8 de marzo. Día de la mujer. Día de recordar los derechos ganados y de recordar que todavía falta mucho para conseguir y que el esfuerzo debe incluir el mantener lo adquirido. Por ello pensemos en el día de la mujer en los términos de eso que pensamos de una mujer: la sensibilidad para percibir que aún hay mucho dolor por la violencia que se ejerce contra ellas y contra lo que es diferente; lo que llamamos fragilidad que no se mide en la capacidad de soportar sino que todavía la decidimos en cuanto al poder que se pone para doblegar al otro; la ternura en tanto que la dilapidamos en los discursos y la economizamos en el cotidiano donde se precisa; el deseo en tanto que sin él no somos capaces de avanzar; la capacidad de producir vínculos en tanto que sólo existimos por el otro, la otra nos ofrece algo -siempre recordando que somos el otro, la otra para alguien-.
Día de la mujer. No es un día para grandes festejos pero si para decidir, nuevamente, donde queremos pararnos en esta necesidad de paz que la humanidad está pidiendo a gritos. Una paz que necesita de la equidad, del respeto, de los derechos, de la lucha concreta contra todo tipo de violencia y discriminación.