Padre nuestro y madre nuestra que estás
en los cielos o, con suerte, bien cerca.
Que no haya reinos sino encuentros con
la mirada, las sonrisas, el gesto, la palabra y lo que se nos ocurra.
Que se conozca tu voluntad y que, ojala,
podamos hacerla un poco todos los días, por los demás, aún sin saber que es tu
voluntad.
Que se haga tanto en cada gesto, como en
cada intento, como en cada intención, como en cada acto, como en cada palabra.
Que cada día podamos comer, beber y
saborear, comida, placer, arte y compañía (y dar un poco de eso a alguien)
Que los que están aquí, en nuestro día
a día, nos perdonen nuestras faltas y no nos cobren las deudas pero que, a
estas, las podamos pagar a justo precio y no a precio sangre.
Ojala caigamos en ciertas tentaciones,
esas que no hacen daño sino producen placer, sentimiento y entrega.
Libranos de los males de los años y
danos la juventud en el corazón.
Que así sea....o algo parecido por lo
menos