El otro grupo es el que percibe sensaciones
que molestan, frustran o fragilizan. ¿Qué hacer? Pues la disposición que
necesitamos es otra, es obligarnos a escuchar lo que nos parece inaudible: una
sensación que afecta y que no nos afecta. Ofrecerse a escuchar al otro pero con
el todo que podemos poner en ese momento. Nunca es menospreciar, reducir o
extrapolar la sensación que el otro tiene. Es permitirse creer que podemos
brindar una ayuda para apaciguar esa sensación, dar algún tipo de ungüento para
fortalecer esa fragilidad. Intentarlo, con la convicción de poder lograrlo.
Sensaciones. Todo lo que nos hace vivir pasa
por ello. Quizás aceptemos eso si pensamos en nuestros momentos
vitales, esos donde nuestras sensaciones consiguieron sus mejores ejemplos.