

Soy padre porque una mujer me hizo serlo. Ella lo concibió
en su útero, lo mantuvo durante casi 9 meses y luego por la forma que sea
permitió que el pequeño surgiese con su vida por delante. Si, parece una
obviedad. Es más, lo es. Entonces esto implica que el día del padre, el padre
debe festejar que haya existido una madre. Esto, implica, también que el día de
la madre es al revés. Uno debe ser celebrado. Estoy hablando a nivel de padre y
madre. Los hijos son otro cantar. Ellos ya tienen que celebrar lo concreto que
haya un padre y una madre para celebrar, agradecer, amar y todo lo positivo
(siendo, en esta ocasión un poco ingenuo e infantil al pensar que solo hay
padres y madres buenos, claro está). Así, yo, recuerdo, evoco y sufro la
ausencia de mi padre que hoy no podré darle un beso, ni ofrecerle algún regalo.
Pero bueno, es la ley de la vida (bastante de mierda en ocasiones, digámoslo).

Hoy, este día, no olvidemos que alguien nos permitió ser
padres y eso es un don que sigue siendo un tesoro para muchos. Un tesoro que
siempre tendrá el valor total para quien ve en ese pequeño, que crece, la
caricia del infinito, el susurro de la eternidad o, como mi padre alguna vez
dijo, según me refirieron, “un hijo es la suma de todos los amaneceres del
mundo”.