Los celos conjugan dos problemas diferentes. De un lado, quien lo sufre y del otro quien sufre las consecuencias de lo que hace la persona celosa. Podrán decir que es una obviedad pero, este principio esencial define, por lo tanto, dos cuestiones diferentes. El problema de la persona celosa, de un lado, y, por otro lado, el de la persona celada. Dos problemas diferentes, vale decirlo rápida y claramente, exigen dos soluciones diferentes. En esto radica mucho más que un enunciado sino una cuestión axial que se suele dejarse de lado.
Quien cela no cela por lo que el otro hace, sino por la incapacidad de aceptar que la otra persona tiene otra forma de ver ciertas cosas, otras formas de relacionarse, otra forma de comunicarse, otra forma de necesitar, otra forma de dar, en definitiva, otra forma de considerar la visión del mundo que, por diferentes y, seguramente, valederas razones, comparten en ese momento.
La persona que es celada tiene el problema de lo que recibe por lo que el otro imagina. Esto es importante diferenciar. No es lo que uno hace que producen los celos, sino lo que el otro imagina que incluye lo que uno hace o cree que uno hace. Por ello la primera solución que se ofrece es inútil. Dejar de hacer eso que al otro le molesta.
Es inútil porque no es la acción lo que producen los celos, sino lo que uno se imagina con esa acción. Ejemplificando: No es porque mi pareja vaya a bailar que yo tengo celos, sino porque creo que mi pareja necesita hacer algo que no me incluye. Es decir, uno pretende que el otro haga todo conmigo y, lo que no hace conmigo, en realidad no debe hacerlo. El celoso, en definitiva, pretende acaparar al otro de una forma total.
Se puede decir que hay dos pilares que se deben trabajar cuando hay celos y un problema concreto que se debe alertar, prevenir y actuar. Los dos pilares son: comunicación y auto-estima. En los celos estas dos realidades están afectadas en mayor o menor grado. La comunicación como forma de expresión de lo que uno siente (asociada inconfundiblemente con la asertividad) y, como reverso de la moneda, la capacidad de escuchar al otro de forma empática. Por su parte, la auto-estima, como una modalidad de conocimiento, crecimiento y disposición de uno mismo con uno mismo.
El problema concreto que siempre aparece en los celos es la violencia. Una violencia que, como sabemos, se manifiesta en un largo abanico que va desde la sutil y casi invisible –la violencia psicológica- hasta la violencia más enérgica y visible –la violencia física. Todo el abanico de la violencia confluye en un efecto concreto: afecta al otro.
Los celos son humanos, como el amor. Pero no confundamos, al amor, es una manifestación positiva del ser humano y los celos que crecen cuando pensamos que hay amor, es una forma negativa del ser humano. Están juntos por circunstancia, no por relación directa. Amar implica un esfuerzo más sostenido por fomentar la libertad del otro. El permitir que el otro sea cada día un poco más.