En la vida, podemos sentir,
contar, callar o gritar de maneras bien diferentes las cosas que necesitamos que nos sirven. Si es verdad, pero termina siendo importante una sola cosa, que todos lo sabemos. Es decir por más que en el camino optamos por diferentes
pasos, procuramos estímulos, variados o, tal vez, los mismos. Por más que hacemos muchas cosas, quizás hasta nos permitimos crear.
Deambulamos o marchamos. Encontramos caminos hechos o somos ese caminante que
reconoce “que no hay caminos”. Nos quedamos en el terruño una eternidad y otra
más o, nos hacemos inmigrantes de la vida. Seguramente nos encontramos y nos
desencontramos. Lloramos y reímos, aunque sea una vez o un millón. Nos afanamos en
conseguir casa, auto y, hoy, quizás, ese gadget que “seguramente” nos va a servir.
Comemos lo exótico o, en ocasiones, sólo la pizza, porque es fácil y nos da
seguridad. Bebemos, agua o saboreamos vino con delicadeza y hasta con
conocimiento. Tenemos sexo, con uno o con alguien más o, aceptemos, con nadie.
Deseamos. Eso siempre. Trabajamos o lo intentamos. Nos deleitamos con la música, aunque sea la del supermercado o de esa bailanta. Bailamos o nos animamos a ello. Vemos películas que nos hacen olvidar algo o
nos dejan pensando en eso mismo. Discutimos, debatimos o, en algunos casos, ni
eso. Todo y más en una vida. En esta vida. Pero en definitiva, la naveguemos como queremos, al final, sólo importa si
hemos amado
y sido amados. Como bien lo escribe, Raymond Carver en el "último fragmento" (Late Fragment):
¿Y
conseguiste lo que querías de esta vida?
Lo
conseguí.
Y ¿qué
querías?
Considerarme
amado, sentirme amado en la tierra.
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And did you
get what you wanted from this life, even so?
I did.
And what did
you want?
To call myself
beloved, to feel myself beloved on the earth.
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¡Qué lindo, mágico y cotidianamente bueno es esto!