No hay concepto tan necesario como la
belleza, al mismo tiempo, que sea tan increíblemente diverso. Como la humanidad
podemos decir. Más allá de la estética que estudia la teoría filosófica de la
belleza formal y del sentimiento que ella despierta en el ser humano, la
belleza siempre nos genera una atracción particular. Podríamos decir que es una
cualidad presente en una cosa, objeto o persona que produce un placer intenso a
la mente, y proviene de manifestaciones sensoriales. Algo tremendamente
subjetivo, son mis sentidos lo que le dan sentido, valga la redundancia, a lo
que percibo. Pero sabemos que eso ha evolucionado a lo largo de la historia y
de la geografía. La belleza no se mantiene estable, sino que se va
descubriendo, describiendo, produciendo según épocas, estímulos y contextos.
Aunque creamos que los cánones de belleza corporal son los mismos siempre. La
belleza muta, pero, no siempre, nuestra capacidad de percibirla y disfrutarla.
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La belleza sigue siendo algo que nos
estimula nos genera sensaciones positivas y, por lo tanto,
nos permite
acercarnos de otro modo al erotismo que, valga señalarlo, es una condición
humana maravillosa que no solo es saludable, sino que deseable y, por lo tanto,
que debemos estimular. Simplificando el erotismo tiene que ver con lo que nos
estimula el deseo sensual utilizando la imaginación, la fantasía y la
estimulación sensorial. Es algo que se asocia con el placer, un valor y una
aptitud humana magnifica. Siempre, valga insistir sin miedo, que debe asociarse
al consentimiento.
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Ahora bien, si la belleza es un valor
relativo y muy subjetivo es algo que nos permite asumir la verdad que está
detrás de eso, la percepción de la belleza es algo no sólo educable, sino que
se puede transformar positivamente. Es decir, somos seres capaces de asumir la
belleza de muchas maneras y en muchas formas. Lo que nos permite comprender que
toda persona tiene una belleza inevitablemente como don. Aunque parezca una
frase de una galleta de la fortuna, es una realidad innegable. La belleza es lo
que es capaz de estimular sensorialmente a otra persona y eso está asociado no
sólo con la capacidad personal de nuestros sentidos, sino también con el factor
clave, la autoestima y el autoconocimiento. Las personas debemos comprender que
descubrir nuestras propias virtudes, morales y estéticas –que no están en
carriles diferentes- nos permite potenciar nuestras relaciones. A ese
autodescubrimiento, siempre debemos sumarle el ser generosamente afectivos con
uno mismo. Es decir, hacer crecer la autoestima como un recurso real para
transitar la vida con la tranquilidad de sabernos valiosos para el encuentro.
Raymond Carver en el "último
fragmento" (Late Fragment) escribe esto:
¿Y conseguiste lo que querías de esta vida?
Lo conseguí.
Y ¿qué
querías?
Considerarme
amado, sentirme amado en la tierra.
En definitiva, se trata de comprender
que esa la aspiración natural del ser humano, amar y ser amado. Pues bien, como
hacer eso y estimularla para que sea un plan de acción para las personas. La respuesta
ya la mencioné muchas veces: una educación sexual integral como la pregona la
ley, o sea, sembrar autoestima, autoconocimiento para que el futuro sea siempre
mejor. Todo camino largo y que parece complicado, comienza con decisiones y
pequeños pasos. He aquí donde entra en juego nuestra decisión de hacer el
camino.
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