Los celos son emociones que se sienten frente a la percepción de que alguien, que consideramos importante para nosotros, no nos está ofreciendo el espacio, la consideración ni el valor que merecemos. Eso nos produce una sensación de agresividad orientada hacia la otra persona o, hacia quien, en nuestra percepción, no nos reconoce como desearíamos. Una percepción que no está basada en la realidad sino en una construcción equivocada de hechos, merecimientos y otros elementos. Señalemos, por más que nuestra cultura tienda a presentarlos como positivos en ciertos casos, los celos nunca son correctos. Son una limitación que tenemos, fruto de un error de adaptación a situaciones de interrelación con los demás. Los celos, esa emoción de querer algo que no tenemos, son traducidos en lo cotidiano, de alguna forma. Para esa traducción utilizamos los recursos personales que disponemos procurando afectar a quien celamos. Porque en definitiva, esto es lo que no debemos olvidar, los celos, al buscar exteriorizarse, producen daños en uno y en los demás. Remarquemos: los celos nunca son inofensivos y no se restringen a las relaciones amorosas, por más que allí se encuentren las escenas más conocidas e intensas. Los celos se pueden presentar en todas las situaciones de la vida, inclusive obviamente, las de la vida profesional.Entre los recursos que utiliza el celoso siempre está la violencia verbal. Así, se recurre a la difamación del que tiene las ventajas y favores profesionales que, en nuestra percepción, deben ser para nosotros; la obsesión permanente por marcar los errores de esa persona, con una rigidez arbitraria; la utilización pervertida de la comparación, y el análisis conscientemente sesgado de la realidad, son algunas de las formas de violencia que utiliza el celoso. Es verdad, que algunos profesionales al sentir celos de un compañero, haciendo algún tipo de sublimación, pueden intentar mejorar su trabajo. Así, una emoción negativa es transformada en algo positivo. Aclaremos para no equivocarnos en los conceptos: si bien la sublimación es un mecanismo que produce beneficios, la realidad es que la sublimación nace de una dificultad, de un error de lectura de la realidad, de una incapacidad personal, porque los celos son un defecto de adaptación en los procesos de relación entre las personas. Ellos pueden ser explicados por el medio ambiente, por las circunstancias, por los procesos educativos y por las realidades personales. Pero sigue siendo un problema personal que tiene que ser resuelto. No podemos justificarlos bajo ningún punto de vista, aunque se puedan explicar las razones de su aparición.Los celos son una de las limitaciones que tenemos para el desarrollo individual, familiar, profesional y social. Este mundo tan competitivo y altamente expuesto a la imagen ganadora genera caldos de cultivo para que los celosos encuentren motivos para exteriorizar sus dificultades. Pero la solución no la debemos buscar afuera, sino en el análisis personal e individual. Al hacerlo, quizás, podamos avanzar en lo único importante: la procura de la felicidad como un bien individual que sólo existe compartido.
Artículo publicado en "La Gaceta" el 23 de julio de 2006
No hay comentarios.:
Publicar un comentario