VALGA POR ESTE 19 DE OCTUBRE DE 2016. NI UNA MENOS
Hay una canción que me gusta mucho que dice algo así como: “y si estuve en otra vida fui mujer … cuando me miro las manos”. Es, tal vez, la mano una maravilla síntesis de nuestras opciones como ser humano. Nuestras manos son, por ejemplo, el salto cualitativo de nuestra humanidad por la famosa oposición del pulgar; Pero también, es un bello ejemplo de la mítica esencia mágica que nos rodea a todos y todas en la muy conocida expresión “déjame que te lea la mano”, con ambición de futuro o de seducción –dos cualidades inevitablemente humanas-. Es la mano la que construye y es la mano que empuña el arma. Es la mano quien recibe y es la mano quien rechaza. Es la mano que vota, es la mano quien impide. Es la mano la que acaricia y la que golpea.
Miro mis manos y encuentro en ella lo femenino que me acompaña, que me invita. Es la mano la que trasmite ternura y es la mano, la que logra, a veces, bailar. Son estas manos las que escriben estas líneas y las que, no en pocas ocasiones, reflejan amor, exasperación, impotencia, dolor, esperanza, entre otras cosas. Manos, manos capaces de todo y al mismo tiempo con tantas limitaciones.
¿A qué viene este cuento en este día tan específico? –día de la mujer, recuerdo- Sería la pregunta obligada. ¿Un simple delirio? Ojala los tenga seguido, pero no, no es en este caso; las manos son la metáfora que manifiesta la necesidad infinita de recordar en que parte de la distancia de nuestra humanidad están nuestras manos. Un 8 de marzo manos masculinas cerraron un galpón para luego quemar a manos femeninas. Este hecho histórico es una síntesis de tantos otros vejámenes y violencias vividas a lo largo de toda la historia.
Manos de un lado y manos de otro lado Sin embargo, entre ellas una distancia sideral que implica dos opciones de vida. Es decir, entre la distancia entre quien utilizan las manos para agredir y las manos para acoger; entre aquellas que son usadas para construir y aquellas que sirven para destruir; entre quienes utilizan las manos para la brutalidad y los que la utilizan para bailar; entre los que la utilizan para oprimir y para liberar; entre los que la utilizan para la fuerza bruta y los que la utilizan para el amor. Entre esas distancias, ¿dónde ponemos nuestras manos?
En este 8 de marzo, y también en este 19 de octubre, como recuerdo, imagina las manos que fueron siempre femeninas, es decir que ofrecieron un poco de calidez, de confianza, de cariño, de compañía, de placer, de alegría y procura sentirlas nuevamente, no como un recuerdo sino como una inspiración. Quizás, si lo hacemos, seamos capaces de hacer un paso más, hacia lo mejor de nosotros mismos, eso que nos espera, muchas veces, en alguna parte de nuestra esencia.
Hoy, levantemos nuestras manos, como un deseo y una convicción que seremos capaces de intentar que nuestras manos bailen la alegría de estar vivos y defiendan lo necesario para evitar nuevos 8 de marzos. Quizás así, estemos homenajeando mejor a ese femenino que queremos y, también, a nuestra propia humanidad.