La poesía siempre nos acompaña. ¡Vieron! La pueden reconocer en tantos lugares que sólo se necesita uno detenerse un instante y, allí está. Omnipresente cuando la vemos, disimulada el resto del tiempo. Atraviesa cada instante de nuestro cotidiano envueltas en sus múltiples ropajes. Un rostro, una sonrisa, una palabra, una flor, un aroma, una melodía, un recuerdo, una caricia, un deseo, un dolor, una expectativa de encuentro, un encuentro, un viaje, ese pequeño, y así podríamos agregar el sinnúmero de razones y de fuentes donde la poesía se inscribe. No, no somos poetas porque vivimos, pero, claramente, hay poesía en este mundo porque lo hacemos.
Si, tal vez algún dolor me pueda hacerla olvidar. claro que si, la humanidad se ha empeñado en destruir la poesía, olvidarla, enterrarla, negarla, despreciarla y hasta desterrarla. Pero, aún si yo no pudiese verla más, aquel, el que me sigue, ¿porque no puede encontrarla y en ella escuchar sus voces íntimas?
La poesía siempre estará. Es parte de ese aire que necesitamos para respirar, no el los pulmones, sino aquel que nos permite el lujo de sentirnos vivos.