Entre las muchas cosas que se
puede hacer con otra persona, hoy quiero revindicar la obra artesanal que es decirle a otra persona que esta guapa. Quiero revalorizar, con detención, esa verdadera muestra de precisión, justeza, delicadeza y, sobre todo, espontaneidad. Si, sé que puede parecer paradójico esta mezcla de adjetivos. Sin embargo, creo
y defiendo que son esos adjetivos los que hacen que esa frase dicha contenga un elogio a la humanidad toda.Digamos que se puede separar en
tres tipos de frases según a quien va destinado. Las que dices con quien estas después de mucho tiempo que puede oscilar entre la obligación que surge del afecto y el deseo que se nutre del afecto. Tiene cada cosa, tiene solo alguna. Las segundas son la que dices al
pasar; por ejemplo, a la mujer que ves en un instante pasajero en la calle, que te transforma en héroe o villano pero que, no obstante, no recibirás casi nada de esa frase, es como dicha
solo para sacar tus ganas de adentro. Valga decirlo que está siempre es rayana a la violencia porque, en realidad, te entrometes en una intimidad que no te ofrecen.
Ahora bien, la que es verdaderamente artesanal es
la que dices a esa mujer con la que compartes un momento y que puede ser único o no. No lo sabes. Es todo un trabajo de orfebre. Efectivamente, las palabras tienen que ser
justas, no sólo por el contenido sino por la sutileza que alberga, a lo que se debe agregar el
momento justo cuando se dice y sobre todo por el gesto que las acompaña.
No creas nunca que puedes dejar
caer esas frases siempre, en cualquier momento, y que de todos modos hay que
decirlas. Craso error. Esa frase es una muestra de sutilezas y valentías es el
juego de la indiscreción, del deseo y, también, la maravillosa entrega a lo
desconocido. Es superar los miedos, vencer la timidez y sin embargo saberse en
terreno desconocido.
Primero debes buscar el lugar
justo y el momento adecuado. El lugar puede ser cualquiera, lo único que importa es que
tengas la suficiente visión para poder darte el gusto de saborear con tus ojos
todo el cuerpo de esa mujer, sin detenerte demasiado pero tampoco como negándolo: ella debe percibir
claramente que no es una frase que se disocia de su persona. No, eso no. Ella debe sentir que es una frase
que la envuelve como un guante. Es una frase que nace de haberla visto, en definitiva que
sabes de lo que estas hablando.
Lo segundo es decirlo como algo
que te sale de los labios simplemente porque te explota en el deseo. Y allí comienza la sincronizacion perfecta: por ello debe interrumpir una frase que ella este
diciendo, y después que la digas ella, seguramente, reaccionara. No esperes
mucho, quizás sólo que sus parpados bajen un instante, o, tal vez, que la sonrisa aparezca o, si tienes suerte, el lujo que sus ojos te busquen de manera cómplice, buscando
los tuyos.
He allí donde la frase puede
alcanzar su perfección, en esos segundos que demora ella en realizar esos tres
gestos con los parpados, la boca y la mirada. Allí es donde la sinfonía del tiempo debe ser perfecta, en esos instantes tu debes recorrer su cuerpo, ver su forma,
percibir los contornos con la mirada e intuirlos con las sensaciones, guardar
cada detalle. Todo eso mientras ella baja los parpados y sonríe para que,
cuando ella decida buscar tus ojos, ellos estén llegando justo a los suyos. He aquí, el secreto, en esa perfecta armonía de lo espontaneo, cuando la mirada no está, sino que se
encuentra. Una mirada que no se busca, sino que se percibe.
No creas que siempre es algo
bueno, pues una frase como esa, produce el miedo terrenal de la sinceridad. No
solo tocas el orgullo sino la inquietud; No solo alabas el cuerpo, sino que la
pones a la defensiva....y todo allí es parte de otra historia.
Solo recuerda que si logras ese ballet perfecto, sabrás que esa noche tendrá un poco de magia. Después de todo, que una mujer que realmente consideras guapa te sonría en un momento compartido siempre puede
ser el comienzo de una noche mágica.