido de tomar decisiones –con riesgo permanente de equivocarse, claro está- sin que las mismas esté impuesta por los demás. No quita que la interacción con el otro nos exija ciertas decisiones. Se trata de ser protagonista de aquellas cuestiones que tienen que ver directamente con nuestro hacer, sentir, creer y vivir.
Ser independiente es dejar de vivir bajo la amenaza del otro, del que tiene el poder, real o el que nosotros cedemos por nuestra auto-estima limitada o, mejor dicho, estropeada. En definitiva el lastre para no ser asertivo. Más que deseos, por lo que pueden ver, son verdaderas empresas de superación.