Un cumpleaños siempre es un día cualquiera. Uno pretende, muchas veces, enfiestarlo con halos mágicos y con festejos emocionantes o emotivos. Pero, lo cierto es que es un día más de vida, la que, generalmente, comienza y termina sin respetar nunca el calendario. Nacemos, metafóricamente hablando, 9 meses después que un óvulo y un espermatozoide se hayan acertado, con buena fortuna, en un encuentro de placer y amor; y nos morimos cuando la suma irreverente, de accidentes posibles, naturaleza mortal, riesgos asumidos, iatrogenias variadas – todo adornado por la voluntad divina-, dice que el momento ha llegado. Está es la verdad, aunque suene un poco fastidiosa y pesimista (¡Cómo les gusta a algunos utilizar esta palabrita cuando se dice la verdad cruda en reemplazo de ideas edulcoradas e irreales!).
Lo cierto es que las cosas son así, nacemos cuando nacemos y nos morimos cuando nos toca en suerte, las posibles programaciones de uno u otro son mínimas. Por más que existan otras formas más aceptables y hasta lindas de decir esto. Entonces, ¿de qué sirve el cumpleaños? De mucho para muchos y de poco para otros.
Una fecha de recuerdo, como siempre repito, es una fecha que nos permite disculparnos un poco por nuestras ausencias o, quizás, sirva para compartir un poco más la alegría que compartimos cotidianamente. Para algunos y algunas es un tibio intento de olvidar los días ya olvidados, para otros y otras es una excusa para poder expresar sentimientos que deberíamos tener pero que no nos nacen decir todo el resto de los días y, también, para algunos son días que nos permite expresar una vez más la alegría que frecuentemente sentimos cuando compartimos, sentimos, hablamos, escuchamos, disfrutamos de una persona.
Es bueno festejar cada día como uno nuevo en nuestra vida. Tanto, como es ideal y maravilloso deleitarnos con toda posibilidad que la vida nos ofrezca de poder estar y compartir momentos con quien deseamos y queremos, sea el día del aniversario o un día cualquiera del calendario. Pero todos sabemos que esto no es siempre posible. La geografía, en muchas ocasiones, hace del mundo una distancia lejana y la historia personal de cada uno, en otras situaciones, hace que las circunstancias, envuelta en diversas preocupaciones, una cadena de obstáculos que nos impide el ánimo y la cercanía.
Un cumpleaños no es más que un día, un día en que es bueno acordarnos de una persona, pero sin olvidar que es mucho más importante recordar a las personas en cada momento que nos sale de adentro sentirnos cerca. El resto, muchas veces, sólo son obligaciones o buenas intenciones. Las primeras no son buenas para recordar un cumpleaños, porque son rayanas con la hipocresía y las segundas, lo sabemos, son, tantas veces, el pavimento en el camino al infierno.
Celebremos los cumpleaños como celebramos cada día que podemos, con la alegría de poder estar, con el deseo de compartir, con la ambición de ser felices y con el amor que nos permitimos por esa persona.
17 de Noviembre de 2006
Lo cierto es que las cosas son así, nacemos cuando nacemos y nos morimos cuando nos toca en suerte, las posibles programaciones de uno u otro son mínimas. Por más que existan otras formas más aceptables y hasta lindas de decir esto. Entonces, ¿de qué sirve el cumpleaños? De mucho para muchos y de poco para otros.
Una fecha de recuerdo, como siempre repito, es una fecha que nos permite disculparnos un poco por nuestras ausencias o, quizás, sirva para compartir un poco más la alegría que compartimos cotidianamente. Para algunos y algunas es un tibio intento de olvidar los días ya olvidados, para otros y otras es una excusa para poder expresar sentimientos que deberíamos tener pero que no nos nacen decir todo el resto de los días y, también, para algunos son días que nos permite expresar una vez más la alegría que frecuentemente sentimos cuando compartimos, sentimos, hablamos, escuchamos, disfrutamos de una persona.
Es bueno festejar cada día como uno nuevo en nuestra vida. Tanto, como es ideal y maravilloso deleitarnos con toda posibilidad que la vida nos ofrezca de poder estar y compartir momentos con quien deseamos y queremos, sea el día del aniversario o un día cualquiera del calendario. Pero todos sabemos que esto no es siempre posible. La geografía, en muchas ocasiones, hace del mundo una distancia lejana y la historia personal de cada uno, en otras situaciones, hace que las circunstancias, envuelta en diversas preocupaciones, una cadena de obstáculos que nos impide el ánimo y la cercanía.
Un cumpleaños no es más que un día, un día en que es bueno acordarnos de una persona, pero sin olvidar que es mucho más importante recordar a las personas en cada momento que nos sale de adentro sentirnos cerca. El resto, muchas veces, sólo son obligaciones o buenas intenciones. Las primeras no son buenas para recordar un cumpleaños, porque son rayanas con la hipocresía y las segundas, lo sabemos, son, tantas veces, el pavimento en el camino al infierno.
Celebremos los cumpleaños como celebramos cada día que podemos, con la alegría de poder estar, con el deseo de compartir, con la ambición de ser felices y con el amor que nos permitimos por esa persona.
17 de Noviembre de 2006
Siii, celebremos!
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