martes, noviembre 17, 2015

Fechas redondas

Solemos hacer balances en fechas redondas. Sea semanal, anual o, la mayoría de las veces, cuando pensamos que toca una fecha redonda. Como si fuese una suerte de límites imaginarios. Entre un tiempo y el otro. Imagínate, por un momento, si hoy 17 de noviembre de 2015 fuese tu cumpleaños y que festejarías 49 años. No tiene nada de redondo pero para ti, en esta ocasión, sería una fecha redonda. 
Un balance es un ejercicio sencillo en los números e injusto en la vida. Porque para hacerlo no evocamos todo, sino invocamos a las cosas por el estado de ánimo. Apelamos a nuestra memoria que mira hacia atrás, hacia las penumbras donde esta lo vivido. Nunca recordamos tanto, ni todo. Así nuestra mejor aliada para el balance, nuestra memoria nos recuerda cosas y, en ocasiones, estoy seguro, nos perdona. Con ello intentamos hacer una selección con las emociones como guía y el intento serio de permitirnos, por un momento ser capaces de ver las cosas con cierta distancia. Pero aún en el mejor de los casos pintamos un cuadro aquí y ahora de una vida en 3 D. No existe forma que todos los detalles aparezcan. ¿cómo hacerlo? Pues todos nos damos maña con lo que podemos. Reconstruimos una vida en un instante poniendo lustre a lo que nuestras emociones del momento refuerzan un poco más. No existe receta, solo formas de hacerlo. Yo, por mi parte, si tuviese que hacerlo, sé que en mi haber habría algunas cosas, que las pienso general porque son las que se podrían usar para todos.
Lo primero sería cuantas veces amamos y fuimos amados. Recordando siempre que el amor es un intento humano, por ello limitado por nuestro propio ser, de ofrecer lo mejor a alguien. De hacerlo combatiendo nuestras limitaciones, superando nuestros miedos, pretendiendo hacer lo mejor, lo más justo, lo más completo, lo más permanente, lo más intenso, lo más todo, para una persona en un momento dado y que se piensa como trascendente, eterno, infinito, aún sabiendo que es una utopía. El amor como esfuerzo para que un otro esté mejor un poco más por hacer compartido un momento, sea duradero o simple y también, valga, el que nos ofrecieron. Valga esto como todo lo amplio que implica el compartir la desnudez de los sentimientos y de las emociones. Valga desde ayudar hasta orgasmear. Valga desde lo completamente pasajero hasta aquello que soñamos que dura una vida entera
Lo segundo que pondría, obviamente, sería las veces que logramos hacer que la comedia humana sea perfecta. Valga decir que hicimos que las emociones representadas sintéticamente, por la risa y el llanto) de quienes estén a nuestro lado se puedan canalizar mejor. 
Lo tercero, de esta lista fugaz y limitada, es las veces que logramos compartir algo que nace simplemente de nuestro deseo de hacerlo. Una suerte de entrega con intención y dedicación. Aunque sea tan simple como un contacto fugaz pero que nos permite eso de "como muestra basta un botón". Ese gesto que nos ofrece la delicadeza de ver al otro como un igual al cual le ofrecemos un detalle. 
Lo último que agrego como quien hace una lista simple es lo que se refiere a cuanto nos sumergimos en el arte. Cuánta poesía nos permitimos, cuantas pinturas somos capaces de permitir que nos acaricien, cuanta música nos ha acariciado, cuanta danza nos ha elevado. Cuanto teatro nos ha contagiado.
No se me ocurre más o, tal vez si. Pero paremos aquí, por ahora. El resto depende de números y eso se hace cuando se quiere, sumas y restas y ves si tu saldo es positivo y negativo. no vale más que lo que vale, Pero la vida, la vida esa que nos ilumina es la que en definitiva importa estar parao.

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