Este año que se inició la previsión indica que será un año de mucho trabajo, de mucho placer, con muchas oportunidades para ser feliz, con algunas lágrimas y, también, con algunos desencuentros. Habrá que utilizar toda la creatividad posible, la cual se multiplicará en la medida que se vaya utilizando. También será necesario mantener la templanza frente a las inevitables contrariedades que nos cruzarán y aquellos, que contrarios, se nos cruzarán. Será muy importante exaltar, utilizar y fomentar la ternura como un nutriente prioritario en nuestras relaciones próximas y, porque no decirlo, en las otras también.

Es importante para este año protegerse de aquellos que no saben compartir y de aquellos que tienen una tendencia a ser un lastre y un freno para nuestras verdaderas ambiciones: ser felices, productivos y creativos. Aunque esto no tenga que ver con otra cosa que con sentirnos vivos y tendientes a sentirnos plenos.
Este año, sin dudas, seremos capaces de ser un poco justos –como Borges lo diría (Eso me recuerda que es un buen año para leer poesía y hasta para intentar escribirla). Para ello, para ser justos, sólo será necesario procurar ser uno mismo y ofrecerlo como una ofrenda a los demás, a los que están cerca y a los que ocasionalmente cruzamos.
Sin dudas, habrá lágrimas, las mismas serán aquellas que surgen de la emoción. Algunas de ellas serán de pura tristeza y, otras, también con total certeza, serán de pura alegría. De esa alegría que surge de la convicción de disfrutar.
Este año se crecerá mucho, fruto de una dedicación suprema a nosotros mismos y a esas cosas que hacen de nosotros alguien mejor. Para ello se insiste en la necesidad de promover, desarrollar, estimular, buscar y convencerse de no desalentar ningún momento que podamos vivir.
Por lo dicho no queda más que desearnos: ¡Feliz Año Nuevo!
Que así sea...
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