Hoy es 26 de noviembre. Ayer fue, por lo tanto,
25 de noviembre. Un día después del otro. Si, parece una estupidez. Ayer fue el Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Hoy no. Ayer,
tal vez, por la presión de los medios, alguna mujer no haya sido golpeada,
violada o asesinada. Hoy, ya es otro día común. Un día donde se golpea, viola y
mata a seres humanos porque son mujeres. Eso sí, ayer también se humilló a
mujeres como se hace hoy. Eso no tiene marcas para mostrar, ni noticias para
contar. Son la vivencia cruda y real de tantas personas.
La violencia sigue presente. Lo sabemos, lo sentimos,
lo sufrimos. Sigue estando allí y, a pesar de lo mucho que avanzamos, de lo
mucho que logramos intentar contrarrestarla sigue allí. A pesar de todo, tantos
siguen permitiéndola, estimulándola, aceptándola, dejándola que pase. Algún
día, tal vez, cuando avancemos realmente –que no tiene nada que ver con los
avances tecnológicos y de esas cosas- nos daremos cuenta que como sociedad
hacemos, en el tema de la violencia, “una de cal y otra de arena” y tal vez por
allí pasen los problemas más graves que tenemos.
Ayer fue un día para recordar lo hecho,
pensar en lo que es importante hacer y reconocer que hemos avanzado. Hoy, los
demás días, es el momento para hacer lo cotidiano, poniendo un límite más
concreto contra esa violencia que no para.