El mar se presenta como siempre, dinámico e intenso. La arena regada conchas y caracoles y también otras cosas. Todo es como la vida o se me ocurre a mí. Las metáforas tal vez no sean metáforas cuando son demasiadas reales. “Solo es cuestión del cristal”, se me viene a la cabeza esa idea, el cristal con que se mire. Será tal vez, pero solo importa el sufrimiento que se siente, no las cosas como se miran. También es como la vida, las cosas solo se sienten de un modo verdadero: el que pasa por la piel, por los sentidos de cada uno y nada más. El resto solo es cristal, el cristal ajeno. Si, estoy de acuerdo, uno puede cambiar la visión y con eso tal vez repercuta en como siente, pero sea de un modo u otro, sigue importando ese sentir que bajo la piel se hace carne y expresión. Solo hay vivencias en la vida, las que nos pasan, las que tenemos que compartir, las que nos sacuden, las que son nuestras. He allí el secreto o la evidencia. Más allá de la arena, del mar, de las conchas y los caracoles, está lo simple, nuestras pisadas sobre la arena. El mar puede deshacerla, pero nada quitará a nuestros pies los pasos dados.
E, miércoles, 21 de julio de 2004
E, miércoles, 21 de julio de 2004