sábado, agosto 23, 2014

Sincronía

Hacer las cosas al mismo tiempo, es una maravilla. Lo que se llama sincronía. No tiene que ser la misma cosa sino cosas que se complementan, como un ballet, o una danza. Algo que nos magnetiza. Cuando vemos que dos personas se acompañan como complementándose uno ve en ello la magia de lo profundo. Como si el cosmos estuviese ordenado. Será por eso, quizás, que llamamos química cuando el otro –cualquier otro- parece que anticipa nuestros movimientos y nos permite una suerte de escena de patinaje sobre hielo: precisa, bella, activa y plena de riquezas.
¡Así debería ser la vida! Tonterías. La vida es lo cotidiano como constante. Lo que hacemos en cada momento, los errores y los aciertos, las alegrías y enojos. Los zigzags inevitables; los encontronazos, las molestias, los disensos y todo lo otro, o sea lo contrario a todo eso. La vida es el andar por un tiempo y espacio que nos va tocando en suerte procurando disfrutar, sentir, creer, vivir, comunicar, amar y más cosas.

En esa vida, la que vamos andando, vale la pena procurar la sincronía. ¡Of, course! Lo digamos, pero eso implica comprender que, como comunes mortales que muchos somos, hay que “laburar” para ello. La sincronía no es una cuestión de ilusión, es trabajo constante para el otro, con el otro, por el otro. Así, no haremos alquimia, sino encuentro, no haremos engaños, sino certezas y así, seguramente, el andar por la vida será la aventura por el camino que dicen lleva a la felicidad. 

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