sábado, julio 07, 2012

Relaciones





Los seres humanos vivimos relacionándonos. Las relaciones son, definitivamente, nuestro hábitat real. Encontrarnos, separarnos, conflictuarnos, disfrutarnos, acercarnos, alejarnos, hablarnos, estimularnos, destruirnos, amarnos, entre tantas cosas….siempre unos con otros. He aquí el sino de nuestra humanidad, donde radica toda la amplitud de su universo y, también, de su abismo.
Entre todas esas relaciones que experimentamos a lo largo del tiempo algunas de ellas son imprescindibles para nuestro “ser y estar” en nuestro “hoy”. Son aquellas que nos aportan el estímulo necesario para crecer, para moldearnos de la manera más significativa, en lo bueno y, lamentable pero real, en lo malo. Me refiero a esas relaciones que son importantes porque nos han permitido un paso más en nuestro andar, porque nos han acompañado en algún trecho de ese andar, ya sea porque nos han retrasado o, tal vez, desviado, o porque nos han permitido creer en utopías, que como dice el poeta sirven para caminar, y al hacerlo, nos permitieron creer que podían ser reales y que por ello pudimos hacer realidad otras cosas, en ocasiones.
Relaciones donde muchas cosas van y vienen. Nunca en la misma cantidad, ni en la misma forma, ni en la misma duración. No son pocos los que, por ejemplo, siguen amando, cuando la otra persona ya no lo hace o no puede hacerlo más.
Las relaciones siempre serán así, variadas: vertiginosas y calmas; sencillas y opulentas; siempre interesadas, tantas veces sentidas, algunas veces reciprocas. Algunas de ellas aportan todo el universo, otras lo efímero del instante que ya paso. Todas, absolutamente todas, válidas, aunque no siempre todas deseadas.
Lo ideal sería que cada uno aprenda y decida quién es quién en sus relaciones, como también quien es uno en esas relaciones. Pero lo cierto es que, lamenta, irremediable y maravillosamente, no siempre es posible saberlo y, en ocasiones, asumir lo que sabemos.
Lo que importa, por ello, tal vez sea que uno pueda decidir algunas pocas relaciones, las que considere importantes, en función no de la reciprocidad sino en función de lo que uno cree que puede, debe, siente que da y en esas ocasiones procurar tener la exactitud del orfebre. Lo demás es algo que nos excede.
Una de las frases más famosas del cine –muchas veces mal traducida y peor entendida-, es la que Humphrey Bogart le dice, en varias ocasiones, a  Ingrid Bergman en Casablanca “Here´s looking at you, kid (literalmente “aquí estoy, mirándote, pequeña”[1]). Una frase que tenía un valor, según dicen, en el rodaje y que se incorpora por ello a la película, donde adquiere una dimensión conocida y fabulosa. Esa frase sintetiza, sin dudas, una de las relaciones que todos y todas deberíamos tener. Alguien que de alguna forma, nos está mirando, como acompañándonos pero sin que tenga que ocupar un lugar estable en nuestra vida;  pero si que esa relación que se forja por algo toma sentido para quienes lo viven en el momento en que lo viven.
Ojalá, todos y todas experimenten ese “kid” alguna vez en sus relaciones. Quizás sea el comienzo de un gran amor, o de la nada o, tal vez, quién sabe, de una “beautiful friendship” (Bogart dixit).

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