Mi hipótesis
es sencilla: existe un dispositivo político en la argentina que favorece un
sistema de política centrado principalmente la creación de una casta con beneficios,
riquezas e impunidad.
Cuando me refiero a dispositivo estoy hablando desde la concepción de Giorgio Agambem sobre este. Es decir: “cualquier cosa que de algún modo tenga la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes”. Recordando que esta noción el autor la recupera de Foucault y, luego, la redimensiona. Para Foucault el dispositivo es o “un conjunto de estrategias de relaciones de fuerza que condicionan ciertos tipos de saber y son condicionados por él”.
En función de ello sugiero que existe un dispositivo que tendría las siguientes características:
1- Tiene una fachada basada en “nociones de bien común” con resultados aleatorios con mayor o menor efecto sobre el bien común. Nunca para superar crisis por mucho tiempo, ni apostando a una previsibilidad. O sea, que el dispositivo debe garantizar una dependencia del sistema político. Esto conlleva el punto siguiente
2- La dosis adecuada de ineficiencia: Generalmente el sistema incluye personas sumamente capaces, completamente idóneas y muy preparadas para las tareas pertinentes. Sin embargo, el sistema lo compensa con cargos políticos ineficaces, “adrede” para que la solución sea siempre reducida a efectos mínimos ya sea por las consecuencias o por la duración de las soluciones.
3- La creación de dos bandos “irreconciliables”. Para que el dispositivo funcione es necesario crear la idea de dos bandos, como formas de presentación para los beneficiarios pero que nunca llega a oponerse a los beneficios propios del sistema. Dicho de otro modo, podemos discutir sobre las políticas de manera melodramático, pero jamás nos opondremos a consensuar nuestros propios beneficios.
4- El poder como manifestación: aunque la riqueza, que parece consecuencias inevitables de los cargos políticos aparezca como una noción muy evidente, creo que lo que más sostiene al poder como característica deslumbrante es lo que llamo “la ostentación de la impunidad” como un rasgo culturalmente fundante del poder real.
5- La exaltación de lo emocional: la noción de grieta, no es nueva como estructura, implica que los “votantes” deben pensar que el otro es “lo peor”. Así la discusión es sobre las figuras y no el dispositivo.
6- La perpetuación y/o poca renovación. Esto precisa un correlato: el famoso discurso de la “fiesta de la democracia” por la votación. Es llamativo que, a pesar de las críticas generalizadas sobre los mecanismos de votación, del gasto exagerado de las mismas, de lo caprichoso que sean las fechas, nunca se lo discute como un problema sino como una eventualidad.
7- La protección en red del sistema. El sistema de control utiliza los recursos propios del cada poder para generar un círculo de protección maquillado con una sensación de sanción, en ocasiones.
Este dispositivo que, a mi entender, nace como mecanismo con el advenimiento de Perón al gobierno pero, destaco, no es el peronismo el único que lo utilizó. Es más sus raíces o antecedentes están claramente en la burguesía anterior y los gobiernos posteriores, de cualquier sino, lo perfeccionaron. Ahora bien, verlo al dispositivo es el primer paso para procurar reemplazarlo, modificarlo o, por lo menos, ser más crítico con este. La solución, quizás, sea una revolución intelectual donde seamos más conscientes con este dispositivo y, por consiguiente, más interesados en pensar alternativas, lo que Saramago, hace tiempo llamó a pensar, diseñar y construir “una nueva democracia”.
Cuando me refiero a dispositivo estoy hablando desde la concepción de Giorgio Agambem sobre este. Es decir: “cualquier cosa que de algún modo tenga la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes”. Recordando que esta noción el autor la recupera de Foucault y, luego, la redimensiona. Para Foucault el dispositivo es o “un conjunto de estrategias de relaciones de fuerza que condicionan ciertos tipos de saber y son condicionados por él”.
En función de ello sugiero que existe un dispositivo que tendría las siguientes características:
1- Tiene una fachada basada en “nociones de bien común” con resultados aleatorios con mayor o menor efecto sobre el bien común. Nunca para superar crisis por mucho tiempo, ni apostando a una previsibilidad. O sea, que el dispositivo debe garantizar una dependencia del sistema político. Esto conlleva el punto siguiente
2- La dosis adecuada de ineficiencia: Generalmente el sistema incluye personas sumamente capaces, completamente idóneas y muy preparadas para las tareas pertinentes. Sin embargo, el sistema lo compensa con cargos políticos ineficaces, “adrede” para que la solución sea siempre reducida a efectos mínimos ya sea por las consecuencias o por la duración de las soluciones.
3- La creación de dos bandos “irreconciliables”. Para que el dispositivo funcione es necesario crear la idea de dos bandos, como formas de presentación para los beneficiarios pero que nunca llega a oponerse a los beneficios propios del sistema. Dicho de otro modo, podemos discutir sobre las políticas de manera melodramático, pero jamás nos opondremos a consensuar nuestros propios beneficios.
4- El poder como manifestación: aunque la riqueza, que parece consecuencias inevitables de los cargos políticos aparezca como una noción muy evidente, creo que lo que más sostiene al poder como característica deslumbrante es lo que llamo “la ostentación de la impunidad” como un rasgo culturalmente fundante del poder real.
5- La exaltación de lo emocional: la noción de grieta, no es nueva como estructura, implica que los “votantes” deben pensar que el otro es “lo peor”. Así la discusión es sobre las figuras y no el dispositivo.
6- La perpetuación y/o poca renovación. Esto precisa un correlato: el famoso discurso de la “fiesta de la democracia” por la votación. Es llamativo que, a pesar de las críticas generalizadas sobre los mecanismos de votación, del gasto exagerado de las mismas, de lo caprichoso que sean las fechas, nunca se lo discute como un problema sino como una eventualidad.
7- La protección en red del sistema. El sistema de control utiliza los recursos propios del cada poder para generar un círculo de protección maquillado con una sensación de sanción, en ocasiones.
Este dispositivo que, a mi entender, nace como mecanismo con el advenimiento de Perón al gobierno pero, destaco, no es el peronismo el único que lo utilizó. Es más sus raíces o antecedentes están claramente en la burguesía anterior y los gobiernos posteriores, de cualquier sino, lo perfeccionaron. Ahora bien, verlo al dispositivo es el primer paso para procurar reemplazarlo, modificarlo o, por lo menos, ser más crítico con este. La solución, quizás, sea una revolución intelectual donde seamos más conscientes con este dispositivo y, por consiguiente, más interesados en pensar alternativas, lo que Saramago, hace tiempo llamó a pensar, diseñar y construir “una nueva democracia”.
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